Seis años después de editar
“Slowdive” (2017), el estupendo disco con el que regresaron a la vida tras veintidós años en el dique seco, la banda inglesa tiene por fin un segundo álbum para esta segunda etapa. Durante el tiempo que ha mediado entre
“everything is alive” y su anterior largo, el grupo ha estado ofreciendo conciertos en todo el mundo. Parece que
Slowdive prefieren esperar, quién sabe si al momento idóneo o al repertorio idóneo, antes que editar de manera más regular. Quizá sea una cuestión de perfeccionismo. Quién sabe.
Como si el tiempo se hubiera detenido en algún momento de la década de los noventa, su sonido permanece fiel a la estética shoegaze que ha marcado su trayectoria desde sus inicios. Si hay un rasgo que caracteriza este nuevo disco, es probablemente un mayor uso de la electrónica, utilizada siempre en pro de su eterna búsqueda de la emoción.
“shanty” es el primer corte del álbum. Arranca con el sonido de un sintetizador que parece transportarnos hasta un lugar diferente del espacio tiempo mientras un arpegio va marcando una melodía que se funde con las guitarras primero y más tarde con toda la banda para, finalmente, dar paso a las voces de Rachel Goswell y Neil Halstead, quienes lanzan definitivamente la canción. Sus voces suenan sepultadas bajo un alud de distorsión y
reverb que brota de las guitarras, mientras el grupo se abre camino entre la maraña de ruido blanco gracias a la batería marcial de Simon Scott. Es un estupendo inicio que nos hace soñar con estar ante otro gran disco del quinteto inglés.
Sigue
“prayer remembered”, el único instrumental de las ocho canciones que conforman el disco. Con las notas justas, la banda nos eleva a un cielo de dream pop que parece reafirmar la idea de que Slowdive vuelven a estar a la altura de
“Souvlaki” (1993) o de su anterior y magnífico disco. Pero la burbuja explota con
“alife”. Sin ser una mala canción, baja el listón y nos obliga a plantearnos la idea de estar en un álbum menos inspirado que aquellos grandes hitos de su discografía.
“andalucia plays” es la tercera y última GRAN canción del trabajo. Una balada de ensueño con la que cerrar los ojos y dejarse llevar. Una joya de música eterna, con una hermosa letra con Halstead en la voz principal que, sin dejar de sonar a Slowdive, por momentos recuerda tanto a The Cure como a Cocteau Twins. Una belleza a la que sigue
“kisses”, probablemente el single más claro de todo el lote, una canción llamada a ser un acierto fijo en sus conciertos.
“skin in the game” rebaja nuevamente las pulsaciones sin aportar realmente nada especialmente relevante. Le sigue
“chained to a cloud”, que va desarrollándose poco a poco para ofrecer algo más interesante que su predecesora y que en ciertos momentos llega a recordar a los Mercury Rev de “Deserter’s Songs” (1998). Tras esta, el disco se cierra con
“the slab”, la canción más
uptempo de todas y correcto punto final.
“everything is alive” es un muy buen disco pero deja con cierto regusto amargo. Esperaba un álbum más completo, quizá más arriesgado. El grupo ha preferido, muy dignamente, continuar fiel al estilo que ha marcado su carrera en lugar de aventurarse a explorar nuevas vías de expresión. Si el anterior y homónimo LP resultó una gran sorpresa para quienes ya no esperaban nada de Slowdive, este parece más una obra de transición, un peaje necesario entre dos trabajos de sobresaliente. Esperemos que así sea. De momento, a “everything is alive” lo dejamos en notable. ∎