Tuvo que haber algún error con la distribuidora, puesto que “FOREVER 21 (VOL.2)” aparecía en Spotify por duplicado el día de su lanzamiento (el pasado jueves, 11 de abril). Uno de los archivos guardaba las reproducciones de “TODOS LOS DÍAS” y “HAZ LO QUE QUIERAS”, que, como singles escogidos, rondan las 30-50 mil escuchas. El otro, en cambio, tenía el contador a cero. Puedo imaginar a alguien de mal humor, mientras que otro estaría apagando un fuego de última hora (el modus operandi de la industria del disco). Tal problema se solucionó enseguida, y actualmente no hay ni rastro de ese archivo extra. En realidad, el nuevo EP de Chico Blanco bien podría ser denominado mixtape y consumirse a través de SoundCloud / Bandcamp: en él, se despoja de casi cualquier estructura pop que lo acompañó en sus orígenes, prevaleciendo la DJ session como núcleo del producto. De hecho, su EP parece un preludio larguísimo a sus adelantos: esto se debe, quizá, al deseo de insertar el trabajo en unos códigos y una escena que parecen no pertenecerle. Por supuesto que la plataforma de streaming condiciona la intención de la escucha, aunque intente llegar a un público que no se ha criado en la escena electrónica. Da la sensación de que con Chico Blanco sucede, en el extremo opuesto, lo que con Derby Motoreta’s Burrito Kachimba en el stoner rock: ¿por qué, a efectos prácticos, terminan compartiendo cartel con Viva Suecia o La La Love You? Muchos pueden decir que “nos la han colado”, sin ser eso un juicio de valor sobre la calidad de su trabajo.

Desde “FOREVER 21 (VOL.1)” (2023) ha pasado un semestre: el concepto no ha variado ni ha tenido tiempo de madurar, por lo que la segunda parte del trabajo prosigue con esa narrativa a caballo entre el hedonismo y el nihilismo que, tal y como su propio nombre indica, son tan propios de la juventud. Entonces ¿por qué dividirlo en dos? Suponemos que, en primer lugar y pese a no ser un DJ-mix propiamente dicho, la separación por tracks es tan sutil que despuntaría con las diferencias estilísticas (aunque mínimas) de su primera entrega. Por otra parte, no podemos olvidar que Chico Blanco, a sus 21 años, es un nativo digital y sabe manejar con maestría el timing de su audiencia. Hay más ambient que en su predecesor e, incluso, algo de post-rock industrial (“SOLO…>.<”), pero también drone y un art-pop incapaces de huir del avant-garde del centro del tablero: el solo sintetizado de “OKEY”, sin intención pretenciosa, recuerda a las flautas traveseras de Ralphie Choo y su corte decimonónico (salvando las distancias).