“Oye Tokischa, con todo mi respeto, sobrepasaste los límites, tú eres una amenaza para la juventud, que es el presente y el futuro de nuestro país”, decía un tal Manuel Felipe hace un año en la sección comentarios de “Ganas”, uno de los vídeos en el canal de YouTube de nuestra protagonista. Tokischa Altagracia Peralta. De República Dominicana. Una artista que parece haber vivido muchas vidas, aunque acaba de cumplir 25 años. Y puede que así sea. Pasó su infancia en Los Frailes, al este de Santo Domingo. Su madre se fue a trabajar a Estados Unidos, pero estuvo muy presente; Tokischa siempre lo dice si le preguntan por ella. En cuanto a su padre, sabemos que pasó por la cárcel: el tiguere de la familia, así lo define.
Luego vino el arte. La dramaturgia. La fotografía. También las drogas y el trabajo sexual, según cuenta en esta extensa entrevista en el canal Alofoke Radio Show. Hasta 2016, año en el que comienza a trabajar en el ámbito musical junto al productor y diseñador Raymi Paulus. Todo lo conseguido con un sugar daddy lo invertirá en su música y, después, lo recaudado con su cuenta de OnlyFans, “porque la música está moviendo dinero ahora, pero fue un proceso desde cero; en cuarentena, OnlyFans me sacó de eso”, reconocía en esa conversación radiofónica. Y así, unas cuantas situaciones vitales que se pueden leer como el inicio dramático de una historia que ella misma tiende a desdramatizar cada vez que habla en público de sus orígenes y su pasado. Reconociendo tiempos difíciles, pero con el estoicismo de quien los sobrevive.
Ya se había hecho un hueco en la escena del trap con “Pícala” (2018), su primer single, junto a Tivi Gunz. Pero es “Desacato escolar” (2020), un dembow explosivo, satánico, enorme, lo que la hace explotar dentro y fuera de su país, con un videoclip que fue retirado de YouTube y denunciado por el Ministerio de Educación dominicano (pero republicado de forma no oficial).
“Desacato escolar / Donde está la verdadera calentura vaginal”, dice el estribillo. Leo y releo y no encuentro mentiras. Y quien lo niegue ya olvidó lo que era tener diecitantos. Las críticas y censura de esta canción me hacen pensar en la doble moral con que la sociedad admira, observa y moldea lo que significa la adolescencia. Aquello que finalmente se transforma en cultura: la juventud sufriente, o la que tiene ilusiones y sueños. O, más contingente aún pero menos popular –y rentable– para los prescriptores: la que no ve un futuro.
Pero hay algo más, algo que cubre todos los estereotipos, algo más que la sobrevaloración de lo juvenil por el solo hecho de serlo. Algo que las diferentes industrias –incluida la del entretenimiento, quizá la primera– explotan sin piedad: el sexo. Con la hipersexualización de lo joven (¿que es “Élite” (2018-) sino eso?) a la orden del día. Normalizada, financiada y viralizada. ¿Por qué la cuenta de Instagram de una artista que habla explícitamente de sexo es dada de baja una y otra vez? ¿Por qué sus canciones, vídeos, imagen y estética son carne de cañón de periodistas y editores latinoamericanos? ¿Por qué el presidente del Consejo Dominicano de Unidad Evangélica, Feliciano Lacen, considera que Tokischa debería “utilizar su talento a favor de los valores para evitar deterioro de la familia dominicana”?
La respuesta es muy simple: porque el poder de enunciación lo tiene ella. Porque Tokischa escribe sus letras. Muchos opinan que canta “barbaridades”, pero habla de lo que ella ha vivido, de lo que desea vivir. Es su visión del placer sexual y de las fantasías que quiere construir, no lo que escriben hombres en un song camp intentando dibujar la experiencia femenina como algo universal –algo imposible, por lo demás–. Y en esas palabras, en su arte, es ella poniendo la cara, la voz y el cuerpo a disposición. “Cuando oigo un dembow lo que me da es perrería. En una balada es otro el mood. Cuando hacía trap hablaba de droga, pero la música trae diferentes vibras, es lo que me sale. Yo siento la pista”, decía en la entrevista en Alofoke. También explicaba que ella solo habla de sí misma y sus vivencias y que no es la responsable de arreglar la sociedad, ni tampoco de cuidarla.
