Con su lengua vernácula como vehículo central expresivo, así es como se presenta Christine And The Queens en su más reciente trabajo, enfocado como prólogo de un álbum pensado para ser publicado en 2023. En este sentido, cuando menos, choca bastante que un LP con más de cincuenta minutos de duración y trece canciones esté planteado como una especie de apertura de algo más grande. Más, con la temática conceptual que rige sus coordenadas, estructurada a través de la historia del arcángel Miguel y el poso autobiográfico. Y donde también tienen su peso excusas como las presencias fantasmagóricas vividas por Gena Rowlands durante “Opening Night” (1977), obra cumbre de su marido John Cassavetes. Con semejante mejunje narrativo, Christine se lanza al ruedo, sin olvidar rebautizarse como Redcar, a tenor de su obsesiva visión de coches rojos tras la muerte de su madre.

Desde luego, ambición bizarra no le falta a la de Nantes, que despliega un elegante entramado synthpop como timón de un trayecto por el cual tampoco podemos decir que estemos ante el conjunto de canciones más inspirado de su carrera. Ni mucho menos. El problema, haber concebido un planteamiento en el que, incluso, en “La Clairefontaine” puede llegar a sonar la versión pop de Mike Oldfield.

Los ecos del grower pop a lo Lorde están presentes, aunque la referencia más obvia es la estilización cabaretera synthpop formulada en su momento por Soft Cell. Desde luego, cortes como “Les étoiles” no pueden ser más representativos de dicha deriva, en la que no falta el intento de Christine por equiparar su canto con el de Mr. Marc Almond. El problema de un eco tan presente no está en haberlo planteado, sino en la sensación permanente de estar ante un cancionero donde las formas no están a la altura del contenido. Salvo en raras ocasiones, como en las estimables “Rien dire” o “Je te vois enfin” (por cierto, esta última con un indudable regusto al “Voyage Voyage” de Desireless), los cortes que componen “Redcar les adorable étoiles (prologue)” no consiguen alzar el vuelo con identidad propia, pero sobre todo nunca nos ofrecen algo más allá de estar ante una yincana artificiosa de arquetipos alambicados entre las brumas dream pop sinte de “Angelus” y las crecidas ochenteras bajo las luces de neón de cortes como “Looking For Love”; este último, una viva representación del “Hounds Of Love” de Kate Bush en sus enzimas creativas, aunque muy lejos de la reina del sophisti-pop.