Buscando refugio. Foto: Alfredo Arias
Buscando refugio. Foto: Alfredo Arias

Entrevista

Pablo Und Destruktion: ni eficiencia ni progreso

Acostumbrado a caminar por los márgenes, orgulloso de mantener vivo su vínculo con un “oficio milenario”, Pablo Und Destruktion publica su nuevo larga duración, “Futuros valores”, tras completar un proceso de muda personal que se adivina intenso y complejo. Consciente de que ya no queda nada por arrasar, pone en marcha una etapa de reconstrucción en la que el amor es el principal material de obra.

Rockdelux 391

(Febrero 2020)

Pablo Und Destruktion recibe a Rockdelux en Madrid. Su tiempo de aldeano en Asturias, el tiempo de la pequeña comuna, quedó atrás. Ahora vive en la gran ciudad. Cada mañana, la cruza de norte a sur para dar clases de sonido en un ciclo formativo de grado medio. Tiene 36 años y es profesor. El cortejo lo ha traído hasta aquí y aquí es donde ha concebido las canciones de “Futuros valores” (Humo Internacional, 2020). Reconoce que le costó adaptarse y que el tono general del álbum –más desnudo, reflexivo y melódico que cualquiera de sus anteriores trabajos– tiene que ver con la necesidad de encontrar espacios de quietud en un contexto tan ruidoso y acelerado como el de la capital.

Las nuevas canciones de Pablo García Díaz son guarida. “Para mí es un disco de refugio, una vez asumo que las batallas artísticas que estaba intentando librar no las voy a ganar”, reconoce. “Se asume la derrota en cierta parte y se redimensionan las escalas. La única batalla que puedo librar es construir refugio, privacidad, partes de mi vida fuera de la contienda. Y la batalla es el mercado. Creo que este álbum está fuera del mercado y habla de lo que está fuera de él. Cada vez hay más cosas, partes de la realidad que no se concebía que fueran mercancías y sí lo son, como el arte desde las industrias culturales o la privacidad con las redes sociales. Ahora estamos en las últimas fronteras de la mercancía: el propio cuerpo humano, hacer mercancía de los propios seres humanos en general. Lo que me interesa es preservar las partes antieconómicas de la vida”.

Da gusto conversar con Pablo. Por lo bien que se explica y por la cantidad de cosas que es capaz de explicar. Ahora habla de batallas. De batallas perdidas. De batallas políticas que se perdieron, concretamente. Y admite que la decepción es uno de los motores de este disco, que ha facturado con la familia y los amigos. “Las canciones son prácticamente indistinguibles de los conjuros”, advierte. “‘Sol solito, caliéntame un poquito’. ‘Que llueva, que llueva, la virgen de la cueva’. Cosas tan infantiles como estas marcan las intenciones mágicas de las composiciones. En el trap está muy presente: el ‘fake it until you make it’, el hablar del dinero hasta que lo tengas. Con las canciones uno tiene capacidad de transformación de ciertas cosas, no de todo. Yo he tratado de adaptarlo a lo que sí tengo, como en ‘Ser profesor’. Hacer un discurso más sencillo, más llano. Quizá por ahí sea más potente, no lo sé. Lo espero y creo que muchas de las buenas voluntades que se ponen en la política, que no las discuto, se pueden aplicar más en el campo cercano que en el grande. Este disco es casero por lo técnico y por la voluntad que tiene de ser magia casera”.

“He tenido que asumir mis errores filosóficos, que no son solo míos. Asumo los míos, pero formo parte de la sociedad”.
Decepción, decíamos. Y también reconstrucción. De hecho, estuvo a punto de extirpar su belicoso apellido artístico porque “Futuros valores” levanta acta de su transformación personal. “He tenido que asumir mis errores filosóficos, que no son solo míos. Asumo los míos, pero formo parte de la sociedad e inevitablemente hago crónica, algo que está muy marcado en ‘Viva la gente’. La histeria colectiva, el pánico, la beligerancia... Por eso he tratado de ser más reposado, porque esa beligerancia conduce a la ansiedad y a la autodestrucción, que creo es en lo que estamos. En la derrota y la miseria. Yo no voy a enemistarme con mi vecino porque me lo diga Facebook. Puedo aportar algo a mi vecino, a mi pareja, a mis amigos, a la gente que viene a mis conciertos. Y tratar de establecer otras relaciones ahí. El disco es testigo de esas reflexiones. Quiero operar en ese ambiente familiar. La familia es la unidad de poder mínima. Por eso se la ataca tanto, porque sobre ella se construye la solidaridad de cualquier tipo. No hay solidaridad sindical sin solidaridad familiar. Todas las huelgas obreras se basaban en las familias, se ayudaban sin afán de medrar, sin dinero de por medio. Lo que había es amor. Lo que escapa al mercado es este tipo de relaciones”.

