Justin Green, en 1972, cuando publicó “Binky Brown conoce a la Virgen María”. Foto: Patrick Rosenkranz
Justin Green, en 1972, cuando publicó “Binky Brown conoce a la Virgen María”. Foto: Patrick Rosenkranz

Fuera de Juego

Justin Green, pionero del cómic REALMENTE autobiográfico

El pasado 23 de abril falleció el estadounidense Justin Green (1945-2022), autor clave en el comix underground de los primeros 70 como padre del cómic autobiográfico, un género que no existía antes de él y su “Binky Brown conoce a la Virgen María”.

10. 05. 2022

Justin Green fue el primer autor de cómic que, en los primeros 70, se atrevió a hacer confesiones autobiográficas de manera directa. Confesiones no solo embarazosas, sino también problemáticas, porque revelaban trastornos neuróticos importantes. Nacido en Boston el 25 de julio de 1945, de padre judío y madre católica, criado en Chicago y primo hermano del cineasta William Friedkin, consiguió entrar en la prestigiosa Rhode Island School Of Design en 1963 para estudiar pintura, pero fue expulsado en 1964. Volvió a Chicago y sufrió un accidente automovilístico grave que le llevó seis meses de recuperación. Retomó sus estudios artísticos en Rhode Island y en 1967 pasó su último curso como estudiante de intercambio en Roma. Allí tuvo el primer contacto con el comix underground que se estaba haciendo en Estados Unidos a través de una historieta de su estrella más rutilante, Robert Crumb. La textura áspera y grotesca de sus dibujos, que le recordaron a grabados antiguos, le dejó absorto; cuando leyó la historieta descubrió que ningún cómic le había cautivado tanto desde la revista ‘MAD’ de los 50 dirigida por Harvey Kurtzman, principal maestro de Crumb. El impacto le hizo abandonar su idea de ser pintor, un “artista serio”, para mirar hacia formas de arte popular. Pronto volvió a dibujar cómics, algo que no hacía desde el bachillerato, mientras sus cuadros abstractos empezaban a llenarse de figuras reconocibles.

En 1968 trabajó como profesor ayudante en la Universidad de Siracusa hasta que dejó el empleo para dibujar cómics a tiempo completo. En 1969 se trasladó a Nueva Jersey, entrando en contacto en la vecina Nueva York con el grupo de historietistas del tabloide underground ‘Gothic Blimp Works’ (1969), donde publicó una página de historieta basada en un show de striptease que vio con 16 años. Se mudó de nuevo, esta vez a Boston, donde siguió dibujando cómics mientras se ganaba la vida conduciendo un taxi. Agotadas sus prórrogas de estudios, entró en los sorteos para el servicio militar en la Guerra de Vietnam en un momento en que todo el mundo conocía a alguien que había muerto o había sido mutilado en ella. Por eso continuó trasladándose, escapando del reclutamiento hasta que, sintiendo una “llamada a las armas” bien distinta, se marchó a vivir a San Francisco, epicentro del emergente comix underground. “Los alquileres aún eran baratos y una onza de hierba decente costaba 25 dólares, la tarifa por página habitual”, declaró en el libro “Rebel Visions. The Underground Comix Revolution 1963-1975” (Patrick Rosenkranz, 2008). “Las antologías nacían a diario, y en aquellos días previos al exceso había un público real para cada título. Era posible vivir con siete o diez horas diarias a la semana. A cambio del trabajo esclavo, los que formamos el sindicato United Cartoon Workers Of America tuvimos libertad artística total para desatar nuestras fantasías talladas sobre la contracultura”.

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