Villagers: el dublinés exquisito. Foto: Alfredo Arias
Villagers: el dublinés exquisito. Foto: Alfredo Arias

Festival

El triunfo noventero de Tomavistas: nostalgia, autopanegírico y retrospectiva

En su primera edición en la Caja Mágica, el festival madrileño brindó un cartel cargado de autohomenajes, viejas leyendas noventeras y grupos cuya discografía comenzaba a despuntar hace una década. Un line-up cuidado en el que incluso las pequeñas líneas pasan el corte del interés artístico. Y una organización impecable que, pese a echarse de menos el parque Tierno Galván que lo acogió durante años, cumple con los requisitos de cualquier festival mediano.

27. 05. 2024

La de 2024 –celebrada el 24 y 25 de mayo– ha sido la primera edición del festival Tomavistas –que lleva años teniendo problemas con los permisos para realizar el evento en el parque Enrique Tierno Galván– en la Caja Mágica de Madrid. Es innegable que el nuevo recinto no es tan cómodo como el anterior, pero si obviamos la comparativa, la nueva explanada es más que válida. Un despliegue sin esperas, aunque no se llegaron a agotar las entradas, no tan familiar como sus antecesores en Méndez Álvaro y en el que se echaba en falta algo de sombra durante las primeras horas de la tarde.

Pese a la incorporación de último minuto de Alcalá Norte debida a la cancelación de Dry Cleaning, el art punk de Bodega, la clubnostálgica Georgia o algunas bandas noveles nacionales como Adiós Amores, Bum Motion Club o Pipiolas, el cartel estaba conformado en su gran mayoría por grupos con al menos tres álbumes en su repertorio. Estas se pueden dividir en grandes formaciones noventeras cuyas giras parten del autohomenaje (Los Planetas, The Jesus And Mary Chain, Belle And Sebastian, Standstill), aquellas que molaban hace diez años aunque ahora sigan manteniendo el tipo (Phoenix, Villagers) o las que ya llevan tiempo en el mercado pero es ahora cuando empiezan a despuntar (Los Estanques, Repion, Hurray For The Riff Raff). En general, el Tomavistas amplía su público pero mantiene un cartel elegante en el que incluso las propuestas nacionales consolidadas siguen manteniendo un interés artístico fruto del cuidado por el buen gusto (Cariño, Alizzz, Derby Motoreta’s Burrito Kachimba). Se agradece la mayor permisividad en los limitadores, la sensación de amplitud y los precios populares (todo lo populares que pueden llegar a ser en un evento de estas características).

Viernes 24

Hinds

El del viernes fue el primer concierto de Hinds como dúo en su ciudad, y no tardaron en repetir lo muy madrileñas que son y se sienten a lo largo de un show con muchos problemas de sonido. Carlotta Cosials y Ana Perrote, sin embargo, no están solas en el escenario, sino que vienen acompañadas de María Lázaro (trashi) y Mira Paula (esta última incluso cantó una canción inédita, así que habría que preguntarse hasta qué punto traspasan la frontera de meras intérpretes en vivo). Pioneras del revival garage rock en la capital hace una década, resulta extraño que nunca hubiesen pisado el festival hasta ahora: Cosials y Perrote incidieron mucho en lo mal que lo han pasado estos últimos cuatro años (por aquel tercer disco que no recaudó todo lo necesario) a la vez que mencionaban su teloneo a Coldplay o tocaban “Boom Boom Back”, su último single en colaboración con Beck. Ahora, afirman que vuelven más reforzadas que nunca con un nuevo trabajo bajo el brazo, pero no faltaron los clásicos: como ya es tradición en sus conciertos, versión de “Spanish Bombs”, de The Clash, con el solo en un tono incorrecto y, para cerrar, una “Castigadas en el granero” con coreografía incluida.

Hinds, orgullo de Madrid. Foto: Alfredo Arias
Hinds, orgullo de Madrid. Foto: Alfredo Arias

Joe Goddard

Trajo una propuesta sobria, a caballo entre el DJ set y el live. Recién pasada la medianoche, todavía era demasiado temprano para un show de alt-techno donde el autor a los mandos podría ser perfectamente sustituible: a los acérrimos de Hot Chip les haría ilusión ver a Joe Goddard, pero para el resto era un DJ de ambiente al uso. Utilizó el micrófono para entonar algunos temas, como “Moments Die”, pero en otros como “Home” prefería disparar su voz pregrabada. Se dedicó a enlazar algunas composiciones de su carrera en solitario, un indie-dance muy similar al de su banda, con una técnica limpia y elegante. Una pena que esta propuesta no reciba el premio por su maestría –en un line-up como el de Tomavistas–, sino por otros factores sociales-contextuales. La hora no acompañaba, pero tampoco su planteamiento escénico y sonoro.

