Taylor Swift sigue pulverizando récords y escalando charts en los cuatro puntos cardinales del mercado global con su “THE TORTURED POETS DEPARTMENT”, álbum que salió hace poco más de una semana. Si bien las críticas no han terminado de acompañar, no se puede decir lo mismo sobre el abrigo que le dispensan los millones de swifties, como demuestran las primeras métricas aireadas. Acompañó el lanzamiento de su undécimo álbum con un primer videoclip –que escribe y dirige con la ayuda inestimable de Rodrigo Prieto en calidad de director de fotografía– para el tema que abre el disco, “Fortnight”, el cual también lleva una buena recaudación en YouTube: en diez días ha superado los 47 millones de reproducciones.

La propia Swift sigue alimentando el fenómeno que rodea cada uno de sus gestos, prestándose a este recado visual influenciado por el cine mudo y el terror gótico. Secundada por Post Malone, aliado vocal del tema, la estrella estadounidense empieza el clip encerrada en una especie de habitación de sanatorio con la gravitación alterada y las perspectivas confundidas. Tras aceptar la ingesta de una pastilla para olvidarse de quien ocupaba un lugar preferente en su corazón, su rostro sufre un proceso de entintado instantáneo bajo la plantilla de los tatuajes faciales de Post Malone. Es este quien aguarda a la salida de la cámara, en lo que parece una oficina de mecanografiado. Ahí irrumpe embutida en un vestido victoriano de duelo digno de Bella Baxter. No será la única ocasión en que “Pobres criaturas” (Yorgos Lanthimos, 2024) parece filtrarse en la retícula estética.

Dos viñetas más adelante, en un laboratorio en que unos científicos abordan a Swift como objeto de estudio, entre los cameos de Ethan Hawke y Josh Charles –ambos pupilos en “El club de los poetas muertos” (Peter Weir, 1989), la película que parece haber inspirado el título del álbum–, vuelve a sobrevolar el recuerdo de la obra protagonizada por Emma Stone, así como su origen en “Frankenstein” (1818), de Mary Shelley. La pareja artística circula por otros dos sets, también de modalidad fantástica, pero más contemporáneos; el vestuario y una cabina telefónica desubicada lo indican. Espacios donde siguen dando rienda suelta a ese torbellino de sentimientos a los que alude el tema con metáforas visuales algo gruesas. Todo el recorrido está untado por un cúmulo de autorreferencias a los temas del álbum y de hiperlinks a la discografía e imaginario visual de la megaestrella.

El clip de “Fortnight”, con la impronta estética del blanco y negro que imprime el responsable de la fotografía de “Los asesinos de la luna” (Martin Scorsese, 2023), entre otros trabajos, resulta un regalo al que recurrir (y con ello favorecer la amplitud métrica del esfuerzo) para ese fandom que se desvive para encontrar los easter eggs plantados en el recorrido y su correspondencia con el ideario personal y artístico reciente –y no tan reciente– de Taylor Swift. ∎