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La acumulación de películas que se apodera de nuestras retinas y recuerdos cada año puede jugarnos una mala pasada. Sobre todo si un filme se ha estrenado a principios de año. A la hora de hacer el balance de lo que han dado los doce meses puede que ese título se quede en la zona de sombras de nuestra memoria. No ha sido así con otra zona, “La Zona de Interés” de Jonathan Glazer, película que hoy nos puede parecer un poco vieja –así de vertiginoso es nuestro tiempo– porque se presentó en mayo de 2023 en el festival de Cannes pero que entre nosotros no se distribuyó hasta el 19 de enero de 2024. En esta lista valoramos lo que ha llegado al máximo de espectadores en un año natural, sea en salas o en streaming; y pese a ser de 2023, el filme de Glazer ha ganado por goleada como mejor título de 2024 en España. Algo similar puede ocurrir con otras películas vistas ya en festivales este año y que no tienen estreno previsto hasta principios de 2025. Deberemos acordarnos de ellas, no sea que se nos escapen.
La sensación es que la cosecha cinematográfica ha sido notable. Películas culminantes de autores importantes (Glazer, Isaki Lacuesta, Alexander Payne, Alice Rohrwacher, Jonás Trueba, Radu Jude, Sean Baker, Almodóvar, Jacques Audiard, Todd Haynes), de cineastas recuperados para la causa aunque sea puntualmente (Wim Wenders), apuesta por todos los géneros (aunque poco o nada destacado de animación), bastante cine sobre música o músicos (anti-biopics de Los Planetas, Mauricio Aznar de Más Birras, Priscilla y Elvis Presley), surtido generoso del terror que no cesa y primeras o segundas obras fulgurantes (las de Sean Price Williams o Coralie Fargeat). El cine continúa instalado en una sensación de inestabilidad en cuanto a la asistencia a las salas, sorteando como puede la crisis profunda que dejó el confinamiento, pero la creatividad, de momento, no se resiente. Quim Casas
En la línea de algunos de sus últimos filmes, como “Sully” (2016) y “Richard Jewell” (2019), el nonagenario Eastwood, a quien muchos daban por acabado tras “Cry Macho” (2021), certifica con “Jurado Nº 2” un estado de forma pleno. Es un auténtico cuento moral, mucho más arisco del que permite la zona de confort hollywoodiense, en torno al miembro de un jurado que descubre que el caso juzgado lo tiene a él como implicado. Eastwood ametralla al espectador con una infinidad de cuestiones que debe plantearse. Quim Casas
Una de las películas de terror más estimulantes del año. Hasta ahora un secreto a gritos entre los fans del cine de terror, Osgood Perkins rompe el techo de director de culto con este cruce de thriller policial y horror sobre la naturaleza del mal. “Longlegs” tiene la capacidad de abducir y desestabilizar al espectador con su lógica narrativa y visual de pesadilla, el esoterismo de sus imágenes y el atractivo de uno de los monstruos (encarnado por Nicolas Cage) más singulares del terror reciente. Desirée de Fez
Prolongación de la formidable trilogía formada por “El reverendo” (2017), “El contador de cartas” (2021) y “El maestro jardinero” (2022), el último filme de Schrader no habla de alguien que oculta un pasado violento, pero el documentalista encarnado por Richard Gere y Jacob Elordi indistintamente ha vivido vanagloriándose de unas decisiones loables que no tomó. Impostura, verdad, autoficción, el tiempo presente enfrentado al pretérito cuando la vida llega a su fin. Cruel y elegíaco a la par. Quim Casas
Un musical, sí, con las estupendas y variopintas canciones de Camille y la banda sonora de Clément Ducol, pero también thriller de narcotraficantes, comedia disparatada, drama maternal y dilema moral. La capacidad de Audiard para transicionar entre géneros (cinematográficos) se asoma al abismo de lo inverosímil para ofrecer un torrente de sorpresas y giros inesperados que acaban encontrando un perfecto sentido en otra transición genérica: la de la persona que renace y se recompone física y moralmente. Ricardo Aldarondo
Un filme a partir del auge documentado de los infanticidios en la Austria del siglo XVIII podría haber originado la enésima muestra de cine de la crueldad. La dupla formada por Fiala y Franz sirve en cambio una espeluznante inmersión en el proceso depresivo, en un drama histórico que traza desde el rigor las múltiples causas (sociales, religiosas, económicas, patriarcales) que arrastran al abismo del horror a una mujer cualquiera (aquí una formidable Anja Plaschg) que solo quería llevar una vida normal. Eulàlia Iglesias
