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n el momento de esta entrevista, Helado Negro está en una gira por España en la que también está promocionando su nuevo trabajo, “PHASOR” (4AD-Popstock!, 2024), compuesto desde el sosiego de un nuevo hogar y en el que ha incluido instrumentos inéditos con los que afianza una dirección contraria al conformismo. Se publicará este viernes, 9 de febrero.
El título de su álbum está basado en una definición sobre los fasores, “útiles para representar las relaciones de fase entre dos o más oscilaciones”. La idea de oscilación, llevada a las relaciones personales, atrajo a Roberto Carlos Lange para recoger una serie de ideas que también pasan por lo personal. Cita a ESG o Silver Apples como influencias para construir un disco caracterizado por una mezcla intimista de bits, guitarras y percusiones, con su particular y siempre luminoso estilo, y un especial cuidado en la parte vocal.
Con una apacibilidad sintomática de su ascendencia ecuatoriana, el músico radiografía su reciente álbum, habla del feminismo o la amistad y repasa una trayectoria en la que también ha pasado por proyectos más vinculados a la electrónica. A pesar de que la mayor parte de su vida se ha desarrollado en Estados Unidos, mantiene la fidelidad a la comunidad latinoamericana que reside allí. Acaba de tocar en siete ciudades de nuestro país, pero el posible cansancio no nubla su sincera cordialidad.
Cuando en el concierto de Madrid tocaste “LFO” comentaste que estabas probando a ver cómo quedaba en directo. ¿Estás buscando una nueva dimensión como Helado Negro?
Creo que sí. Con esa canción específicamente, cuando estaba grabando el disco, estaba en un punto en que sabía qué es lo que quería hacer pero no estaba tan inspirado. Después estaba grabando las guitarras para “LFO”; una idea, un momento de experimentación. Y luego me salió esta voz, la voz que uso bastante cuando estoy cantando en vivo pero casi nunca cuando estoy grabando, que tengo una voz como más cercana al micrófono y salió esta voz y ¡uau! Me gustó en esta grabación, me gustó en la canción, así que yo creo que esa canción es un buen punto para mí, para confirmar que tengo mucho más para explorar.
¿Cuál es ese camino que quieres emprender con este disco?
Regresar a un proceso que tenía con “This Is How You Smile” (RVNG Intl., 2019), en el que tenía un plan todos los días enfocándome desde las doce de la mañana hasta las nueve de la noche. No pude hacer eso con “Far In” (4AD, 2021) porque estuve viviendo en Texas durante seis meses. Antes de eso estaba en Brooklyn, donde grabé algunas cosas, así que es un disco que no hice en un solo sitio. Sí ha pasado con “PHASOR”. He estado en una nueva casa a la que me mudé desde Nueva York en la que me podía calmar un poquito, y esa tranquilidad de la atmósfera donde vivo me dio la oportunidad de enfocarme sin tanto estrés, teniendo más paciencia y pudiendo escuchar más, atendiendo a más detalles, más calmado y sin apurarme.
LFO es el acrónimo de “Lupe Finds Oliveros”. Te refieres a la diseñadora de amplificadores Lupe López y a la compositora Paulina Oliveros. ¿Cuál es la relación entre ellas?
Era una idea de ficción, pero basada en la realidad, un poema más que nada. Me imagino que no se conocían, eran mujeres que hacían cosas en la industria de la fabricación o la industria del arte, compartían música y filosofía. Me encanta conocer gente que tiene un toque, una especialidad o una calidad. Que tiene un talento que es único. En el caso de Lupe López no hay mucha información en internet, solo una foto de ella en un libro de Fender. Ella trabajaba en esa marca y me pareció increíble, porque era una foto misteriosa construyendo un amplificador. Leí en internet que la gente buscaba esos amplificadores porque ella sacaba un sonido que era único; hay un mercado de amplificadores Lupe López. Me gustó ese hilo que la conectaba con Pauline, que tenía la filosofía de deep listening, de escucha profunda, pero no era exclusivamente en la música, era una forma de meditación también, de sentarse, escuchar y sentir los sonidos donde estabas y pensarlos. Me gustó esa idea de estar sentado y escuchar y apreciar qué es lo que te está entrando en el oído.
