“GRX” es el eslogan visual que Granada adoptó en el año 2020, las siglas que la distinguen en el lenguaje aeronáutico y la abreviatura que usan los más jóvenes para referirse a la ciudad en redes sociales. A partir de ahora, también es el título del nuevo trabajo de Lola Índigo, una carta de amor hacia su tierra y un compendio de colaboraciones de artistas oriundos de la provincia.

Pese a que, como cualquier EP (bautizado como disco en plataformas pero con duración menor a la media hora), el peso en el grueso de su discografía se ideó como algo más ligero, puede que sea su trabajo más interesante hasta la fecha: con “GRX”, Miriam Doblas deja de lado los esquemas superficiales sobre la construcción de la feminidad en base a los que había sustentado su carrera –demasiado dicotómica en trabajos como “Akelarre” (2019) o “La niña” (2021), cuyos prototipos de mujer eran opacos y no dejaban entrever la plasticidad del ser humano– para dar paso a un concepto en el que ha sabido bucear mejor, que resumido coloquialmente se traduce en “viva Andalucía, coño”.

Sonoramente, también parte de una directriz sencilla: la fusión de la música urbana (en su cercanía con el neopop menos suburbial) con el flamenco (más rumbero que otro palo), algo que se ha visto hasta la saciedad en el underground español desde “El mal querer” (2018). Lola Índigo no es Rosalía, pero no es esa su intención, pues lleva la falsamente novedosa tendencia hacia los circuitos más comerciales (está más cerca de Andy y Lucas que de Califato ¾). Así, pareciera que el cometido más importante del trabajo fuese españolizar el mainstream que vino de fuera en la última década (reinventando el flamenco pop dosmilero en el contexto actual) y otorgarle a lo suburbano una identidad autóctona: Mimi encuentra el carácter nacional en su tierra natal.

Así, cada tema es una colaboración con un artista (y un estilo) de la provincia. El trabajo se abre con “MALA SUERTE” junto a Dellafuente, en el que mezcla un drum’n’bass reposado con una caja tan aguda que casi suena a claps. “Me he dejao’ toa’ la voz de gritarte bulerías” es lo que canta Lola Índigo en el puente del tema: bulería no hay ninguna en todo el álbum, por lo que entendemos que la identidad se refuerza más discursiva que musicalmente. “DE PLASTILINA”, junto a Pepe y Vizio, realza los tópicos previamente mencionados con una producción tardonoventera y se convierte en una de las canciones más prototípicas del trabajo. Por su parte, Maka se arrima en “EL CONDENAO” a los ritmos latinos más cercanos al ecuador.

Con La Zowi ha hecho en “YO TENGO UN NOVIO” su propia versión de “Toma que toma”, bajo la lírica propiamente explícita de la que revolucionó internet con las barras más sexuales de la música en español: “Yo tengo un novio que me come el coño, que me dice sucierías y que me agarra del moño” es su adaptación de la letra original en una canción que acaba como una speed up version de sí misma. Ese roce con el hyper continúa con la distorsión vocal (agudizada) de “LA PRIMAVERA” junto a La Plazuela, en la que se mantienen los resquicios funk propios del dúo: hay más de La Plazuela que de la extriunfita en el tema, y es que, en general, más que un disco de Lola Índigo con colaboraciones, parece que Doblas haya colaborado en los temas del resto. Con “SI TE VAS”, un featuring con ella misma en su diminutivo más cariñoso (y su perfil vinculado a sus pasos en OT), procura cerrar una etapa bajo el reguetón-rumba-bachata que conecta a la Mimi del presente con la anónima y, por tanto, la más cercana a su infancia y raíces.

También forma parte del disco “GRX5” junto a Saiko, si bien la granaína ha afirmado que la canción no se podrá escuchar hasta 2024: “Aún queda GRX para rato” afirma, por lo que entendemos que el EP y su post-single son la carta de presentación de una nueva etapa.

En resumen, “GRX” no es un proyecto de música urbana (aunque toma los elementos más poperos de esta) y tampoco es un trabajo de flamenco (es, podríamos decir, aflamencao). La oleada de flamenco-fusión que tuvo lugar en la España post-Rosalía, a la que se han sumado otros nombres como Judeline, y el auge del folclore en el indie nacional son las causas de “GRX” pero no su influencia más inmediata: la rumba popera ya existía en España en los tiempos de Kiko y Shara. Veinte años, globalismos y un par de vanguardias más tarde, tenemos a la artista aprovechando un caldo de cultivo underground previo para hacer, ni más ni menos, un álbum de pop. ∎