Casi nadie captura la intimidad como Andrew Haigh. Esta adaptación libre de una novela de Taichi Yamada remite a aquel revelador breve encuentro llamado “Weekend” (2011) y a instantes clave de la serie “Looking” (2014-2015), pero el director británico regresa a ese territorio privado, hecho de confesiones y vulnerabilidad, con la sabiduría y la madurez de estilo que dan la experiencia. Con ella, además, ha perdido cualquier miedo: véase la naturalidad con que aborda lo sobrenatural. Juan Manuel Freire
Sofia Coppola despoja de toda aura a Elvis Presley y ofrece una cierta visión del gran mito del rock’n’roll desde la perspectiva de su esposa, Priscilla Beaulieu Presley. Pero lo que cuenta es la experiencia de esta. Y lo que importa no es tanto el relato como el tono. El filme se convierte en la crónica pausada, sin alzar la voz –un relato íntimo e intimista–, del despertar femenino al amor, la sexualidad, la independencia de la familia, la fascinación por el mito… hasta que el sueño se agrieta. Quim Casas
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En una anacrónica Londres victoriana, una joven, Bella (Emma Stone), es devuelta a la vida tras suicidarse. El artífice de su resurrección es el prestigioso doctor (Willem Dafoe) que, a partir de entonces, será su custodio y, en cierto modo, su padre; porque Bella se ha convertido en una suerte de niña atrapada en el cuerpo de una mujer, un monstruo en el que conviven una curiosidad e inocencia infantiles con los vicios y pasiones de un adulto. La agenda política de “Pobres criaturas” es más explícita que la de “Canino” (2009) –que partía de una premisa similar– y también está más desarrollada. Andreu Marves
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Guadagnino se las vuelve a ingeniar para situar la mirada en lugares imposibles y ofrecer nuevos puntos de vista. ¿No es acaso este el propósito del cine? Una relación a tres, en una pista de tenis donde solo caben dos, sirve como búsqueda obsesiva de un sentimiento perdido. La misma devoción que el cineasta siente por Zendaya, Mike Faist y Josh O’Connor. Y no es de extrañar: sus idas y venidas dentro y fuera de set, además de la famosa ingesta de churro, también derrochan una sensualidad desbocada. Alberto Richart
El desbaratamiento del biopic musical clásico que ocasiona “La estrella azul” no es un ejercicio intelectual en busca de la ruptura de esquemas del género, sino una búsqueda intuitiva, osada pero también natural, insólita pero nada forzada, del propio proceso de cuestionamiento y avance instintivo y arriesgado que fue la vida de Mauricio Aznar (1964-2000) y sus decisiones artísticas y sentimentales tras abandonar Más Birras. El filme entra en el backstage de sus sentimientos y en el viaje que lo lleva impulsivamente a Argentina, a la búsqueda de otra forma de relacionarse con la música. Ricardo Aldarondo
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El encaje del director de “The Florida Project” (2017) y “Red Rocket” (2021) en Hollywood es complicado: si bien sus retratos humanistas de individuos expulsados a la periferia del Sueño Americano deberían servir a una industria que se pretende concienciada –especialmente durante la temporada de premios–, su sentido del humor es demasiado amargo y su dramatismo, carente de condescendencia, es ajeno tanto a los felices giros del destino como a la lágrima fácil. “Anora” (Palma de Oro en Cannes) así lo demuestra con una inteligente actualización de los códigos de la comedia screwball, sin azúcares añadidos. Andreu Marves
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Haynes pone en escena el triángulo que conforman un matrimonio y una actriz; la pareja formada por una exprofesora que hace 20 años sedujo a su entonces alumno y con quien acabaría casándose tras un embarazo y un escándalo, y una estrella de Hollywood que acaba de llegar a Savannah para un biopic sobre ese romance prohibido. El director, mediante una mirada lo suficientemente irónica, consigue escarbar en la superficie luminosa de ese aparente feliz matrimonio y dejarnos entrever las grietas de esa extrañísima comunidad que ha continuado con su vida como si nada hubiera pasado. Paula Arantzazu Ruiz