¿Es también una forma de poner en valor a la mujer en la historia de la música?
Son historias de gente invisible. Bastante gente conoce a Pauline, pero no tanta a Lupe. Me parecía interesante que una mujer de origen mexicano fuera una constructora de amplificadores en los años cincuenta, en una época donde Fender era el símbolo del rock estadounidense. Me parecía interesante que fueran mexicanos los que estaban haciendo todo esto. Y toda la idea de que el american made es una ilusión, no existe. Siempre ha habido gente que no es anglo haciendo estas cosas, que son mexican, american o brown people. Me atrajo la idea de que muchas de las historias de gente invisible estaban formadas por mujeres, invisibles en muchas épocas, especialmente en los formatos de música experimental, como es el caso de Pauline. Hizo bastante trabajo en este formato, pero la gente no pensaba en ella mucho porque estaba obsesionada con John Cage y similares.
Las mujeres y los sentimientos en torno a ellas, por otro lado, son un tema recurrente en tu música…
Yo creo que cuando hablamos del amor es una idea cliché, es muy fácil porque es muy común, pero me encanta la idea del amor más grande, un amor más conectado a gente conocida. Los amigos, por ejemplo, un amor que es tan fuerte y como que “uau, amo a esta persona”. No tiene nada que ver con el amor de una pareja. Me encanta ese amor, como que te enamoras de amigos y pasas momentos muy íntimos con ellos. No es como íntimo romántico, sino en el sentido de que nunca voy a tener este momento otra vez. De eso escribo cuando estoy cantando y hablando en las canciones; mis experiencias son esas.
Has utilizado el sintetizador SalMar y el nombre del disco también viene por el pedal que usaba Lee Scratch Perry. ¿Has querido que fuera tu disco más experimental?.
No, hago muchas canciones que no comparto y que son para mí. Es como mi vida privada, que me encanta escuchar. Lo que yo pongo ahí afuera, para el mundo, es para ellos, para ustedes o para quien sea. También es otra faceta de mi vida. Eso es la parte de mi vida, este disco es lo que quiero compartir.
¿Por qué la elección de estos dos elementos?
Estaba hablando con un hombre que es el archivista de toda esta música desde 2015 para poder visitarlo y, cuando fui, supuso un momento bien inspirador; grabé cinco horas. Tenía otras ideas para estas grabaciones y creo que las voy a utilizar de otra manera, pero para este disco encontré la carpeta que estaba en la computadora, empecé a escucharla y pensé en coger y utilizar algunos samples, loops y texturas, y empezar a escribir encima. Fue bonito porque tenía esa conexión, me encantó la historia del instrumento, de Salvator Matirano y de cómo él hacía las cosas. También me gustó la conexión que él tenía con este instrumento. Cuando lo hizo, compuso un álbum que se llama “LGA”, que significa Lincoln Gettiysburg Address, referido al discurso que hizo Lincoln para ilegalizar la esclavitud y que fue el detonante de la Guerra Civil. Él empezó a hacer esas grabaciones y a hacer performances con el SalMar para protestar contra la guerra en Vietnam junto a su pareja. Ella tocaba el violín y él tocaba el SalMar, y me encantó cómo era esa conexión.
Has hablado de cómo has utilizado este sintetizador y me ha recordado a una sensación que producen tus letras. Parece que vas cogiendo palabras que están flotando y de pronto consigues que tengan un orden, una consistencia. Parece todo muy orgánico y natural. “Colores del mar” y “Es una fantasía” son dos buenos ejemplos.
Con “Es una fantasía” quería probar algo, y lo que estaba probando, que no lo he hecho verdaderamente, fue tratar de escribir ficción. Quería escribir de alguien que quiere a alguien, que quiere estar en su vida, pero es completamente una fantasía. Es como esa canción, “Just My Imagination”, de The Cranberries. Solo lo vas a lograr en tu cabeza. No tiene nada que ver conmigo, pero me gustó la idea de tratar de escribir un poco de ficción en mis canciones, sobre cómo sería la fantasía de alguien buscando algo o queriendo a alguien. Estás en el metro en Nueva York y de repente te enamoras de alguien que se ha sentado frente a ti y que luego desaparecerá.