Joe Goddard, efluvios Hot Chip. Foto: Alfredo Arias
Joe Goddard, efluvios Hot Chip. Foto: Alfredo Arias

La Luz

“Hello, we are La Luz and we are from California”. Así se presentaba la banda que abría el festival, con un mensaje que pone en evidencia que no hay que creerse todo lo que aparece en internet (las búsquedas en Google basan sus orígenes en Seattle o Argentina). El cuarteto llegó a Madrid como trío: Maryam Qudus, teclista, no pudo acudir a la cita, por lo que Shana Cleveland y Audrey y Lee Johnson prepararon un set especial para la ocasión. “News Of The Universe” (2024), su nuevo álbum, estaba disponible desde el mismo viernes, de modo que la sucesión de sus composiciones más recientes no ayudó a una apertura dolorosa por la falta de sombra en el recinto y un asfalto que también picaba desde abajo. Pese a todo, ofrecieron surf-rock bien ejecutado, onírico pero puramente diurno y bien acogido por aquellos que se resguardaban bajo el poco cobijo que ofrecía el escenario Johnnie Walker.

La Luz, surf-rock a pleno sol. Foto: Alfredo Arias
La Luz, surf-rock a pleno sol. Foto: Alfredo Arias

Los Planetas

A las 21:30 de la tarde-noche, el público tuvo que elegir entre una vieja gloria y una joven promesa de la música patria. En el escenario Vibra Mahou tocaban Los Planetas, el grupo más significativo del indie español, homenajeando su álbum debut, “Super 8” (1994). Y al mismo tiempo pero en otro escenario tocaron Alcalá Norte, los debutantes con más proyección –o más hype– que han surgido desde los cuatro chavales. Lo que sucede con Los Planetas es que puede ser el mejor concierto de tu vida o el peor que hayas visto. El del viernes pertenece más bien al primer grupo, en lo que parece una resurrección de J por el despecho hacia esa película a la que no han cedido sus derechos: “Aquí tenéis a Los Planetas de verdad”, repetía el cantante en más de una ocasión. En realidad, no, J, tampoco estabais los de verdad: el granaíno dio recuerdos a May Oliver y Paco Rodríguez, pero no hizo ninguna mención a Eric Jiménez o Banin Fraile. En su lugar, Miguel López al bajo y Roberto Escudero a la batería. En esta gira, un J más emotivo que de costumbre interpreta las canciones siguiendo el orden original de aquel primer disco, saltándose dicha lógica en los bises con “Mi hermana pequeña” y “Nuevas sensaciones”.

Los Planetas: cumpleaños total. Foto: Alfredo Arias
Los Planetas: cumpleaños total. Foto: Alfredo Arias

Repion

La banda cántabra realmente pensaba que el recinto iba a estar medio vacío cuando pisara el escenario, y se llevó una grata sorpresa al ver que el público traspasaba la barrera de la mesa de sonido. Las hermanas Iñesta van acompañadas en esta gira de Iris Banegas (Bum Motion Club) al bajo, si bien lo de poder permitirse un músico de acompañamiento ha sido después de su fichaje con Mushroom Pillow. Marina Iñesta no dudó en repetir que, tras diez años en la música, es ahora cuando Repion están consiguiendo todo lo que alguna vez han soñado y que, por eso, lleva toda la semana “como un flan”. Solo se notó cuando tocaron “Viernes”, canción inédita de un EP que saldrá en verano, al poner la cejilla en el traste que no era. Por lo demás, la potencia de sus movimientos encubría los nervios: no había terminado el primer tema cuando mil astillas saltaban de la baquetas de Teresa Iñesta. En el ecuador del show, una versión de “Inevitable”, de Shakira, y, para cerrar, como no podía ser de otra manera, “Brillante”.

Repion, recogiendo lo sembrado. Foto: Alfredo Arias
Repion, recogiendo lo sembrado. Foto: Alfredo Arias

Standstill

El de 2019 fue el último Tomavistas con presencia de Enric Montefusco, aunque en la edición de 2017 también figuraba en el cartel con nombre propio. Parece que el festival ha soñado con el rencuentro de Standstill casi tanto como la propia formación. Su regreso a la capital no fue café para muy cafeteros, sino una sucesión de hits reformulados. La parte II de “Adelante, Bonaparte” fue interpretada casi al comienzo, mientras que el show acababa con el primer capítulo del mismo tema: un círculo que se cerraba del final al principio, del mismo modo que el quinteto echaba la vista hacia el pasado. Mayor enarmonía en las cuerdas y en una voz principal más rasgada que en su juventud. Y un “¿Por qué me llamas a estas horas?” con unos subgraves que coronaban su sonido como uno de los mejores del festival. El “gracias por venir” de “1, 2, 3, sol” o ese “hola, ¿qué tal?, cuánto tiempo / muy bien con el grupo y eso” de “La mirada de los mil metros” eran cantados por Montefusco con una sonrisa casi burlesca, como si a él también le pillaran por sorpresa esos mensajes premonitorios de su vida anterior.

