Bajo
Suscripción
Tras alcanzar el paraíso sintético con “HOPELESSNESS” (2016) –recuerden: arquitectura sonora a cargo de Oneohtrix Point Never y Hudson Mohawke–, ANOHNI se repliega a espacios más íntimos y recupera a The Johnsons –ahora: Leo Abrahams (guitarra, piano), Chris Vatalaro (bajo), Sam Dixon (batería), Rob Moose (cuerdas) y Jimmy Hogarth (guitarra)– en un disco que, dicen, se ha cocinado bajo el influjo inmortal de Nina Simone y del Marvin Gaye de “What’s Going On” (1971). Palabras mayores a las que la artista de Chichester no tiene miedo a enfrentarse: su particular devocionario de soul funciona sin contratiempos en las diez canciones de “My Back Was A Bridge For You To Cross” con la diva en pleno florecimiento vocal (¿hay que decir que ANOHNI posee una de las voces más hermosas y devastadoras del planeta?) y un respaldo instrumental que nos lleva de la mano a dormitorios en penumbras y clubes de proximidad.
Hogarth es, también, uno de los grandes pilares en el nuevo largo de ANOHNI And The Johnsons: el músico escocés, que ha trabajado, entre muchos otros, con Amy Winehouse, Sia, Duffy, Corinne Bailey Rae, Suzanne Vega y Estelle, asume, además de su papel de guía en las seis cuerdas, las tareas de producción en un delicado trabajo que logra transmitir el aroma de atemporalidad de unas canciones que huelen a tierra, humo y madera. Solo hay que pegar la oreja a las notas que abren “It Must Change”, la primera canción del disco, para orientar la brújula hacia el horizonte al que se dirige el álbum: el de un paisaje de aparente bajo presupuesto que permite respirar a sus anchas a las composiciones y al protagonista principal de la velada.
Temáticamente, “It Must Change” también enseña el camino que desplegará el álbum, un compendio narrativo sobre resiliencia y lucha y las posibilidades revolucionarias del amor y la fraternidad ya fijado desde la portada: un retrato de Alvin Baltrop de Marsha P. Johnson, activista mítica de la lucha por los derechos LGBTI+ (se la señala como una de las principales protagonistas de la revuelta de Stonewall en 1969; visión obligada este documental) e inspiración constante en la trayectoria vital de ANOHNI: lo de Johnsons es un homenaje a Marsha; el cuerpo de la activista apareció flotando en el río Hudson en julio de 1992 (¿suicidio? ¿asesinato?: nunca se ha dado una respuesta clara).
La autora de “I Am A Bird Now” (2005) reclama, desde el principio, un cambio (social, político, personal) para enfrentarse a las nubes negras que amenazan nuestra existencia (“It must change / The way you talk to me, it must change / The things you do to me / The way you leave me / The seeds you give to me / It must change, it must change”) y la del planeta (“It’s My Fault”: “It’s my fault, it’s my fault, it’s my fault / The way I broke the Earth / It’s my fault, it’s my fault, it’s my fault / The way I broke the Earth / Water dies / Love dies”, reconoce entre bellos arpegios de guitarra y delicadas cuerdas).
Género, identidad y ecología –tres de los grandes pilares de toda su obra– serpentean por un disco que es capaz de sacar oro incluso de las anécdotas más nimias: deténganse en la maravillosa “Sliver Of Ice”, escrita a partir de una conversación de ANOHNI con un terminal Lou Reed donde el firmante de “Berlin” (1973) descubre los placeres de chupar un cubito de hielo (“Now that I’m almost gone / The sliver of ice on my tongue / In the day’s night / It tastes so good, it felt so right / For the first time in my life”: nudo en la garganta o piel de gallina, lo que prefieran).
En la brevísima “Go Ahead” (“You are determined to take me down / I don’t stop you, I won’t stop you / Go ahead and burn it down / Go ahead, kill your friends / You are an addict / Go ahead, hate yourself / I can’t stop you / I can’t stop you”) la temperatura sube con guitarras encabritadas y una ANOHNI en modo rabia, pero lo que predomina en “My Back Was A Bridge To You To Cross” (qué hermoso título, invitando al afecto y la solidaridad: “Mi espalda era un puente para cruzar”) es el abrazo cálido y la discreta catarsis soulera (esos crescendos en “Can’t” y “Rest”, desde ya dos de las mejores canciones en su baúl repertorial) o las miniaturas talladas con paciencia de artesano (“There Wasn’t Enough”, el “You Be Free” de cierre). Mención aparte para “Why Am I Alive Now?”, el corte más extenso, con majestuosas guirnaldas de cuerdas: aquí, sí, mirando frontalmente al Gaye de 1971, para volver a levantar, sin sonar panfletaria, la necesaria pancarta ecologista (“Why am I alive now? / Watching all this going down / All the animals around / Watching nature swoon and sigh / Watching all the water dry / Watch the sky fall to the Earth / Birds and insects looking for / For a place to hide”).
El sexto largo de la señora Hagerty es el más cautivador, accesible y espontáneo de su irreprochable trayectoria: medio y mensaje encalados con finura, meticulosidad y arrobas de emoción e intelecto. Sí, hay que cruzar este puente. ∎
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