Y, en ese sentido, en las canciones repites gran parte de la letra muchas veces. Da la sensación, al igual que con la música, de que no quieres abrumar al oyente, de que prefieres que los conceptos reposen.
Yo creo que sí, porque las letras para mí están completamente conectadas a la melodía. Me encanta la melodía, la busco, es como que estoy buscando un tesoro que está en las montañas, no sé dónde. Tengo un mapa de miles de años y cuando encuentro esa melodía y hay palabras que conectan quiero vivir en eso un poco más porque fue un trabajo buscarlo. Me gusta bastante sostener ese momento y ese sentido.
Hay temas que tienen una parte autobiográfica, como “Best For You And Me” y “Flores”, que además hablan de experiencias difíciles. ¿Es un álbum en el que te has expuesto más de lo habitual?
No, creo no. Yo creo que “This Is How You Smile” fue más personal, y la verdad es que “Private Energy” (Asthmatic Kitty, 2016) fue lo más personal. Yo creo que me he alejado de lo personal de cada álbum desde “Private Energy”, porque es difícil compartir eso. Además, me gusta vivir la música también sin que sea todo autobiográfico.
Cuando hiciste “Far In”, destacaste el hecho de haber podido trabajar más de lo que lo habías hecho previamente con la parte rítmica, con las baterías y los bajos. ¿En “PHASOR” has querido que tu voz recupere protagonismo?
Sí, definitivamente. Para “Far In” lo que hice fue grabar mucho en Texas y Brooklyn, luego fuimos a la casa de campo de un amigo en Nueva Jersey en pleno invierno y montamos la batería y pasamos cuatro días grabando baterías para todas las canciones. Y “PHASOR” sigue ese mismo hilo, pero la voz se ha alzado un poquito más.
Te has trasladado definitivamente a Carolina del Norte. ¿Juega un papel importante el espacio y tu nueva vida allí dentro de este disco?
Sí. Carolina del Norte y Asheville, donde vivo, es un lugar bien especial en la costa porque tiene montañas por todos lados. Es más conocida por la música de banjo, pero tiene su historia y hay muchos músicos en Asheville. De ahí es la compañía de sintes Moog. Pero la tranquilidad, el espacio, todo eso me ha tocado bastante, estoy como respirando aire fresco.
“Out There” y “Wish You Could Be Here” tienen muchos elementos electrónicos. Quería preguntar si están relacionadas con las experiencias que tuviste con el productor Guillermo Scott Herren.
Esa época que trabajé con Guillermo fue linda. Estábamos trabajando haciendo muchas cosas juntos. Yo producía algunos discos de su proyecto Prefuse 73 y también el disco de Savath & Savalas. Pero “Wish You Could Be Here” para mí era como mirar hacia un álbum que hice que se llama “Invisible Life” (Asthmatic Kitty, 2013) porque siempre he hecho ese estilo de música, y es un estilo que quería revisitar, alzarlo un poquito más y compartir. “Out There” es una conexión con la canción “Aureole”, de “Far In”, que también quería revisitar. Y para el próximo álbum trataré de desarrollar otras canciones que serían primas de esa canción.
Precisamente el disco en el que participaste de Savath & Savalas –“La llama”, de 2009– parece un buen precedente para tu aventura como Helado Negro.
Sí, lo escribí al mismo tiempo que estaba haciendo el álbum de debut de Helado Negro (se refiere a “Awe Owe”, publicado por Asthmatic Kitty en 2009). Lo que pasó era que yo tenía otros proyectos experimentales electrónicos, en concreto uno que se llamaba Boom & Birds, que fue con el que toqué la primera vez en Barcelona en 2004. Hice un show en Sónar con ese proyecto y saqué ese disco (“Camino de manos chuecas”, que lanzó Arepaz en 2005), que es un trabajo de beats y experimental, de sintes. Hice bastantes giras en Japón con ese proyecto y eso me hizo querer empezar un nuevo proyecto. Cuando me mudé a Nueva York ya estaba conectado con Guillermo. Nos conocíamos desde 1999, lo busqué y empecé a darle beats para Prefuse 73. Ahí es cuando le enseñé que estaba escribiendo este álbum de Helado Negro y me dijo “mira, estoy haciendo este disco de Savath & Savalas, si tienes otras canciones…”. Y empecé a darle y a escribir canciones nuevas.
