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Barbara Dane, madrina de la escena folk de Greenwich Village e icono de la canción protesta, muere a los 97 años

24. 10. 2024

Es significativo que figuras musicales del calibre de Barbara Dane, fallecida el pasado día 20, venerada por todo experto en folk norteamericano que se precie, hayan quedado fuera del radar de tanta gente. Pero todo se entiende un poco mejor al descubrir lo combativa que fue contra el capitalismo y el racismo, lo mucho que le tocó los cojones al poder en tantos lugares del mundo y el boicot de la industria que sufrió por ello.

Mito y realidad.
Mito y realidad.

Nacida en Detroit, Barbara Dane (1927-2024) quedó marcada por un pequeño incidente que vivió en su infancia. Un caluroso día de verano, trabajando en la farmacia que su familia tenía en la Ciudad del Motor, un hombre negro entró pidiendo un refresco. Ella estaba sirviéndoselo amablemente con la inocencia de una cría de 9 años cuando de pronto apareció su padre abroncándola por atender a un “ser inferior”. Se hizo antirracista en el acto. Y poco después, ya en la adolescencia, abrazó el comunismo a la vez que empezó a componer sus propias canciones.

En 1947, con apenas 20 años, viajó a Praga para asistir al Primer Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes, organizado por la Federación Mundial de la Juventud Democrática, una experiencia que la reafirmó en sus ideas. Y dos años después se mudó a San Francisco, que convirtió en base de operaciones desde la que salir de gira con un repertorio de canción protesta para interpretar en cafeterías, fábricas y centros sindicales en ciudades como Chicago y Los Ángeles, donde se codeó con gigantes del folk y el blues como Woody Guthrie, Big Bill Broonzy, Pete Seeger, Earl Hines, Muddy Waters, Lightnin’ Hopkins o Jack Teagarden. Ya en 1957 publicó con San Francisco Records su primer disco, “Trouble In Mind”, que llegó a manos de Louis Armstrong, quien la invitó a actuar en su programa de televisión dos años después.

Con Bob Dylan, en los sesenta.
Con Bob Dylan, en los sesenta.

Fue a principios de los sesenta cuando se mudó al Greenwich Village de Nueva York, en ese momento a punto de entrar en ebullición, donde también se hizo amiga de Bob Dylan, de quien un día llegó a decir que era “un entrañable sinvergüenza con hambre de fama, cosa que a mí no me interesaba”. En esa época se involucró personalmente en la defensa de los músicos negros en el circuito local a través de diferentes campañas, y contrató a Willie Dixon y Memphis Slim como artistas de acompañamiento en sus giras.

A mediados de la década dejó un poco de lado los conciertos y grabaciones para centrarse en el activismo, cantando en las marchas más importantes del movimiento por los Derechos Civiles y en las protestas de los campus universitarios, siendo una de las primeras artistas estadounidenses en hacer una gira por la Cuba posrevolucionaria –en mayo de 2022 recibió la Medalla de la Amistad del régimen cubano– y actuando también en México, Nicaragua e incluso Vietnam del Norte cuando ya estaba en plena guerra con Estados Unidos. Eso y sus canciones contra Nixon (“Hallelujah, I’m A Bum!”), el reclutamiento (“Resistance Hymn”) o la desigualdad social (“Insubordination”) la pusieron en el punto de mira del FBI y el Departamento de Estado, que la investigaron durante años y presionaron para que el programa de folk en la televisión nacional ‘Hootenanny’ la vetara y para que fuese expulsada de las giras benéficas de Louis Armstrong, Sonny Terry y Brownie McGhee.

Compromiso permanente.
Compromiso permanente.

Fue una de las principales impulsoras de la carrera de The Chambers Brothers, con quienes llegó a grabar un álbum cuya portada posiblemente sea la primera de la historia discográfica estadounidense en la que aparecen una mujer blanca y un hombre negro como iguales. Pero hacia el final de los sesenta acabó desencantada con la industria; llegó a rechazar a Albert Grossman –el mánager de Dylan– cuando este le sugirió que ganaría más dinero componiendo canciones apolíticas y, para tomarse la venganza, en 1970 fundó Paredon Records, sello discográfico con el que publicó música relacionada con las luchas por la libertad que se estaban llevando a cabo en todo el mundo y con el que lanzó su mítico álbum de 1973 “I Hate The Capitalist System”. Ya en 1999 participó en un multitudinario concierto en La Habana junto a Silvio Rodríguez, Luis Eduardo Aute y otros artistas, y su último álbum de material nuevo, “Throw It Away” (Dreadnaught, 2016), fue una colaboración con la pianista y arreglista de jazz Tammy Hall.

“Barbara Dane And The Chambers Brothers”: alegato racial.
“Barbara Dane And The Chambers Brothers”: alegato racial.
Por lo que dejó entrever en su última entrevista, de apenas hace unos días, ya veía venir a la parca y, efectivamente, esta se la llevó el pasado domingo 20 de octubre en un centro de cuidados paliativos de Oakland, California. Tenía 97 años. Escribió sus memorias en el libro “This Bell Still Rings. My Life Of Defiance And Song” (Heyday, 2022), pero una vida como esta daba obviamente para un gran documental: “The 9 Lives Of Barbara Dane” (Maureen Gosling, 2023), que este mismo fin de semana se proyectará en el Barbican de Londres, en el marco del festival de cine Doc’n Roll. ∎
Una historia más grande que una vida.
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