La primera jornada del Primavera Sound fue dura. Indiscutiblemente. Todos, quizá, nos vimos un poco sobrepasados por el acontecimiento, tanto la organización como el público. Y ayer tocó despertarse con resaca. Cansados, con los pies molidos y mucho kilometraje acumulado. Se nota que hemos perdido la práctica. El Fòrum nos recibía el viernes con el cielo teñido de gris y chispeando, como si cayeran las lágrimas de los que no podrían ver a The Strokes.
A los que sí les sienta genial la expansión constante es a Fontaines D.C. Los irlandeses se adueñaron del escenario Estrella Damm bajo un nubarrón que parecían haber arrastrado consigo para presentar su último trabajo, el redondo “Skinty Fia” (2022). Y poco a poco –guitarras abrasivas y bajo al galope mediante– incendiaron a un público que terminó desmelenándose entre pogos, crowdsurfing y pequeños circle pits. Temas como “Big Shot” –con su intensidad, más crudo en directo–, “Roman Holiday” –esa nostalgia del rock de los 90–, “I Love You” –oscuridad de poeta maldito y crescendo arrollador– o “Jackie Down The Line”, que cerró el concierto, confirmaron la buena acogida que ha tenido la reciente iteración del grupo. De hecho, adaptaron “Boys In The Better Land” a este nuevo sonido porque no necesitan mirar hacia atrás: estos chavales ya solo miran hacia delante y lo que ven es una inmensa cuesta arriba que en algún momento, más tarde o más temprano, llegarán a coronar.
La corona de ayer –con permiso de cabezas de cartel y otras presencias legendarias como las de Low y Autechre en el Auditori Rockdelux– se la tenemos que reservar a Little Simz. Ella misma recordaba su actuación en 2019, con “Grey Area” recién editado y ante un público infinitamente más reducido que el que se congregó para ver su apoteosis en el escenario Cupra. El rey león anoche fue reina. Y rugió con fuerza, nitidez, garra y seda ante una audiencia absolutamente rendida. Si aquel disco la convirtió en verso suelto del grime británico, con “Sometimes I Might Be Introvert” (2021) ha arrancado la página y ha empezado su propio libro. Celebró su negritud desde el primer momento, con la canción que da título a este último trabajo, y desde ahí fue revisitando y reivindicando sus orígenes y su condición a través de un viaje por la música negra que va desde África hasta las calles más hediondas del Reino Unido. Fue impresionante la fiesta comunitaria que organizó en “Protect My Energy”, con un funk de ida y vuelta que puso el broche a todo un recital en el que también se recreó en los momentos más relajados –con los pulsos R&B acariciados por sintetizadores de “Woman”, o de “Selfish” y ese emotivo karaoke final–, además de en la pegada de verdaderos bangers como “Venom”.
Después de esta demostración, la noche obligaba a navegar en un mar de atractivas propuestas, que iban desde Earl Sweatshirt a King Gizzard And The Lizard Wizard, Warpaint o Parquet Courts. Pero entre todas ellas también supo reivindicarse –desde un escenario que quizá se quedó pequeño para tanto poderío– la francesa Jehnny Beth. La voz cantante de Savages se alineó con lo ofrecido el jueves por Charli XCX y Bad Gyal para construir su show en torno al control y la exhibición de la propia sexualidad, aunque lo suyo se aleje del pop y se adentre en terrenos del dominatrix-industrial. Además de presentar las canciones de su primer trabajo en solitario, dejó una versión de “Closer” (Nine Inch Nails) que significa mucho más de lo que parece: hace 10 o 15 años siempre eran ellos los que decían cosas como “quiero follarte como un animal”. Ahora son ellas.
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