Standstill, el rencuentro. Foto: Alfredo Arias
Standstill, el rencuentro. Foto: Alfredo Arias

The Blaze

El dúo integrado por los primos Jonathan y Guillaume Alric subió a un escenario conformado por dos tarimas enfrentadas, de modo que bajo un contraluz constante los franceses cantaban mirándose a los ojos más que a ese público que quedaba en el recinto: la desbandada que tuvo lugar tras el show de Los Planetas mostraba que el billing del cartel no se correspondía con los intereses del público. El segundo tema interpretado por The Blaze, “HEAVEN”, se acompañaba con el videoclip oficial de la canción, en el que aparecen un bebé y un perro descansando en un vehículo. Así, bajo esa casi luna llena mágica, la formación se alzaba, irónicamente, como esa banda-arquetipo para publicistas y amantes de los anuncios de coches. Electrónica nostálgica más cercana a las sustancias cannabinoides que a las bebidas alcohólicas, no bien entendida por una audiencia mayormente adulta como cierre del festival.

The Blaze: nostalgia electrónica. Foto: Alfredo Arias
The Blaze: nostalgia electrónica. Foto: Alfredo Arias

Sábado 25

Alizzz

Alizzz ya presentó su debut en solitario, “Tiene que haber algo más” (2021), en Tomavistas 2022. Y Cristian Quirante lo recordaba en este nuevo paso por el festival como una de sus primeras presentaciones en vivo. En aquella gira, el artista se posicionaba en el circuito como compositor más que como productor. Ahora regresaba con “Conducción temeraria” (2024), un trabajo que destaca por su particulares texturas guitarreras. De hecho, en directo viene acompañado por Ferran Gisbert, el encargado de grabarlas en el estudio: un acierto obligado. No interpretó sus ya clásicas versiones de “Antes de morirme” (Rosalía y C. Tangana) o “Lobo-hombre en París” (La Unión), pero sí sorprendió la entrada a escena de Conociendo Rusia en “En tu casa o en la mía”. En “Despertar” o “El encuentro” –con la que cierra el concierto por primera vez desde hace tres años– se echaron de menos las voces femeninas de la grabación original: contar con alguna mujer en sus filas podría ayudar a solventar el problema. De los sonidos más limpios y potentes de la jornada.

Alizzz, conductor con guitarras. Foto: Alfredo Arias
Alizzz, conductor con guitarras. Foto: Alfredo Arias

Belle And Sebastian

Ataviado con la camiseta de rayas que lo caracteriza, Stuart Murdoch salió a escena para demostrar que la edad es un estado mental. Belle And Sebastian comenzaba el concierto con un “Nobody’s Empire” acompañado de irónicas fotografías en blanco y negro para acto seguido enlazar con “Another Sunny Day”, el tema que les hizo estar donde están. Su espectáculo es un despliegue de medios sophisti-pop ataviado con flautas, trompetas, violonchelos, melódicas a dúo, kalimbas, armónicas e incluso algo de a capela. Murdoch baila por todo el escenario, toca el piano, baja para hacer el funambulista por la valla que separa el foso del público mientras grita “We are not Mad Cool anymore, right?”, sus últimos recuerdos de la Caja Mágica. Casi al final, durante “The Boy With The Arab Strap”, una veintena de espectadores suben a escena a bailar con ellos, culminando así uno de los mejores conciertos de esta edición.

Belle And Sebastian: la vida es bella. Foto: Alfredo Arias
Belle And Sebastian: la vida es bella. Foto: Alfredo Arias

Cariño

En 2022, Cariño presentaron en el (por suerte) único Tomavistas celebrado en IFEMA su último disco, de título homónimo. Dos años después, aquel álbum tontipop sigue siendo su lanzamiento más reciente, a excepción de dos singles aislados publicados en 2023. Así, su concierto es bastante similar a aquel, exceptuando la presencia de David Chamizo (El Buen Hijo) a la batería y la incorporación recentísima de su amigo Zazo a los teclados (este fue su primer concierto). Anunciaron e interpretaron un single nuevo que publicarán el 14 de junio. Se echa en falta algo más de inversión en el escenario para ser uno de los cabeza de cartel nacionales: visuales, triggers o alguna pantalla gigante que realce los graves y subgraves que piden temas como “tamagotchi”. Un espectáculo más cercano a lo urbano de lo que pareciera en sus perfiles online, reforzado por Auto-Tune al 100% en la voz de María y el final vía “Bisexual”, con voces pregrabadas y baile hyperpopero de los cinco miembros.

