Álbum

Pongo

SakidilaVirgin-Universal, 2022

19. 04. 2022

El nuevo afropop, que ha llegado como un vendaval para insuflar a la música africana una frescura adictiva, expande, desde Nigeria y Sudáfrica, por todo el continente y la diáspora una ola de modernidad. La última prueba de ello es Engrácia Domingos da Silva (1991, Luanda), para el arte Pongo –en honor a M’Pongo Love, una cantante de soukous congoleña feminista, convertida en referente para las nuevas generaciones de mujeres africanas–, criada en Lisboa, donde sus padres emigraron huyendo de la guerra.

Su nombre tuvo un espaldarazo brutal al participar en “Kalemba (Wegue Wegue)”, el gran éxito de Buraka Som Sistema, máximos representantes de la fiebre del kuduro que se vivió en la primera década del nuevo milenio. De Angola a Lisboa y al mundo, combinando rap con electrónica bailable, tribal punk y techno. Ese feeling permanece intacto en el nuevo trabajo de Pongo, que, además, incorpora las actuales técnicas de producción y se abre a otros estilos. En este sentido se ha vuelto muy recurrente el amapiano, hasta el extremo de que cualquiera que se precie en el nuevo pop africano ha de meter algún corte con ese sonido espacial. Solo hace falta fijarse en los bajos gruesos y retumbantes de “Amaduro” y en las secuencias sintéticas que otorgan sabor futurista a la rotunda melodía pop de “So amor”. Es un sonido moderno y pegajoso que, utilizando portugués y kimbundu, también tiene muy en cuenta los gustos brasileños, y más en concreto los que hacen referencia al baile funk de las favelas.

El redondo single “Doudou” es una delicia afropop, con coros celestiales, melodía luminosa y un sonido orgánico, en la línea de lo que hacen su admirada Tems y el guitarrista Fiokee. Así, la guitarra que suena en “Vida” tiene la misma chispa de la rumba añeja, pero la producción la conecta con una actualidad en la que la seda vocal gana terreno al rap. Algo similar sucede en la inicial “Hey Linda”, en la que el deslenguado fraseo del kuduro se amalgama sin problemas con un candor vocal smooth. Aunque la canción más reproducida en streaming es “Kuzola”, otra rotunda muestra de pop electrónico contemporáneo, con gancho comercial y sonido experimental a la vez. Otra que sube como la espuma en Spotify es “Bruxos”, en parte gracias a su actuación en “A COLORS SHOW”, cuyo vídeo es la mejor manera de comprobar su flow estratosférico.

Para la parte final deja los temas más orientados al club, en los que prevalece la idea del sound system, entre contundentes bases rítmicas y rimas inapelables. En “Bica Bidon” el tratamiento percutivo conecta con la tribu, mientras que los rapeados lo hacen con M.I.A. y el espíritu del global bass, en colaboración con Titica, cantante transexual angoleña emblemática del kuduro.

Aprovecha para recuperar “Wegue Wegue”, que escribió en 2008, cuando tenía 15 años, para el colectivo Buraka Som Sistema. Tras estar dos años con el grupo, se peleó con ellos por los royalties que generaba esa canción. Luego vino un largo impasse, en el que se planteó dejar la música, hasta volver con “Baia” (2018), un EP al que seguiría “Uwa” (2020), perfilando un sonido melódico que absorbe las influencias del afropop y a la vez sigue fuertemente entroncado con el kuduro progresivo, como evidencia el latido callejero de “Pica”. En su música se nota también el poso de la música tradicional angoleña y del zouk antillano, en un híbrido que culmina “Goolo”, descarga rapeada en comandita con Mosty, joven MC y bailarina de Costa de Marfil. ∎

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