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Atraviesa el espejo y viaja junto a la joven Lillian, nuestra particular Alicia, por unos Estados Unidos de (retorcido) cuento de hadas, tierra de desorientados activistas antisistema, académicos neonazis, cineastas de fogueo o yihadistas amantes del EDM. El debut en la dirección de Sean Price Williams –director de fotografía en filmes de los hermanos Safdie– huele a clásico de culto, capaz de salir airoso del lodo edgelord mientras se pone un lazo de coquette alucinado. Mutabilidad al poder en esta sátira divertidísima –imperdible el tiroteo, escena cómica del año– que cortocircuita el culto a las barras y estrellas envolviéndose en ellas. ¿Tendrá algún crédito Lana Del Rey? Anton Casas
La última película de Almodóvar podría formar un díptico crepuscular con “Dolor y gloria” (2019), solo que si en dicho filme el cineasta parecía invocar al Federico Fellini de “8 ½” (1963), aquí son la desesperanza y el vacío (existencial, formal) de la obra de Ingmar Bergman los que se apoderan del relato. “La habitación de al lado” podría encajar en la definición de “minimalista” al centrar la narrativa en dos personajes principales, dos mujeres y (casi) un único espacio, pero también en el uso conscientemente limitado, y riguroso, que el autor hace de sus recursos expresivos. María Adell
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La comunidad del filme está a tiro de piedra en coche de Tokio y tiene un restaurante de udon regentado por una joven que ha huido de la ciudad. Después del primer tramo más expositivo, el nudo de la película transcurre en la sala donde los lugareños se enfrentan a los representantes de la empresa de glamping (camping glamuroso, menuda mezcla) que quieren instalarse en la zona, y lo que sigue va de la epifanía humanista a un desenlace más bien críptico, incluso siniestro, que nos servirá para repensar esta fábula ecologista donde el capital de la capital corrompe, de diversas maneras, el paraíso primigenio. Philipp Engel
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Con esta sátira corrosiva, Radu Jude toma el pulso al espíritu de nuestros días. A través de un grotesco y deslenguado avatar virtual llamado Bobita, la protagonista escupe ese desprecio y bajeza que riegan los cenagales virtuales desde donde se alimentan las nuevas élites populistas. Cuando no suelta exabruptos por TikTok, el personaje real arrastra la precariedad y el maltrato laboral, otro síntoma de las nuevas modalidades capitalistas. Y por si no hubiera suficiente con la acidez volcada en el escrutinio del presente rumano (y global), Jude desafía las formas y los tempos cinematográficos, como en su extraordinaria secuencia final. Marc Muñoz
Ya en los primeros minutos de “El cielo rojo” intuimos que las cosas no van a salir como esperaban sus protagonistas, pero Leon y Felix, dos jóvenes instalados durante unos días en una casa compartida junto al mar Báltico, jamás imaginarán el giro que el destino les tiene preparados. Un verano que debería ser como los de los filmes de Éric Rohmer –no en vano Christian Petzold se recrea en los estilemas del director francés– se transforma en una tragicomedia sobre un hombre enfadado con el mundo (un magnífico e irritante Thomas Schubert) y, en última instancia, en una obra sobre la catástrofe íntima y la histórica. Paula Arantzazu Ruiz
En tiempos de mayor exposición visual, en los que parte de las vidas individuales son compartidas en redes sociales y se considera que está todo visto, resulta curioso cómo quedan imágenes que consiguen hipnotizar por su brutalidad, bien sea estética o simbólica. “La sustancia” reflexiona, a través de una retorcida historia de villana de cuento en busca de la belleza perpetua, sobre el concepto de la imagen, así como de su contradictorio poder de atracción y repulsión. Un Eros-Tánatos del ojo que tan pronto encuentra el placer visual en las curvas y que es susceptible al cambio cuando la acumulación roza el escorzo, la saturación, lo aberrante. Alberto Richart