Entre los hitos de “Futuros valores”, que son mayoría, cabe destacar “Gijón”. Se trata de una adaptación de “Amsterdam”, original de Jacques Brel, en la que Pablo cuestiona la idea de progreso y apunta al tedio como forma de dominación y herramienta de involución. De paso, critica los procesos de gentrificación que asolan nuestras ciudades. “Habla de lo que hemos perdido con el supuesto progreso, que en realidad trata de convertir en mercancías cosas que eran salvajes”, aclara. “Ahora estamos viviendo de relatos, no de realidades. Creemos que son los relatos los que construyen las realidades y que no hay realidades objetivas. Todos tenemos trabajos de mierda, pagamos alquileres abusivos... Hay un montón de problemas que no están suficientemente reflejados en las canciones, que son mucho más evasivas y hablan de millonarios, de éxitos... Tiene que ver con lo que hablaba antes del deseo, pero se abandona la perspectiva de clase y de socorro mutuo ante situaciones lamentables. Por eso me ha venido bien venir a Madrid y flipar con cómo vivimos y cómo reflejamos esa vida. Porque vivimos inmersos en batallas absurdas sobre identidades, que hoy es una y mañana otra, y nos olvidamos de lo jodido que es ganarse la vida, de lo salvaje que es el mercado laboral y del robo que estamos teniendo de trabajos, de casas y, por último, de afectos”.

“La familia es la unidad de poder mínima. Por eso se la ataca tanto, porque sobre ella se construye la solidaridad de cualquier tipo. No hay solidaridad sindical sin solidaridad familiar. Todas las huelgas obreras se basaban en las familias, se ayudaban sin afán de medrar, sin dinero de por medio”

Composiciones como “Credo paisano” van a llamar la atención de quienes lo sigan desde los tiempos del laureado “Sangrín” (Discos Humeantes, 2014), álbum elegido por Rockdelux entre los mejores de la década (en el puesto número 45) que acaba de terminar. Se trata de una crítica a la disidencia controlada, articulada en primera persona por un artista que ha estado estrechamente vinculado al punk de corte sindicalista, libertario y autogestionario. “Bajo la supuesta disidencia, la supuesta vanguardia, la supuesta distorsión, hay más mercancía y muchas mentiras”, sentencia nuestro interlocutor.

“Más estrategias para vender productos. Desde droga, ya que la industria de la música es publicidad para la venta de drogas, hasta cualquier producto de ‘merchandising’ asociado. El punk forma parte de eso, de la efebocracia. El rock se apropia de ella y la lleva al mercado, no a la política. Tengo cierto descontento con el punk y con sus nuevas supuestas versiones, que creo que van a ser tan estériles como lo fue el punk original en su momento: simplemente amplían el campo de batalla mercantil”. Otra decepción, ya lo avisamos, aunque Pablo la asume con ánimo constructivo, asido al timón de una vida más reconfortante, que se intuye nueva en muchos aspectos. “Es lo que me permite avanzar, modificar el camino. Esa decepción me permite irme el fin de semana con mi señora a darme besos y comerme un cochinillo. Colocarme en el lugar en que soy capaz de aportar algo positivo a mi existencia y a la de las personas que me rodean. Por eso el disco se llama así”.

La contención de “Futuros valores”, la sencillez de su acabado, es el correlato sonoro de las escuchas que han acompañado a Pablo desde “Predación” (Sonido Muchacho, 2017). Trovadores como Bill Callahan, Georges Moustaki y, sobre todo, Joaquín Díaz. Pero esta apuesta formal trasciende lo meramente estilístico para convertirse en un potente manifiesto de orden político y vital. “Cuando saqué ‘Predación’, Yung Beef actuaba en bares. Tocó en Oviedo poco antes. No había estallado la música urbana. Estalló, traté de observarlo con ojos abiertos, me parece muy interesante, pero no es lo mío. No quiero ir por esa escalada de potencia e hiperestimulación. Ellos son fieles testigos del mundo contemporáneo, pero creo que el mundo contemporáneo no merece que se le cante. He tratado de cantar a uno que no existe y me he refugiado en las canciones que existían antes del apocalipsis mercantil”. ∎

La vía china

Solipsismo, astenia existencial, insatisfacción. Síntomas de una pandemia gigantesca –la ansiedad– que Pablo Und Destruktion describe en canciones como “Problemas” o “Viva la gente”. Una vez hecho el diagnóstico, ¿qué tratamiento propone? “Las drogas de nuestro tiempo son estimulantes”, explica. “Café, cocaína, anfetamina. Eso se retroalimenta con las redes sociales, con la dosis de dopamina que te da ese ‘like’ del que estás siempre pendiente. Eso sustituye al verdadero amor, el que te dan tus seres queridos, una vida digna, un trabajo honrado. Es una época de ansiedad porque el sistema productivo lo exige. No se cura con yoga, ni con religiones new age, sino con un cambio de las condiciones objetivas materiales. Eso, que es tan básico, una aproximación de clase y marxista, ha desaparecido de la supuesta izquierda”.

El análisis de tan profundas disfunciones no termina ahí, sino que ahonda hasta llegar a los cimientos de las sociedades occidentales: “Lo que estamos viviendo es la caída definitiva del Imperio Romano. Estamos en el bloque atlantista, que se las está viendo para mantener su hegemonía. Y están entrando otras fuerzas, sobre todo China, la única forma de socialismo real que ha prosperado, nos guste más o menos. Me llama poderosamente la atención que esté fuera del discurso de la izquierda. Es como si China no existiera. Hay nostálgicos de la Unión Soviética, pero nadie reivindica la vía china, que ya ha superado el maoísmo. El maoísmo nos lo comemos ahora vía Mayo del 68 en sus múltiples revisiones de revoluciones culturales, mientras China sigue controlando el mundo real, el sistema productivo y transformando la vida de sus ciudadanos y la de los ciudadanos de los países con los que comercia. Los futuros valores probablemente sean los chinos”. ∎

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