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er en directo a La Élite, y la respuesta salvaje que genera en el público, es presenciar una conexión que traspasa la mera afiliación a un género, una actitud vital o un baile. Es asistir al estallido emocional de un segmento de la juventud que se identifica con sus letras y en el estado anímico que las agita. En cierto modo, la música de la pareja catalana captura la desazón y el descontento de una generación enquistada en la precariedad que necesita de sus propias válvulas de escape. La energía desatada, su humor irreverente y la mala uva que desprenden son una receta liberadora para los mas jóvenes, como demuestran los consecutivos sold outs de sus giras estatales.
Su origen se remonta a 2015, cuando David Burgués y Nil Roig deciden forjar en Tàrrega una banda para romper con el tedio de su día a día. Esas horas para matar el rato y pasarlo bien pronto adquieren una entidad musical. La primera señal fue “12 latas EP.”, un primer disco de cuatro temas que publicaron en 2016. Tres años después llegarían las nueve canciones de “Sorry Not Sorry”, otro trabajo de corto minutaje en el que seguir incidiendo en su canallismo y la electrónica de tómbola. Pero no es hasta el fin de la pandemia cuando su propuesta alcanza cotas más elevadas. El punto de inflexión lo marca el single “Bailando”, un quemapistas que sacude la escena post-punk nacional, y su directo en el Primavera Weekender 2021, que los encamina hacia banda revelación. Distinción que certificarán a los pocos meses con la salida de “Nuevo punk” (Montgrí, 2022), su primer LP oficial. A fecha de hoy se han convertido en una referencia del synthpunk estatal, se los rifan en festivales, abarrotan salas caldeadas por sus pogos catárticos y colaboran con la élite musical (alternativa) del país. Su último disco, “Escaleras al cielo” (Discos Gele, 2024), corrobora una progresión que no atisba aún su pico. Por si fuera poco, lo compaginan con sus respectivos proyectos en solitario: Nil como Yung Prado y David como Diosito.
Nos citamos con ambos en el Bar del Toro, un establecimiento del barrio del Raval que encaja perfectamente con la identidad de la banda; se conocen sus secretos culinarios y tienen amistad con el camarero. Tras una divertida sesión fotográfica donde exageran su actitud de chicos malos y su pose macarra, rebajan la irreverencia, sin por ello morderse la lengua, ni aparcar su humor corrosivo, a la hora de contestar el cuestionario de este servidor, mientras van engullendo tapas en turno de merienda.
¿Qué hacen dos músicos como vosotros en Tàrrega, fortín de la catalanidad, haciendo synthpunk en castellano? ¿Sois originales de ahí? ¿O cómo termináis en la ciudad de Lleida?
Nil: Somos de Alguaire. Nosotros de pequeños nos conocimos ahí. Y luego nuestros padres se fueron a vivir a Tàrrega. Y ahí fue cuando nos hicimos amigos.
David: Cuando empezamos con el grupo nuestros referentes eran en castellano. Y de algún modo se sigue la línea con respecto a lo que has escuchado; era como más sencillo.
Nil: Claro, era más fácil escribir en castellano. En catalán no habíamos escuchado casi nada.
David: Ahora hay algunas cosas muy guapas, antes también las había, pero nosotros por entonces escuchábamos a Eskorbuto, Cicatriz, toda esa movida del rock radikal vasco.
Nil: Y no lo hacíamos en inglés porque no sabíamos inglés.
¿Seguís viviendo en Tàrrega?
Nil: Sí, yo me he mudado recientemente. Viví en Barcelona hasta el pasado verano, pero ahora me he vuelto a Tàrrega y podemos trabajar juntos en el día a día.
David: Y eso es importante.
En vuestras letras se percibe un hastío existencial, propio de una generación condenada a la precariedad y a un horizonte incierto, cuando no agorero. Hay también cierto malestar amortiguado en litronas, drogas y un hedonismo desatado. ¿De dónde procede toda esa amargura y autodestrucción que expresan vuestras letras?