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En España, las separaciones entre las parejas jóvenes sin hijos siempre fueron muy radicales: nunca más se supo. Todo lo contrario ocurría al otro lado de los Pirineos, donde a menudo se mantenía una cierta amistad y hasta continuaban las relaciones con la que una vez fue familia política. Los tiempos han cambiado y Jonás Trueba sigue siendo el más afrancesado de nuestros cineastas, por lo que no resulta extraño que los personajes encarnados por Vito Sanz e Itsaso Arana afronten la ruptura de su pareja de ficción con una sonrisa, cero dramas y hasta la perspectiva de una fiesta de separación, concepto innovador que será el clímax de la película. Philipp Engel
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Esta joya de Alice Rohrwacher forma trilogía con “El país de las maravillas” (2014) y “Lazzaro feliz” (2018). Comparten un realismo mágico y atemporal protagonizado por zarrapastrosos que viven al margen de la sociedad: aquí son un clan de ladrones de tumbas etruscas. La crítica suele señalar la segunda, realmente sublime, como la mejor de las tres. Pero este fan nunca podrá olvidar la vibrante sensualidad que se palpa entre la brasileña Carol Duarte –que recuerda curiosamente a una Isabella Rossellini, también en el cast, de joven– y el británico Josh O’Connor, que encarna al último gran hombre del traje blanco de la historia del cine. Philipp Engel
En la primera secuencia del filme, el personaje de Léa Seydoux transita por un croma. Un director le indica cuándo agarrar un cuchillo de una mesa y en qué momento gritar de pánico por una presencia no corpórea; esa bestia figurada que la actriz debe invocar con su mirada en un punto determinado del ubicuo verde. Esa misma secuencia será después materializada en una lujosa casa angelina donde impera un terror doméstico siniestro y vigente. Lo sugerido –incorpóreo y artificioso– en el primer set se torna real. Ahí está la primera llave para decodificar el intrincado relato que despliega a continuación, una dualidad entre realidad y simulacro. Marc Muñoz
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Wenders, a sus 78 años, vuelve a ser protagonista con su último largometraje, “Perfect Days”, como si estuviera marcando un ciclo en el que la sencillez y la sobriedad volvieran a imponerse para quien alcanzó altas cotas de inspiración con “Paris, Texas” (1984). El cineasta alemán se fue esta vez a Tokio para filmar, aparentemente, algo tan anodino como los modernos aseos públicos de la capital japonesa en lo que se asemejaba a un simple encargo. Y con el eje de un protagonista cuya rutina consiste en limpiarlos cotidianamente desplazándose en camioneta de su casa a los diferentes puntos de estos lavabos en los parques de la ciudad. Este viaje a Tokio le ha servido para un bienvenido recogimiento, en el que seguimos el quehacer del protagonista intrigados por cuál es su origen y por qué ahora hace este trabajo, a los 60 años. Wenders reconoce que es “quizá la película más serena” que ha hecho. Vicenç Batalla
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El melancólico rasgueo de guitarra de “Silver Joy”, de Damien Jurado, suena sobre los títulos de crédito de “Los que se quedan”, una sucesión de paisajes nevados que muestra la actividad de una aislada comunidad escolar en la Costa Este de Estados Unidos a inicios de los setenta. La canción de Jurado parece sintetizar la propuesta formal de este filme extraordinario que podríamos considerar un regreso en plena forma de Payne tras el desvío que supuso la irregular, aunque interesante, “Una vida a lo grande” (2017). “Los que se quedan” es, en primer lugar, el homenaje de Payne a una era pretérita del cine norteamericano –la de los autores de la contracultura y del Nuevo Hollywood– y, en segundo, la constatación de que el director de “Entre copas” (2004) sea tal vez –junto a James Gray, Paul Thomas Anderson y Richard Linklater– uno de los descendientes más directos de aquella generación de cineastas. María Adell
