El primer trabajo en largo de Dan Snaith en cuatro años bajo el alias de Caribou rompe de plano con el aura melancólica de sus dos anteriores álbumes, “Our Love” (2014) y “Suddenly” (2020), y nos adentra en un microuniverso de optimismo total con alguna concesión a la introspección, como en “Campfire”.
Y en el otro extremo, todo lo demás. En este sentido, “Broke My Heart” arranca el disco con una declaración total de intenciones, una ración dance atemporal que podría haber sido compuesta hace treinta años, pero que él ha invocado en una era mainstream para la música de baile en la que, tal como muestran los últimos LPs de Floating Points o Four Tet, las intenciones generales son las de recuperar una sensación tan básica como desprejuiciada: el entretenido brote house que pone título al álbum es el ejemplo idóneo para entender el estado de euforia de cada una de las doce muestras aquí encapsuladas.
Aun más representativo que estas intenciones es el guiño, motivado por la recreación temporal aquí dispuesta, que hace en “Volume” al eurodance. Este también es uno de los temas más anfetamínicos de todo el lote, en el cual no se podría hablar de altibajos, pero rara vez de excelencia. Eso sí, a ver quién puede resistirse al contagioso tremor disco a lo Daft Punk con el que enfila la recta final de este jacuzzi al pasado en toda regla.
Donde también se hace muy presente el reflejo del icónico dúo francés es en el fabuloso minuto y medio que dura “August 20/24”, con la presencia de un cruzado de voz vocorizada y sonidos de psicodelia gamer realmente infeccioso.
Por su parte, “Over Now” podría ser un tema de Ariel Pink, dentro de su continua oda a la radiofórmula de la primera mitad de los años ochenta. Pura ambrosía extraída de lo más profundo de la efervescencia nostálgica.
“Come Find Me” es otro de los puntos álgidos de un disco que sabe jugar sus bazas por medio de un ensamblaje de beats house, tan orgánico como sutil, y un carrusel de voces perfectamente integradas en el discurso del estribillo y el coro cuadrado únicamente para el éxtasis de la pista de baile, como si estuviéramos hablando de un fake de voces sampleadas en tan sugerente como efectista fila india de ritmos expuestos a mayor gloria de los objetivos de Snaith.
En general, estamos ante un disco muy homogéneo, de notable bajo, el cual suena casi a alegato contra la liturgia IDM, aunque también un poco a resultado de Inteligencia Artificial… Un álbum que se sustenta en un maletín repleto de efectos y sonoridades que juegan siempre con el subconsciente del oyente cuarentón. ∎
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