David: De lo que más hablamos es de nuestro día a día. Nos hubiera encantado cantar sobre cosas superalegres, diciendo que todo va superbien, pero como que no es el caso...
Nil: No descartamos hacer un disco solo de cosas superbuenas, superpositivas (risas). En vez de hablar de bebida y tal, podríamos hablar del gimnasio y de lo bien que me siento por la mañana (risas).
Fue en una crítica de Rockdelux, escrita por Marta España, cuando se definió vuestro estilo musical como calimocho punk (risas). Pero también se perciben lazos con el rock radikal vasco, el punk inglés, el ska, Sleaford Mods, Crystal Castles, incluso Rosendo y otras influencias. ¿Os reconocéis en esas coordenadas?
Nil: Todo lo que dices son cosas que hemos escuchado en un momento u otro. Hubo una temporada en que nos dio por el ska.
David: Claro, claro, yo tenía un grupo de ska cuando estaba más de moda. Quizá de los que citas el que no veo como un referente nuestro, aunque coincidimos, por el hecho de ser ambos una pareja, pero más por una casualidad, sea Sleaford Mods. Nosotros cuando los descubrimos ya teníamos dos discos, sabes. Pero también nos gustan.
¿A qué hace referencia el título de vuestro último álbum, “Escaleras al cielo”?
Nil: Ya se verá...
David: Se verá más pronto que tarde. Es una pregunta que se va a contestar por sí sola. Ahora no se entiende, pero se entenderá.
¿Con un nuevo trabajo? ¿Un videoclip por llegar? Me habéis dejado con la intriga.
Nil: Ya veremos.
David: Estamos haciendo un museo en Tàrrega sobre La Élite (risas; se recrean entre ellos imaginando este museo ficticio).
Bueno, pues lo dejamos así, abierto.
David: Sí.
Nil: Sí, sí, mejor.
Seguís ahondando en un imaginario sonoro de mínimo andamiaje, muy DIY. Esos sintes de tómbola no muy lejos de los de Joe Crepúsculo, bases rítmicas avispadas y vuestros alaridos de hartazgo y descontento. ¿Cómo fue la elaboración del sonido de este disco? ¿Teníais en mente continuar con la línea de “Nuevo punk” o se fue construyendo un poco sobre la marcha?
Nil: Teníamos la idea de seguir con la línea del último, porque creemos que al final es una cosa muy identificativa nuestra. Y al final creo que mola disponer de un sonido propio.
David: Creo que nos ayuda a ver con mayor claridad las cosas. Pero luego también puede pasar que nos dé por hacer un disco de reguetón o de dancehall.
Nil: O de jazz.
Habéis contado con varias colaboraciones vocales: Diego Ibáñez (Carolina Durante) parecía una opción natural; la de MDA es como un acercamiento al urban. ¿Qué buscabais con estas incorporaciones?
David: Buscar, no buscábamos nada.
Nil: Simplemente nos hemos encontrado en el camino.
David: Nos gusta mucho trabajar con otra peña.
Nil: Sobre todo gente que hace cosas muy distintas a nosotros.
David: Exacto, porque al final es como explorar caminos distintos.
Nil: Uno de los temas que a la gente le gusta más es con Pokito Paranoico. Y es una movida mezclar nuestras movidas con unos vocales más de trap, y al final sale una cosa que es bastante divertida. Las colaboraciones han sido un poco así. A David le flipaba MDA, yo lo vi en vídeos haciendo volteretas en los conciertos y pensé: “Buah, este tío mola un montón”. Y en la agencia en la que estamos, Live In Dallas, lo llevan también y le enseñaron nuestra música, y le gustó un montón. Luego quedamos, y todo fue supernatural y bien. Y con la otra gente igual.
David: Siempre lo hacemos muy orgánico, lo de colaborar con otros artistas.
Nil: Menos con Diego (Ibáñez), al que amenazamos (risas).
David: Oh, sí, es verdad. Tenía que subir o morir.