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“Segundo premio” es una “no-película” sobre Los Planetas. Se basa en pura rumorología en torno a la mítica banda de indie rock granadina para relatar el momento previo a la grabación de “Una semana en el motor de un autobús” (1998). Lo que sucedió de verdad, y lo que no, durante el transcurso de varios años en los que la banda se enfrentaba a la marcha de su bajista, May Oliver, y las ambiciones y desencuentros entre su vocalista J y su guitarrista Florent, queda diluido en una atropellada incógnita causada por el traspaso de narradores del relato. A falta de las habituales intervenciones a cámara propias de un documental, aquí las voces en off de los miembros en la ficción se van robando el relato las unas a las otras, contradiciéndose y aportando diferentes puntos de vista. Le toca al espectador recomponer el puzle de una lúcida historia que coquetea con los géneros y lo metafísico del relato. Alberto Richart
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Un atardecer, Rudolph Hoss, comandante de las SS encargado de llevar al límite industrial la maquinaria de aniquilación de Auschwitz, sale al jardín de su residencia familiar para fumarse un cigarrillo. Empeñado en cerrar un grifo que gotea en la piscina que ha hecho cimentar para los niños, se le echa encima la noche mientras al fondo resplandecen las llamas que escapan por la chimenea del horno crematorio. Adaptación libre de la novela de Martin Amis desollada de cualquier artificio literario, “La Zona de Interés” se articula sobre esta contraposición de dos planos delimitados visual y conceptualmente por el muro que abstrae en sí misma la vivienda de los Hoss. A un lado, un entorno íntimo trazado con tiralíneas neoclásico, resplandeciente en su blancura glacial, protegido por ese jardín que agrupa los tres elementos del locus amoenus clásico –árboles, prado, agua– que Glazer exhibe en deslumbrantes trávelin laterales. Al otro, un no-espacio, el del lager, fuera de campo pero omnipresente en los ecos lejanos de disparos, ladridos, gritos desesperados, en el inasible aire oleaginoso que de él emana hasta impregnarlo todo: los dientes de oro con los que juegan los niños, los restos humanos que arrastra el río, la ceniza que sirve de abono para hacer crecer flores de colorido fastuoso.
La película muta en su segunda parte, cuando unas secuencias a medio camino entre lo fantástico y lo onírico diluyen este esquema cartesiano y una deriva final desemboca en la contemporaneidad para exhibir la ascesis más aberrante de Auschwitz, sus cámaras de gas. Todo queda enmarcado por un plano reflejado como en un espejo a modo de obertura y coda: la pantalla vira a negro y se abandona a la impecable banda de sonido de Mica Levi, auténtico eje central de su esencia más pura. Soberbiamente filmada, “La Zona de Interés” es la materialización de un cine que Jean-Luc Godard consideraba imposible por intolerable, el que cristalizara en la rutina cotidiana de los verdugos una banalidad del mal que enraíza la cinta de Glazer en el mismo sustrato que los ensayos históricos más rigurosos o películas que trascienden esta condición como “Noche y niebla” (Alain Resnais, 1956) o “Shoah” (Claude Lanzmann, 1985). Felipe Cabrerizo
1991 El silencio de los corderos Jonathan Demme / 1992 Sin perdón Clint Eastwood / 1993 Los amantes del Pont-Neuf Leos Carax / 1994 El gran salto Joel Coen / 1995 Exótica Atom Egoyan / 1996 Secretos y mentiras Mike Leigh / Rompiendo las olas Lars von Trier / 1997 L.A. Confidential Curtis Hanson / 1998 Hana-Bi (Flores de fuego) Takeshi Kitano / 1999 La delgada línea roja Terrence Malick / 2000 Ghost Dog, el camino del samurái Jim Jarmusch / 2001 En construcción José Luis Guerin / 2002 Mulholland Drive David Lynch / 2003 Dogville Lars von Trier / 2004 ¡Olvídate de mí! Michel Gondry / 2005 Una historia de violencia David Cronenberg / Saraband Ingmar Bergman / 2006 Grizzly Man Werner Herzog / 2007 Last Days Gus Van Sant / 2008 Antes que el diablo sepa que has muerto Sidney Lumet / 2009 Malditos bastardos Quentin Tarantino / 2010 Toy Story 3 Lee Unkrich / 2011 El árbol de la vida Terrence Malick / 2012 Holy Motors Leos Carax / 2013 The Master Paul Thomas Anderson / 2014 Boyhood (Momentos de una vida) Richard Linklater / 2015 Mad Max. Furia en la carretera George Miller / 2016 Paterson Jim Jarmusch / Carol Todd Haynes / 2017 El otro lado de la esperanza Aki Kaurismäki / 2018 Cold War Paweł Pawlikowski / 2019 Retrato de una mujer en llamas Céline Sciamma / 2020 Martin Eden Pietro Marcello / 2021 Titane Julia Ducournau / 2022 Drive My Car Ryūsuke Hamaguchi / 2023 Fallen Leaves Aki Kaurismäki ∎
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