No resulta nada fácil que un proyecto encuentre su fórmula ganadora y sepa mantenerla en el tiempo. El viejo tópico de que un chiste solo hace gracia la primera vez. La música de La Élite nunca ha sido una broma, pero podría hacer pensar que su esencia sería efímera. Error: el dúo va por su tercer largo y no da síntomas de cansancio creativo.

En “Directos al infierno”, segundo disco del año y pieza de acompañamiento de “Escaleras al cielo”, Nil Roig (Yung Prado) y David Burgués (Diosito) ofrecen una ración más de su synth-punk espídico, a la vez que tratan de abrir sutiles puertas que dejan entrever por dónde podrán ir los tiros en el futuro. El álbum empieza donde lo dejaron los de Lleida: riffs de sintetizador en primerísimo plano de la mezcla, cajas de ritmos a toda pastilla, capas de guitarra eléctrica lo-fi y un particular carisma que se filtra en historias nihilistas, de noches imposibles y, a su manera, reivindicación social. La grabación, producción y mezcla ha corrido a cargo del propio Nil y la masterización es obra de Christian Wright en Abbey Road.

Ocurre en “Historia triste”, que sirve como bienvenida al universo La Élite: “Pasan los años, pasa tu vida / Pasan los meses, pasan tus días / Pasan las horas, también tus minutos / Este puede ser tu último segundo”. Una oda al carpe diem. “Perro pantera” es la quintaesencia de los catalanes. Calle, peligro, policía, violencia soterrada: “La policía se pone xunga / Saca el peregrí o te vas a la trena / Es pura raza, raza callejera / Es pura raza, se ríe y se mea”. Tetas Frías se suman en “Illuminati Corp”, un exabrupto lúcido en el que se juntan joyas de este calibre: “No más mentiras, la Tierra es puto plana / Y todos saben que su centro es Algüaire”. O “Willy Bárcenas, no nos engañarás / Tu padre está en la logia, no en Soto del Real”.

La faceta más pop –es un decir– de La Élite aparece en la pegadiza “Sangre azul” (primera puerta a un posible futuro). “Forasteros” añade un toque percutivo un poco funk-punk, en este caso junto a Los Pintaos. No se baja el listón, ni de los bpms ni de las historias de fiesta y juerga, siempre con un toque de humanidad que los hace extrañamente empáticos. La Élite podrían ser tus amigos. A veces la lían, pero no tienen mal fondo.

“Carafútbol” es seguramente la mejor canción de la colección. Otro tema que es La Élite 100% y donde lucen especialmente ingeniosos en su mirada siempre ácida y tremebunda a la realidad. Lo hacen, además, con una melodía irresistible que es imposible de quitarse de la cabeza. “Salimos de la fiesta / Metemos la primera / Los colegas nos esperan en el hospital”. Un microrrelato con presentación, nudo y desenlace condensado en tres versos. “Héroe sin capa” es otra viñeta social con filo absoluto: “Menudo polla fina siempre en el puticlub / Cena romántica en La Tagliatela / Ni una palabra sobre la mesa / La cena vale 30 y pide un Bizum de 60”.

“Fuera del disco-pub!” es exactamente lo que promete el título, en la versión más punk clásico (guitarras, espíritu RRV) de La Élite. La colaboración con Rojuu (“Cruz invertida”), en cambio, se vuelve a acercar al pop. “Lokos i punkarres” introduce el catalán como idioma vehicular antes de cerrar el disco con “Vivo en un cenicero”, esta vez junto a Gloory Hole.