Martyna Maja, VTSS, mimando los bajos, dándoles distintas formas, haciendo que muten, con sutileza, en su revestimiento exterior. Raushaan Glasgow, LSDXOXO, desatándose en agudos hardcoretas. Y entre medias un bombo berlinés que sirve casi siempre de colchón. Revelándose como un b2b más en tensión que en armonía, esta fiesta de hard dance, electro
queer y cantaditas perturbadas esconde, realmente, mucho macarreo, exhibiendo (en el Cupra) una actitud feísta a la hora de servir los ritmos y los
drops. Y termina convertida en una rave un poco desordenada, con un anacrónico punto retrofuturista y una sensación caótica, entregada en sus momentos finales completamente a la zapatilla. Un final premonitorio: el verdadero caos y el verdadero hardcore estaban por venir.
Diego Rubio