Serie

Soviet Jeans

Stanislavs Tokalovs & Teodora Markova

(T1, Filmin)

Por Anna Enguix

20. 03. 2025

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Han pasado décadas, pero los locos de la moda vintage seguimos babeando por los Levi’s 501. No cualquier vaquero: el 501. Azul oscuro, etiqueta marrón con tipografía roja, ese pedazo de tela con apellido Strauss que lleva más de un siglo abrazando caderas. No es solo que queden bien o que sean cómodos, es que la marca es una declaración de intenciones: dos caballos tirando en direcciones opuestas de un par de jeans, como si alguien, en algún momento, hubiese intentado partirlos en dos y hubiese fracasado estrepitosamente.

Esa imagen es la que ilustra, de forma bastante poética, la serie letona “Soviet Jeans” (2024; Filmin, 2025), creada por Stanislavs Tokalovs y Teodora Markova y premiada en el festival Séries Mania de Lille. La historia transcurre en la Letonia soviética de los setenta, donde Renars (Karlis Arnolds), un sastre con más arte que futuro, sobrevive entre el vestuario oficial y el trapicheo clandestino de ropa y tabaco occidental. Porque en aquel entonces, en la grisura soviética, un paquete de Marlboro o un vinilo de Led Zeppelin valían más que el oro, y la gente pagaba lo que fuera por un pedazo de Occidente, aunque fuera de contrabando. Pero en la URSS tener estilo podía costarte caro. Renars, que además de buen sastre era un mal amigo de la KGB, acaba en un hospital psiquiátrico acusado de conducta “antipatriótica”. Es allí, entre otros internos con delitos similares –pensar demasiado, querer demasiado– donde encuentra su idea de negocio: falsificar Levi’s. En un lugar donde la locura era castigo, él convierte la suya en un plan perfecto.

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El problema es que un buen plan siempre se complica. Los pantalones empiezan a venderse y la gente se pregunta de dónde salen. Demasiados tipos con uniforme comienzan a sospechar que si la moda occidental está inundando Letonia no es porque el viento la haya traído del otro lado del Telón de Acero. Pero como sucede siempre con los protagonistas extremadamente carismáticos y bonachones, Renars no está solo. Su nueva novia, una directora finlandesa invitada a Letonia para montar “Hamlet”, su abuela, sus amigos, todos, se organizan para mantener viva la argucia. Unos falsifican, otros distraen y otros fingen no saber nada. El clásico arte de hacer como que aquí no pasa nada mientras pasa de todo.

Y todo esto no se cuenta en un esprint. “Soviet Jeans” no es una serie al estilo TikTok, no viene con la prisa de los 30 segundos ni con la necesidad de gritar cada dos frases. Son ocho capítulos de una hora, con un guion sólido y capítulos coherentes. Por eso, y con razón, tendrá segunda temporada. Qué ganas. Renars se ha ganado un espacio en nuestro corazón y sus compatriotas soviéticos también. Quedamos por lo tanto a la espera de saber si los dos caballos que tiran de unos Levi’s falsificados pueden aguantar tanto como los originales. ∎

La libertad por unos pantalones.
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