Por Isabel Guerrero→
30. 08. 2024
Desconozco si el concepto supergrupo indie podría aplicarse a The WAEVE, pero podría ser, aunque sea en formato mínimo. Tanto Graham Coxon como Rose Elinor Dougall atesoran un recorrido importante como artistas en bandas de dimensiones y propuestas estéticas tan dispares como Blur y The Pipettes. No es difícil enamorarse dentro de una banda y desde 2020 estos dos han compartido música, vida personal y bebé, emergiendo, bendecidos, en un proyecto que supo atraer la atención de la crítica desde el principio, con ese breve instrumental titulado “Here comes The WAEVE” (2022), temas como “Drowning” y la muy kraut “Can I Call You”.
A lo largo de 2023 fueron anticipando con cinco singles lo que sería su estreno en formato LP, “The WAEVE” (2023). Un disco rocoso y a la vez suave, con la progresión de acordes como cimiento fundamental, de una belleza folk a la par que industrial y, lo mejor, embebido de una acuosidad que los emparentaba con maestros de la talla de “sir” Robert Wyatt; su nombre, de hecho, remite a la manera antigua en que se deletreaba la palabra mar en inglés (“sea”), como “S-A-E”.
Aquello era post-folk, pero también pop progresivo, contaba con una extraordinaria presencia del saxo, tocado por el propio Coxon, que de alguna manera imprimía carácter y espíritu a música creada en el siglo de la soledad virtual y el desarraigo de la comunidad que produce monstruos como el Brexit (y tantos otros). Las voces de Dougall y Coxon maridaban a la perfección en la arrebatadora “Kill Me Again” –así como en otras composiciones– transitando por separado y, en el caso de la ex-Pipettes, alentada por Coxon a extraer de su voz el más delicado instrumento. La británica, no en vano, se inspiró en el maternaje vocal de figuras clásicas como la llorada Sandy Denny, de Fairport Convention.
El 20 de septiembre se lanzará el que será segundo álbum de The WAEVE, producido de nuevo por James Ford, del que ya conocemos tres adelantos: “City Lights”, “You Saw” y “Broken Boys”. Barroquismo y giros de guion, infinidad de matices realzados por el omnipresente saxofón pero con añadidos interesantes que hacen de cada canción una pieza única, de museo casi.
En el caso de “Broken Boys”, nuestra canción del día, Coxon se esconde en la distorsión vocal para repartirse primer y segundo plano con Dougall –ella canta una armonía repetida estratégicamente–, sostenidos ambos por bajos y guitarras severamente distorsionados que endurecen el asunto, menos bucólico y más garage rock. Hacia la mitad del tema, previa batería pop, aparecen otros sintetizadores, produciéndose el cambio de tercio ritual, entrando en un limbo de medio desnudez rematado por un riff muy chulo del inquieto guitarrista de Blur. Si esta es la línea que va a imperar en el nuevo álbum, estamos deseando escucharlo. ∎
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