“Knochentanz”, la brutal pieza improvisada que abre esta excitante reunión de fuerzas musicales internacionales (el escocés
James Yorkston, el inglés
Jon Thorne y el indio
Suhail Yusuf Khan), irradia un aromático aire a experimento de folk progresivo salido de la Gran Bretaña de finales de los sesenta. Su estructura –un inicio lento, serpenteante, que va ganando en intensidad hasta estallar– recuerda a “A Sailor’s Life” de Fairport Convention; su sonido –con la presencia de un instrumento foráneo con una sensibilidad psicodélica de trasfondo– nos hace pensar en la Incredible String Band (comparación, todo hay que decirlo, demasiado fácil); y la unión entre la guitarra explorativa y un contrabajo jazzístico es muy Pentangle. Pero la mezcla gana un nuevo significado cuando aparece la voz de Khan. No solo su sarangi –cuya maestría es, sin duda, el punto fuerte del álbum– es la clave en la actualización de un material ya de por sí sólido. Así, las recuperaciones siguientes de viejas y rebuscadas tonadas (la divertida
“Little Black Buzzer”, de Ivor Cutler, o la melancólica
“Song For Thirza”, de Lal Waterson) ganan una nueva dimensión.
El proceso inverso –la “occidentalización” de la música indostaní– no les interesa tanto, y tampoco es que busquen una “fusión” de músicas del mundo programática y aburrida. Solo son tres músicos de escenas distintas encontrando (o intentando encontrar) un lenguaje común. No siempre funciona: en
“Sufi Song”, el tema más “carnático”, la guitarra incluso sobra. Exceptuando un par de ejercicios donde Thorne y Khan se complementan excelentemente, la propuesta no acaba de cristalizar. Lo cierto es que de las composiciones de Yorkston, solo la instrumental
“Blues Jumped The Goose” revive ese explosivo diálogo inicial a tres bandas. El encuentro es satisfactorio, pero quizá para la próxima deberían olvidarse las canciones en casa y dejarse seducir más por lo desconocido, por la interpretación espontánea. ∎