En su primer largometraje, “Cravan contra Cravan” (2002), el guionista y director Isaki Lacuesta (Girona, 1975) se proponía discernir entre las diferentes personalidades de un poeta y boxeador, Arthur Cravan, en una suerte de biografía alterada que se iba construyendo sobre la marcha y de la que, en ocasiones, resultaba complicado descifrar la realidad inscrita en la leyenda sobre el artista. Más de veinte años después, en una codirección junto a Pol Rodríguez (Barcelona, 1977), Lacuesta recupera un proyecto cedido por su amigo Jonás Trueba y aplica estándares parecidos a los de su ópera prima: una “no-película” sobre Los Planetas. La negación alerta desde el comienzo de la cinta de que este alto en el camino de su habitual colaboración con la guionista Isa Campo, su pareja, no obedece a las leyes no escritas sobre lo que un biopic debería ser. “Segundo premio” (2024; se estrena hoy) se basa en pura rumorología en torno a la mítica banda de indie rock granadina para relatar, con cierto verismo y algunas fugas imaginativas, el momento previo a la grabación de su tercer álbum de estudio, “Una semana en el motor de un autobús” (1998).

Lo que sucedió de verdad, y lo que no, durante el transcurso de varios años en los que la banda se enfrentaba a la marcha de su bajista, May Oliver (Stéphanie Magnin), y las ambiciones y desencuentros entre su vocalista J y su guitarrista Florent (Daniel Ibáñez y el músico CRISTALINO) queda diluido en una atropellada incógnita causada por el traspaso de narradores del relato. A falta de las habituales intervenciones a cámara, propias de un documental, aquí las voces en off de los miembros en la ficción se van robando el relato las unas a las otras, contradiciéndose y aportando diferentes puntos de vista.

Le toca al espectador recomponer el puzle de una lúcida historia que coquetea con los géneros y lo metafísico del relato. ¿Qué es Los Planetas? ¿Un grupo desintegrado y remodelado? ¿Una pandilla de amigos? ¿Unos músicos de garage con ínfulas de banda de rock internacional? ¿Es esta, acaso, su verdadera historia? Fernando Navarro –artífice de “Malaventura” (2022)– y Lacuesta, guionistas de este “Segundo premio” que, en realidad, se hizo con el principal del Festival de Málaga, la Biznaga de Oro, no solo detonan las fórmulas más clásicas de la narración biográfica desde sus primeras líneas, sino que además cuestionan la oficialidad de toda historia que se alza como mito musical.

Pese a ello, el tono, el ritmo y la estética de “Segundo premio” no podría estar más contagiada de una identidad Los Planetas. El filme se percibe como si verdaderamente estuviese relatado por la banda de una manera caótica, desenfadada, divertida e incluso sentimental. Casi como si fuese una de sus letras costumbristas y sin rima. Casi como si el espectador estuviera asistiendo, y así lo disponen Lacuesta y Rodríguez, a un videoclip noventero, grabado en formato de cuatro tercios, en el que la letra de las canciones aparece en pantalla. Lacuesta afirmaba que su proyección ideal sería a modo de karaoke, en la que los espectadores pudiesen cantar al ritmo de “Desaparecer” o “Línea 1”. Pero más allá del fenómeno fan, tal decisión cumple con un sentido narrativo que hace del filme una película que perfectamente podría estar inscrita en los cánones del género musical.

Su tendencia hacia un realismo mágico no haría más que corroborarlo. ¿Una ruptura de pareja en mitad de un desierto nevado? ¿Un avión discoteca? ¿Un caimán en Nueva York? Lo real y lo poético se dan la mano en una historia que se eleva, ante todo, como un retrato subjetivo sobre la amistad y la música por encima de todas las cosas. “Segundo premio” se autoproclama como un regreso a finales del siglo pasado a través del vuelo psicodélico de las canciones. Una experiencia libre y eminentemente cinematográfica. ∎