Solo meses después surgió otra polémica que traspasó fronteras y llegó incluso a que se pronunciaran la vicepresidenta y canciller colombiana, Marta Lucía Ramírez, y la consejera presidencial para la Equidad de la Mujer, Gheidy Gallo Santos. ¿El motivo? La publicación del videoclip de “Perra”, de J Balvin, en el que aparecen mujeres afrodescendientes simulando ser perras. “Invitamos públicamente al cantante J Balvin y a la industria musical y discográfica a suscribir un pacto que incluya diversos compromisos para la promoción de los derechos de las mujeres en la música y prevención de la violencia en su contra”, decía la carta. Y aquí se abre un melón en capas. El debate requiere perspectivas de género, claro, pero también de raza y clase. Así lo hizo ver Isabel Cristina Jaramillo, doctora en Derecho por la Universidad de Harvard. “Claro que son afirmaciones polémicas y chocantes, pero no creo que sea una mujer blanca, del establishment, la que pueda liderar ese debate”.
¿Cómo puede ser machista una canción escrita por una mujer que habla del deseo sexual mutuo? “Esta canción llegó a mí por creatividad pura”, dijo Tokischa en W Radio Colombia durante los días de la polémica. “Soy una chica que no temo expresar mi sexualidad. La grabé en el estudio y en esos tiempos Balvin me había invitado a hacer una canción con él. Propuse varias cartas en la mesa y esa fue la que él eligió. Me dijo que quería entrar en mi mundo, en mi expresión, para mí fue muy bonito trabajar con él”. Y la mejor parte de la entrevista, quizá, es esta declaración de la artista: “La mujer dentro, profundo, quiere sentirse perra, quiere ser sensual aunque sea en la habitación a solas con su pareja, aunque solo sea para ella, para sentirse segura, tener cierta autoestima. Entonces, creo que es diferente, cada mujer expresa su sexualidad diferente, cada una se siente perra de una forma distinta. Hay mujeres que se sienten perras porque son preparadas, una mujer que estudia, que trabaja. Una mujer bien perra no es solo ser sexy, la mujer es bien perra también porque lleva el pan a su casa, porque educa bien a sus hijos, porque es una mujer que se honra trabajando. Yo solamente soy una artista, expreso lo que vivo, lo que fantaseo”. El clip de “Perra” ya no se encuentra disponible en el canal de YouTube de J Balvin, pero usuarios de la plataforma se han encargado de subirlo porque, lo sabemos, lo que una vez está en internet ya no desaparece. Aunque sea con el título censurado.
¿Se puede hacer perreo sin hablar de sexo? Escribo esa pregunta en el buscador de Google. Los primeros resultados son más preguntas que respondo a medida que las leo: “¿Cómo perrear sin que se me pare?” (Es posible que se te pare cuando perreas, no sé si sucede siempre. Es una respuesta fisiológica al placer. Nosotras, por ejemplo, sentimos cosquillas en lo que a Tokischa le gusta definir como popola o toto). “¿Qué hacer cuando una mujer te perrea?” (Perrear con ella si te apetece. Si una te perreó es porque decidió hacerlo y no hay nada más sexy que el consentimiento, incluido en el baile). “¿Por qué a las mujeres les gusta perrear?” (Porque somos, atención, ¡seres humanos! Y también encontramos placer y diversión en el baile). “¿Qué es perreo feminista?” (No soy una experta, pero soy feminista y me gusta perrear, así que podría decir que el perreo feminista es algo que ninguna debiera perderse, porque el perreo hasta abajo y el feminismo hacia arriba, siempre).
Para terminar, dos preguntas más: ¿Es feminista Tokischa? No lo sé, es una respuesta que podría dar solo ella, aunque poco importa. No es necesario tener una credencial para hacer arte, tampoco sé dónde las reparten. ¿Necesito ir con urgencia a un concierto de Tokischa a bailar “Tukuntazo” y “Singamo” con todas mis amigas? Indudablemente, sí. A veces pasa que nos besamos, pero somos homies. ∎
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