Bajo
Suscripción
“Máquina que no para”, el primer adelanto y tema de apertura de “Más allá”, posee una carga simbólica bastante tramposa: un título que parece hacer referencia autoafirmativa a la propia trayectoria del grupo y una melodía que también posee un poso autorreferencial, pues recuerda bastante a “Comida china y subfusiles”, uno de los temas más recordados del que ya no es el último álbum de Surfin’ Bichos, “El amigo de las tormentas” (1994). En realidad, el sexto álbum de la banda de Albacete no suena a una continuación de donde dejaron su historia discográfica, sino que sigue la lógica creativa que ha ido manteniendo Fernando Alfaro, con Chucho o en solitario, a lo largo de los treinta años transcurridos desde entonces.
Al vocalista y letrista siempre le ha gustado tender puentes entre sus canciones. Por ejemplo, el concepto de más allá, que aparece como leitmotiv en todo el álbum, ya aparecía en “¿Qué clase de animal?” de “Fotógrafo del cielo” (1991), pero, en general, aquí queda poco de la temática, la iconografía, el ansia de subversión y el macarrismo navajero de los primeros Surfin’. Algo retoman de su oscuridad velvetiana en “La mujer invisible” y, cuando afilan las guitarras, como en “Yo que te he visto”, lo hacen para introducir una historia bastante inusual en ellos, sobre un personaje que se ha pasado de la vida canalla a la política. Predominan los medios tiempos, canciones más reflexivas y luminosas que fueron muy influidas por la pandemia: momento en que Alfaro, afincado de nuevo en Albacete, comenzó a componer y terminó juntándose para ello con Joaquín Pascual, José Manuel Mora, Carlos Cuevas e incluso con Isabel León, quien no participó en la última gira pero ha terminado grabando coros en cuatro temas.
Hay cierto tono crepuscular y cohesivo en estas doce canciones, incluso en “Conversación ultrafónica a las 4 a.m.”, la única compuesta por Pascual, una asunción de la entropía con trasfondo distópico y la presencia del amor, del abrazo, como refugio redentor. Incluso hay sorpresas como “Luz del Mediterráneo”, que miran como nunca antes en ellos a cierto ideal de canción popular, bajo la estela de Joan Manuel Serrat o Mikis Theodorakis. Pero lo más importante de todo es que se muestra como un grupo vivo y honesto, que se vacía con alta emoción en temas como “El caballo del mar” o “Señales”. En cierto modo, esta revuelta de Surfin’ Bichos, filtrada y transformada por el paso del tiempo y por la propia evolución creativa de sus miembros, recuerda bastante a la experimentada por unos compañeros de generación como Los Enemigos. Y, para dar más caudal a la comparación, ahí está Fino Oyonarte como coproductor del álbum. ∎
Para poder leer el contenido tienes que estar registrado.
Regístrate y podrás acceder a 3 artículos gratis al mes.