Cuando en 1987
Todd Haynes filmó
“Superstar. The Karen Carpenter Story” reconstruyendo con muñecas Barbie un episodio ominoso en la vida de la cantante Karen Carpenter, estaba sentando las bases de un mecanismo de trabajo marca de la casa, un formato de crónica apócrifa al que sucesivamente ha regresado. Quizá el problema con ese “método Haynes” resida en su obsesión acumulativa, su interminable catálogo de querencias estéticas que va camino de convertirse en un síndrome de Diógenes llevado al cine. Vista
“I’m Not There” (2007), su
biopic múltiple en torno a la figura de
Bob Dylan que llega con tres años de retraso a España, uno tiene la sensación de que la propuesta formal del realizador quedó vista para sentencia en las previas
“Velvet Goldmine” (1998) y
“Lejos del cielo” (2002), y lo demás es redundar.
Más allá de algunos momentos dispersos de indudable encanto (Haynes es un gran calígrafo y las canciones están bien), el filme te deja la sensación de ser un juguete caprichoso y caro, un divertimento para iniciados plagado de guiños y referencias, donde cada libro, cada nombre que se menciona aparece en la película por un motivo concreto y forma parte de un entramado creativo escrupulosamente planificado.
Como buen idólatra, a Haynes no le interesa profanar el mito a base de dar profundidad psicológica o centrar su guion sobre el
backstage más humano de Dylan; sencillamente reconstruye la posibilidad de un momento clave en la historia del rock, alza el vuelo lírico de la película (a veces fallidamente: los tramos de Richard Gere filtrado por Sam Peckinpah son cansinos y llevan a la perplejidad absoluta), sigue en definitiva jugando con Barbies disfrazadas (Cate Blanchet, Christian Bale, Marcus Carl Franklin, Heath Ledger, Ben Whishaw) a las que “posturea” y hace repetir diálogos que en muchas ocasiones forman parte de nuestra memoria histórica desde hace ya varias décadas. ∎