Hablando de Diego, el tema en que colabora, “Plan de mierda”, es como un himno etílico inmediato. Escuchándolo es fácil imaginarse los codazos en un pogo, pero también visualizar un montón de latas de cervezas vacías y ceniceros a rebosar. ¿Cómo surge este tema?
David: Nos cogió en un buen momento, porque estábamos en Murcia cuando empezamos la demo, y aún no sabíamos que Diego la cantaría. Tocábamos en un festi y llegamos unos días antes a una casita; estábamos contentos. Primavera, piscina y tal. Y entre cervezas y tiempo currando, pues salió este tema en esta línea de complicidad y desenfado a la vez. Y luego pensamos: “Ostia, si Diego es muy así, también”. Y luego fue supersimple. Fue amenazarlo y ya está (risas).
El primer disco lo produjisteis con lo mínimo, en un estudio casero si no tengo mal entendido. ¿Con este fue similar o habéis contado con más recursos?
Nil: Lo mismo, es que ahora todo se puede hacer con el ordenador.
David: Más plugins, y ya está.
Nil: Todo se graba y se procesa con el ordenador.
David: No vamos a desvelar nada, pero hace poco fuimos a grabar un tema con un grupo que nos gusta mucho, y claro, grabas baterías y cosas así en pistas diferenciadas, y te juro que me dormía.
Nil: Es un rollo grabar.
David: Es otra movida, está muy lejos de lo que entendemos nosotros, de cómo se pueden hacer las estructuras. Mola, pero te duermes.
¿Lo hacéis todo vosotros mismos?
Nil: Todo. Las guitarras, sintetizadores, programar las cajas de ritmo. Lo único diferente con este disco es que el máster lo enviamos fuera.
David: Claro, y él no lo dice, pero el disco lo ha producido él. Cuando quedamos es más hacer rollo demos, como plantar la idea que nos mole. Y luego él se pone más a ordenar las cosas.
Nil: Se mezcló en Tàrrega y los enviamos al Abbey Road de Londres, para que hiciera el máster Christian Wright.
David: Es un tipo de Abbey Road que nos gusta mucho todo lo que hace y con quien trabaja...
Nil: “Harry Potter”, ¿no?
David: Sí.
Nil. Trabajó en “Harry Potter”, que me flipa. Hay mucha magia.
David: Como en nuestra música (risas).
Nil: Aparte también ha hecho IDLES, slowthai… Y se nota, si se escucha con unos buenos altavoces, suena gordísimo.
Ahora que habéis mencionado la escena inglesa, especialmente el post-punk que llega desde ahí, se da una corriente musical que comparte cierto desaliento sobre el malestar y la deriva del mundo. ¿Compartís ese sentimiento? ¿Creéis que formáis parte de una réplica española?
Nil: Sí, un poco. Porque compartimos el contexto actual de precariedad, unos sueldos miserables, vivir es jodidamente caro. No te puedes plantear la vida como la de nuestros padres. Que a los 24 podían comprarse una casa, tener hijos y tal.
David: Sí, supongo que es algo internacional.
¿Tenéis afinidad con otros grupos de esta onda?
David: Bueno...
Nil: Sí.
David: Bueno, la idea de crear nuestro sello también pasaba un poco por eso. Nos interesan esas bandas que utilizan caja de ritmos y sintes para explicar sus movidas personales. Hay tantos grupos, y cada uno en sus ciudades, que es difícil aglutinarlo. Hay muchas cosas que pasan en el underground.
¿Cuándo creasteis vuestro sello (Discos Gele)?
Nil: El pasado enero.
David: Sí, pero está en construcción.
Nil: Es un proceso muy largo. Mucho papeleo. Tenemos tiempo, pero entre este proyecto y los nuestros personales, se nos hace un poco difícil dedicarle tiempo, pero lo afrontamos con mucha ilusión. Y creo que puede ayudar mucho a la escena, y a la cultura en general.
