Álbum

Zola Jesus

ArkhonSacred Bones-Popstock!, 2022

08. 07. 2022

Tras el intenso disco de duelo “Okovi” (2017), “Arkhon” parece confirmar que Nika Roza Danilova ha abandonado definitivamente las ambiciones mainstream detrás de “Taiga” (2014). En su ya sexto álbum abraza sonidos de un hipnótico primitivismo, un experimentalismo sutil y envolvente para el que ha querido colaborar en profundidad con otros. En concreto, el productor Randall Dunn, conocido por su trabajo con Sunn O))), Earth o Jóhann Jóhannsson (en el score de “Mandy”), y el batería Matt Chamberlain (Fiona Apple, Lorde), responsable aquí de un caudal percutivo impactante.

En la inicial “Lost”, un poco como en la Anna Calvi de “Peaky Blinders”, el ritmo lo pone la respiración, una respiración profunda. Ya desde el principio, Danilova marca un clima emocional de desarraigo y búsqueda: ha definido este arranque como un tema “sobre estar perdido geográfica, psicológica, interpersonal, culturalmente”. También desde el principio, existen rayos de luz a los que asirse: la artista canta sobre fundirse con la naturaleza (o “recombinarse con las hojas”) en un abrazo de los que, con suerte, ayudan a reencontrarse con uno mismo.

Que Zola Jesus no busque ya la radio pop (o, en estos tiempos, los primeros puestos de la lista “New Music Friday” de Spotify) no significa que haya perdido intuición melódica o intensidad emocional. Después de “Lost” llega la más pegadiza “The Fall”, pop-soul catártico que, con una producción menos (elegantemente) fangosa, tampoco costaría tanto imaginar como posible tema de Beyoncé o Adele. Algo más adelante, la balada solitaria de piano “Desire” suena casi como su respuesta tardía al “Ocean Eyes” de Billie Eilish.

En su renovado afán de colaboración, Danilova ha aprendido a dejarse llevar, a buscar voces menos manieristas y perseguir fuegos impredecibles. Esa nueva libertad se advierte en los giros rítmicos de “Into The Wild”, que pasa de lo marcial a lo más jazz, o en la propulsión krautrock de “Sewn”, con un mantra medio zen, medio destructor en el centro: “Sigue adelante / equivócate / prende fuego a todo”. Cerca del final llega la brillante “Fault”, cuya intensa percusión recuerda al trabajo de These New Puritans con los tambores taiko.

Bajo el incendio sónico late una batalla contra la oscuridad, o mejor dicho, la peor oscuridad. El título del disco es una palabra griega que se traduce como “gobernante”, pero también es como se conoce en el gnosticismo a ciertos seres interdimensionales que se alimentan de la miseria humana y la cultivan. Según Danilova, vivimos en tiempos arcónticos, rodeados de influencias negativas que absorben nuestra energía. Esa preocupación cobra relieve en “Undertow”, cuyos mejores giros melódicos son puro “Everybody Wants To Rule The World” (Tears For Fears), clásico sobre la guerra y la miseria que causa; y también en la final “Do That Anymore”, balada sutilmente revolucionaria sobre darse cuenta de que los de arriba no se preocupan por nosotros y que si queremos mejorar el mundo, deberemos intentarlo desde abajo, muy abajo. ∎

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