“Far In” es un disco que hiciste durante la pandemia, que a su vez también influyó en el nuevo trabajo. ¿Cómo definirías el momento personal, vital y musical de “PHASOR”?
Es un momento en que siento un gran cambio, un gran cambio que he esperado. He preparado mucho mi vida para estar listo para empujar esto un poco más. Me siento más cómodo que nunca en el escenario, en el estudio de producción y también sabiendo cómo hablar con la gente con que trabajo sobre lo que yo quiero y necesito y quisiera hacer. Me siento más conectado a todo. Anteriormente yo creo que no conoces, no sabes qué decir, te falta la experiencia. Y ahora me siento como la persona que quiero ser.
Entre tu faceta de compositor y la de productor, ¿en cuál te sientes más cómodo? ¿Has pensado en ceder alguna tarea?
Sí, lo he pensado mucho. En “Far In” yo estaba en esa onda y por eso trabajé con tanta gente. Si ves los créditos de “Far In”, hay como veinticinco personas que han tocado porque yo quería que fuera un disco de amigos, quería que todo el mundo compartiera conmigo ese trabajo. Pero luego cambió. Me mudé, pero pensaba mucho en ello; hay muchas personas que amo y sería increíble trabajar con ellas.
Deduzco que te sientes más cómodo produciendo tu música.
No, me siento más cómodo como alguien que le gusta hacer lo que le gusta hacer. Lo que quiero es buscar un momento para intentar salir de mi zona de confort, no estar cómodo como productor, escritor o performer. Tratar de salir de todo, como “¿cuál es el lugar en el que estoy más ‘uncomfortable’, que puedo crecer más y conocer más?”.
Has colaborado con Buscabulla, Ela Minus o Kaina, todos residentes en Estados Unidos pero de origen latinoamericano. ¿Es una forma de darle relevancia a vuestra comunidad?
Ela Minus, Xenia Rubinos, Buscabulla, Lido Pimienta… son como mis hermanas y hermanos, como que I love them. No hacemos la misma música, pero tenemos como una filosofía que es “juntos” y queremos alzarnos, tratar de empujarnos y apoyarnos todito. No es como una escena, es gente que quiere transformar esa idea de la música latina, que no tiene que ver con ser todo mainstream. Hay tanta historia en la música latina, hay cosas excelentes, increíbles de los sesenta, setenta, ochenta, noventa, de todos los años y hasta ahorita. Se trata de decirnos que nos podemos conectar porque eso es lo que tenemos ahorita nosotros y nos podemos apoyar. Y es bonito.
Hablando de música latinoamericana, es fácil detectar ese origen en tu música, pero no sé si hay algún elemento específico de Ecuador, de donde son tus padres, o al haber nacido en Estados Unidos está más difuso…
Por supuesto, hay mucha inspiración ahí desde el principio, desde que nací, canciones que no recuerdo, pero hay mucho de eso. Hasta hice una mezcla, si lo quieres buscar está en Soundcloud (puede escucharse aquí), de música de Ecuador que me ha gustado, que he buscado. Yo amo la música ecuatoriana, no está todo al frente, pero todo es parte de mí. Me gusta más eso y mis artistas favoritas son las que cogen sus influencias, pero no están así, al frente, sino que son parte de la tela de quienes son ellas.
En plena época de apología de la imagen, te presentas en un concierto con unos sencillos vaqueros y una camiseta.
Sí, me pongo outfits de vez en cuando. Pero sí, me gusta vestirme, presentar cosas diferentes, no es tan simple ni tan complejo. Y a veces no se puede viajar con mucha ropa, así que es la necesidad, pero también la practicality. ∎
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