David: De hecho, hemos publicado el primer single de un grupo que no es La Élite. Se llama Infanta y ha sacado “Baile olvido”, que es un temón.
¿De dónde viene?
David: Es de Bilbao, vive en Madrid, pero ahora se muda a Barcelona. Y es un proyecto superchulo.
¿Qué otros artistas vais a incluir en vuestro sello?
David: De Barcelona está El Club, que es un proyecto de dos chicos del Raval. Están en su proceso de testear con cajas de ritmos, sintes y mucho Auto-Tune. Luego tenemos a Los Pintaos, que son de Sabadell (con ellos han lanzado recientemente un single conjunto bajo el título de “Forasteros”).
Nil: Es una banda con mucha actitud. Mucha personalidad y un imaginario muy heavy. Hay algunos con formación de músicos, y luego otro que es más artista, pintor y tal, y trabaja con merchandising. Y cuando hicieron un concierto, era el grupo con más merchandising que haya visto nunca. Tenían de todo: gorras, manos gigantes, popper…
David: Una barbaridad, son muy amos.
Nil. Y luego hay unos chavales argentinos que se llaman Mecha Corta. Estos nos pasaron unas demos por Instagram.
David: Flipamos.
Nil: Buah, está guapísimo. Y con su acento argentino y tal.
David: Claro, tienen unos códigos propios. Son del sur del país, de Ushuaia, y piensas: “¿Cómo hacéis una música así desde ahí”.
Nil: Les mola mucho la escena española del palo.
David: Y eso es todo por ahora. Y quien quiera que nos mande un correo a discosgele@gmail.com.
Vuestro último disco lo habéis autoeditado y movido sin apoyo de discográfica. ¿Por qué esa decisión de prescindir de una?
Nil: A ver, la única ayuda de una discográfica a día de hoy es que pone dinero. Entonces como nosotros ya tenemos algo de dinero, pues nos podemos autoproducir los discos, pagar los videoclips, los másteres, la mezcla. A partir de aquí, si lo hacemos nosotros nos quedamos con un margen de beneficio. Mientras que si lo hacemos con un sello nos quedaría una mierda, que es lo que pasó con nuestro puto último disco. Nos dijeron que nos habían hecho el mejor contrato de España.
David: Y era el peor, probablemente.
¿Qué margen os quedaba en ese contrato que firmasteis para el anterior disco?
Nil: ¿Era un 80/20?
David: 75%/25%. O sea, un 25% a dividir entre él y yo.
¿Sobre la venta de vinilos?
Nil. Sobre todo. Y sin pagarnos casi nada tampoco.
David: No sale a cuenta.
Nil: No.
David: Para eso ya lo hacemos nosotros. Es más trabajo, pero tenemos dinero para sacar el próximo disco, y luego para ayudar a chavales que nos molen.
Nil: Aparte mola porque en este disco hemos supervisado todo el proceso.
David: Claro, hemos aprendido mucho haciéndolo.
Nil: Y mola un montón, porque te desplazas a la fábrica y ves cómo hacen la impresión.
David: Te hace ilusión.
Nil: Es una nueva ilusión en la vida, es como tener un hijo al que puedes abandonar cuando quieras (risas).
Ambos tenéis proyectos en solitario. Nil (Yung Prado) y David (Diosito). ¿Se interrelacionan de algún modo estos proyectos? ¿Priorizáis alguno por encima del resto?
David: Todos son importantes.
Nil: No priorizamos ninguno, pero nos dejamos llevar. Hay temporadas en que estamos a muerte con La Élite. Y hay temporadas en que los otros proyectos necesitan más atención.
¿Os ayudáis mutuamente en los proyectos en solitario?
Nil: No, porque cada uno tiene un rollo muy distinto.
David: Alguna vez.
Nil: Además, somos los típicos que si él me pasa algo, o yo a él diríamos: “Guapísimo, tío”. A no ser que esté realmente demasiado guapo, que entonces diríamos “quizá no mola tanto, yo cambiaría eso” (risas). ∎
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