Por David Saavedra→
08. 11. 2024
Decía mi compañero Gustavo Iglesias, de Radio 3, que la última canción del siglo XX fue “Swastika Eyes”. Se publicó hace hoy 25 años, el 8 de noviembre de 1999, y no solo estoy plenamente de acuerdo en su apreciación, sino que iría más allá: lo que nació como un síntoma, con apariencia de provocación, era, en realidad, la profecía de lo que iba a suceder en el nuevo milenio.
El single de adelanto de “XTRMNTR”, sexto álbum de Primal Scream (que apareció poco después, en enero de 2000), lo compuso Bobby Gillespie pensando en quién dirigía el mundo entonces, más concretamente en Tony Blair y en Madeleine Albright –Secretaria de Estado del presidente de Estado Unidos, Bill Clinton–, en todas las grandes empresas multinacionales en una era previa a la aparición de las redes sociales y, en general, en todos los brazos del poder. Un exabrupto punk que comenzaba así: “Vuestras almas no arden, oscurecéis el sol / Llueve fuego sobre todos / Esquiroles, policías, ladrones del Gobierno / Corruptos, amputados psíquicos”, y lanzaba su estallido verbal definitivo en el último puente: “Veo vuestra psicología de autosugestión / vuestra política de eliminación / Una ilusión militar-industrial de democracia”, justo antes de recrearse hasta el paroxismo final en su estribillo omnipresente: “Ojos de esvástica / Tenéis ojos de esvástica”.
Musicalmente, el tema captó muy bien el espíritu de los tiempos, aquella tensión premilenio expuesta en una combinación entre punk rock y electrónica que Primal Scream ejemplificaron con dos versiones diferentes en el álbum: una, la mejor y la más recordada, con la mezcla de Jagz Kooner, y otra tratada por los Chemical Brothers (había otra tercera, en el CD maxisingle, a cargo de David Holmes). Puede que el sonido no haya aguantado tan bien el paso del tiempo. Y un buen ejemplo de ello es cómo han ido evolucionando sus interpretaciones en vivo: si en la gira de “XTRMNTR” la banda atacaba el tema como si fuese la misma banda sonora del apocalipsis, como si estuvieran combatiendo en la Tercera Guerra Mundial, a medida que pasaban los años la tocaban de forma más desganada y apática, como un gran gatillazo.
En este sentido, casi podríamos pensar en esta canción como la protagonista de un relato fantástico de terror, ¿por qué no de un capítulo de la serie “Black Mirror”? Sería así: a medida que el sonido va envejeciendo y su intensidad musical se va desinflando en cada nueva gira del grupo, el contenido de sus palabras se va haciendo cada vez más nítido y real. Vemos pasar por delante todo el primer cuarto del siglo XXI, desde la caída de las Torres Gemelas y las guerras de Irak y Ucrania a las cámaras mostrando un genocidio en directo en Gaza sin que nadie haga nada por evitarlo, la ultraderecha tomando democráticamente los gobiernos de medio mundo, Elon Musk patrocinándolos desde X y un segundo advenimiento de Donald Trump recargado con poder absoluto. Ahora, los ojos de esvástica nos miran por donde quiera que vayamos, son los de nuestros vecinos, los de la mayoría de personas que nos cruzamos por la calle. La confirmación de la distopía definitiva. ∎
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