Single

Carlos Ordóñez

RetortoiroFerror, 2021

13. 12. 2021

Dieciséis años después de su última manifestación discográfica, quien fuera conocido como Prozack retorna bajo su propio nombre, mediante “Retortoiro”, EP de cinco canciones con el que arranca la nueva etapa de una trayectoria que a finales de los 90 fue básica para introducir la corriente minimal techno bávara patentada por gigantes en la materia como Monolake y Porter Ricks. Más allá de Prozack, su carrera nos ofreció momentos a reivindicar, como su alianza con Silvania, además de proyectos tan interesantes como Grado 33 y Nómadas.

El propio Carlos Ordóñez explica que durante todo este tiempo de silencio no dejó de componer y grabar ni un solo día. Cosecha en ciernes de la que comienza a ofrecernos sus frutos por medio de piezas tan magnéticas como las que conforman este trabajo, basado en una selección escogida entre una treintena grabadas en estos tres últimos años.

En cuanto al resultado final, este no podría haber sido más sobrecogedor. Pura abstracción minimalista en la que ha destilado su sabiduría en la composición de texturas tejidas desde el mundo onírico. Toda una gama de ritmos burbujeantes e hiperorgánicos dispuestos en momentos magistrales como “Toda luz perdida”, microtechno paisajista con el que cierra esta primera fase en su nuevo caminar. Y lo ha hecho por medio de una plasmación absoluta de su metodología. En su caso, basada en evitar los sintetizadores software, lo cual ha conseguido por medio de un empleo ensoñador de la hibridación analógica y digital de sus propios sintetizadores, en un trabajo que él mismo ha descrito como emocional y personal.

Desde luego, estas dos características subyacen en temas como el que pone título a este disco, donde la química dub es disuelta en un pozo de belleza cósmica perdida en su propio ritmo incorpóreo. Dicho aspecto es la dinámica general articulada en este festín de efectos calculados con precisión microscópica, que ha dado pie a monumentos de sonoridad gaseosa como “Bienvenidos a la Chapelle”, cibernética lluviosa, geográfica de sus orígenes atlánticos; también expuesta en la hipnosis profunda llevada a cabo en “Europa (un eco)”.

No hay detalle sin pulir en tan perfecta definición de un modus operandi que el vigués ha llevado al límite en una demostración de lo que ya fue sobresaliente en su momento, pero que ahora alcanza una semántica renovada de su genoma creativo, depurado en un estilo de relieves finos y profundos como un agujero negro. Los mismos que promete ampliar con más aristas y una inmersión en terrenos más inhóspitos en el LP que ha anunciado para 2022 y que, por otro lado, confirma la relevancia ascendente de un sello discográfico como Ferror Records, ahora mismo el vivero más imponente y representativo de la música hecha desde las profundidades del underground gallego.

A la espera del alumbramiento de dicho álbum, lo que tenemos aquí no solo alimenta nuestros sueños de lo que está por venir, sino que también confirma lo que nunca debimos olvidar: la importancia capital de Carlos Ordóñez en la evolución de la música electrónica en España a lo largo de estas tres últimas décadas. ∎

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