Cariño: pop tamagotchi. Foto: Alfredo Arias
Cariño: pop tamagotchi. Foto: Alfredo Arias

Hurray For The Riff Raff

El caso de Alynda Segarra –jefa de Hurray For The Riff Raff– es muy similar al de Waxahatchee: aunque ambas tienen una amplia trayectoria, no han conseguido hacer verdadero ruido en nuestro país hasta este mismo año (será, quizá, por el auge del country como tendencia a nivel global). La neoyorquina-puertorriqueña vino a presentar “The Past Is Still Alive” (2024), folk confesional que, como su nombre indica, parte de las raíces y el cultural heritage. El público tuvo que elegir entre resguardarse a la sombra del escenario contiguo y escuchar el soundcheck de Aiko el grupo o abrasarse a cambio de un buen sonido: a pleno sol, la estampa era más similar a Huercasa que a Tomavistas. Aunque Segarra parece haber nacido pegada a su guitarra acústica, se liberó de esta al final del concierto, durante “Hourglass”, para agarrar el micrófono, soltar cable y acercarse al público como premio por aguantar en primera fila y sobrevivir al golpe de calor.

Hurray For The Riff Raff: folk de raíces. Foto: Alfredo Arias
Hurray For The Riff Raff: folk de raíces. Foto: Alfredo Arias

Phoenix

Los de Versalles publicaron “Alpha Zulu” en 2022, si bien son conscientes de que España los venera, casi en exclusiva, por el periodo comprendido entre “Wolfgang Amadeus Phoenix” (2009) y “Bankrupt!” (2013), y que a ellos deben su amplio espacio en nuestro país. De este modo, Phoenix incidieron puntualmente en algún trabajo de su etapa más contemporánea, si bien armaron un set cuyo peso radicaba en la discografía de hace una década, acompañada de unos visuales bastante ingeniosos construidos a través de dos pantallas superpuestas en las que se proyectaban mayoría de imágenes teatrales de palacios rococó, por si acaso se nos olvidaba su origen. Aunque su presencia como cabeza de cartel en el line-up resulte algo desfasada –eran headliners en los años 2017-2018, cuando estaban mucho mejor posicionados en el mercado discográfico–, el resultado es un show melancólico por la trayectoria de la banda, pero mucho más coherente como trallazo final que el del día anterior. Al fin y al cabo, Tomavistas 2024 es un festival de viejas leyendas.

Phoenix: french chic. Foto: Alfredo Arias
Phoenix: french chic. Foto: Alfredo Arias

The Jesus And Mary Chain

Todo lo que se puede leer entre líneas del concierto de The Jesus And Mary Chain es que estamos ante una gira de despedida no anunciada. Los escoceses hicieron un repaso por toda su discografía a través de un sutil código de iluminación: focos rojos durante las canciones de “Psychocandy” (1985) o azules mientras interpretaban las de “Darklands” (1987), entre otros. De fondo, una proyección no apta para epilépticos en la que se sucedían en intervalos de milisegundos algunas de las portadas que han jalonado su trayectoria, cuya presentación en algún momento dio problemas no muy bien recibidos por Jim Reid. Desde “Happy When It Rains”, segundo tema del setlist, hasta una “Reverence” larguísima, The Jesus And Mary Chain pasaron por “Just Like Honey” y algunos temas de su nuevo álbum,“Glasgow Eyes” (2024). Todo parece apuntar a que se están autohomenajeando, y solo un ególatra haría tal cosa si no es porque ve el adiós muy cercano.

The Jesus And Mary Chain tirando de legado. Foto: Alfredo Arias
The Jesus And Mary Chain tirando de legado. Foto: Alfredo Arias

Villagers

Villagers es el proyecto del dublinés Conor O’Brien, un folk baladista y pianístico que estuvo de moda a la vez que Tom Odell, The Lumineers, Kings Of Convenience, Passenger o Kodaline. El irlandés, quizá por ser la cara visible del activismo LGTB+ en una ciudad ultracatólica y una época que no es esta, no consiguió ni los millones de reproducciones de algunos de sus compañeros ni traspasar el horario diurno en los festivales de música: su última visita a la ciudad fue en el Mad Cool de 2022, donde abría el recinto a la misma hora. Un concierto con un set muy orquestal, a través del clarinete de Brendan Jenkinson y el cuarteto de cuerdas sintetizado que emanaba de los teclados de Kevin Corcoran. Su hit, “Nothing Arrived”, fue interpretado al principio del concierto, por si alguien había ido solo a eso y luego le apetecía pasarse por Bum Motion Club. ∎

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