De un tiempo a esta parte, el devenir del jazz se entremezcla con el del rock menos acomodaticio cruzando formas y explorando nuevos límites. Miren si no a tótems como Bill Frisell o John Zorn cuando hacían burradas bajo el nombre de Naked City, más brutos que Napalm Death sin dejar de sonar jazz. Si hace setenta años Thelonious Monk era el faro que iluminaba las mentes más lúcidas y avanzadas del género, con Miles Davis y John Coltrane comiendo de su mano, ahora es en propuestas como Radiohead donde se miran muchos de estos artistas con ganas de hacer cosas diferentes a lo que se presupone que debe ser cada estilo. Hay quien lo llama fusión. Si lo piensas, tampoco hace tanto desde que Brad Mehldau logró llegar a un público mucho más amplio gracias a versionar canciones de los de Thom Yorke. Sea como sea, hacer que público nuevo llegue al jazz siempre será buena cosa.
Todo esta introducción viene porque hace algunos años el propio Tigran Hamasyan me confesaba que se veía tan influenciado por Art Tatum, Kurt Rosenwinkel, Claude Debussy o Igor Stravinski como por el metalcore de The Dillinger Escape Plan o la electrónica experimental de Flying Lotus, y creo que es algo que se cuela en todos sus discos. Por esto es uno de los músicos más eclécticos de la actualidad, uno de esos artistas de los que siempre se espera que sean capaces de sorprender con cada nuevo paso. Y todo esto lo hace, además, sin perder de vista a los clásicos.
En “StandArt”, nuevo largo del pianista armenio, parece querer demostrar su respeto a todos aquellos grandes nombres que le han precedido dedicando el disco a artistas como Elmo Hope, Charlie Parker, McCoy Tyner, Clifford Brown o Chick Corea, entre otros. La presencia de todos ellos queda patente de diferentes formas en el álbum, como también lo hace el sonido más reciente de proyectos como The Bad Plus o Esbjörn Svensson Trio. La vanguardia que todos ellos representan es la que ha hecho posible la evolución necesaria para que el género se mantenga aún vivo y con cosas nuevas que ofrecer.
La mayoría de los cortes de este trabajo están grabados en formato trío con Matt Brewer al contrabajo y Justin Brown a la batería, dos músicos de curtido bagaje pese a no haber llegado aún a cumplir los cuarenta. Los tres forman uno de los combo más potentes y compenetrados que se pueden escuchar en la actualidad. Desde la inicial “De-Dah” a la final “Laura”, es un auténtico gustazo escucharlos tocar juntos.
Además, en varios de los cortes suman colaboradores de muchísimo nivel, como los saxofonistas Mark Turner, que ofrece simple y hermosa delicadeza en “All The Things You Are”, y Joshua Redman, que en “Big Foot” prende la llama en algunas de las mejores improvisaciones de todo el repertorio. Por su parte, el trompetista Ambrose Akinmusire, otro joven talento a quien podría considerar digno candidato a sucesor de Miles Davis, demuestra de lo que es capaz en dos piezas: la más sosegada “I Should Care” y la impresionante “Invasion During An Operetta”, estimulante festín de cruce de estilos.
Estas nueve composiciones son un viaje sonoro que te lleva por lugares nuevos sin abandonar el espíritu de lo clásico. Virtuosismo bien entendido que pone de manifiesto el carácter transgresor del jazz como género fuera de todo tiempo y moda posibles. ∎
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