Bajo
Suscripción
La música de Bad Bunny siempre ha estado ligada a Puerto Rico, pues el puertorriqueño siempre ha puesto en el centro de su universo las cuestiones identitarias del reguetón como patrimonio cultural inmaterial. De “Un verano sin ti” (2022) es “El apagón”, en la que afirma que el género musical nació en Carolina (localidad costera de PR). En “nadie sabe lo que va a pasar mañana” (2023) se recoge “ACHO PR”, un culto a dicho Estado, en el que el rapero afirma que prefiere “cantar gratis en la Loiza [otro municipio costero] que en Coachella” o que nacer en Puerto Rico es “su mayor trofeo”. Los ejemplos se cuentan por pares. Sin embargo, en “DeBÍ TiRAR MáS FOToS” se vuelve un poco más radical.
En su sexto álbum de estudio, el rapero muestra la cara más oscura de Puerto Rico. No es su primer acercamiento a la gentrificación y turistificación de los barrios: la primera canción que mencionamos en el artículo versa sobre un corte de luz de más de 20 horas en un hospital del Estado, y venía acompañada de un corto-protesta. A esta le siguió “Una velita”, en la que también hablaba de la expulsión de los puertorriqueños por parte de los de fuera, y que hoy se entiende como una suerte de teaser de su nuevo LP.
“DeBÍ TiRAR MáS FOToS” viene acompañado de un corto coprotagonizado por un sapo concho, especie autóctona en peligro de extinción debido a la destrucción de su ecosistema. Quien escuche el álbum en YouTube, además, se encontrará con una especie de Wikipedia como visual de cada canción, en la que el rapero va explicando los aspectos de la historia de Puerto Rico que más le interesan, o la historia que más se está olvidando. Al fin y al cabo, si Bad Bunny deseaba haber realizado más fotografías es porque ese objeto visible es añorado, ya no existe o cuesta llegar hasta él. “Quieren quitarme el río y también la playa, quieren al barrio mío y que abuelita se vaya”, canta en “LO QUE LE PASÓ A HAWAii”: de este modo, no es que el rapero regrese a sus raíces (nunca las ha abandonado); más bien es un grito de auxilio o uno de rabia a aquellos que las arrancan de la tierra.
Obviamente, es un álbum de folclore. Tradición y modernidad, porque va a ser complicado que Bad Bunny se desapegue de la 808. Aun así, el grueso del trabajo se mueve entre la música popular puertorriqueña y la salsa, no necesariamente de cosecha propia. El LP se abre con “NUEVAYoL” (primer guiño a su fonética natal), cuya base es una fusión de samplear “Un verano en Nueva York” de El Gran Combo de Puerto Rico y una caja de ritmos aguda y opaca. “BAILE INoLVIDABLE” empieza como una balada urbana dominada por unos sintetizadores lush y un manto de pads para meter, inmediatamente, un combo de viento metal y transformarse en una salsa al completo, con sus congas y su piano sincopado. Entre una parte y la siguiente, sin embargo, se produce un silencio casi incómodo, que detiene la grabación de forma repentina: este es uno de los mecanismos del nuevo trabajo que ha acabado por convertirse en seña de identidad. Así, dicho silencio desconcertante también hace aparición (aunque con un carácter más relajado) en “WELTiTA” junto a Chuwi, en “EL CLúB” (a modo de revelación nocturna cuando el rapero se pregunta qué estará haciendo su ex) o en “CAFé CON RON” junto a Los Pleneros de la Cresta (con speech de por medio y ese modus operandi que ya aparecía en algunas composiciones de “YHLQMDLG” –2020–, consistente en fusionar dos tracks en uno). Pareciese que el rapero está jugando a que pienses que se te ha parado el dispositivo o se te ha rayado el disco (más evidente en el ecuador de “KET TeCrÉ”), y con suerte salgas a tocar el césped que a él le están quitando. En “LO QUE LE PASÓ A HAWAii”, este mismo recurso sucede de la mano del canto de un gallo al alba: Bad Bunny quiere desconcertarte para que despiertes del letargo tibio del folclore mainstream.
Llegando al lejano final (como es habitual en él, entrega canciones de más de cinco minutos y álbumes de más de una hora), encontramos la composición que da nombre al trabajo: “DtMF” son las iniciales del álbum, pero también de “dual-tone multi-frequency signaling”, un sistema de telecomunicaciones que revolucionó la telefonía en los años sesenta. Por ello, el beat se construye a través de una síntesis de baja frecuencia que podría recordar al kawaii lo-fi que emula sonidos de consolas 8-bit, aunque nada más lejos de la realidad. “DtMF” es, de hecho, una plena, género musical tradicional de Puerto Rico basado en el sistema pregunta (solo)-respuesta (coral), que también se aprecia en la ya mencionada “CAFé CON RON”. El género es propio de fiestas y celebraciones y, si bien el reguetonero no parece demasiado feliz en dicha composición, ejemplifica esa oposición entre el barrio, la cercanía y el sentimiento de comunidad de los ritmos caribeños frente a la lejanía y deslocalización del yo online, que a la larga termina convirtiéndose en el nómada digital que expulsa al pueblo boricua de su tierra natal.
El disco cierra con “LA MuDANZA”, un rap a capela que se transforma en una rumba dedicada a sus padres en particular, y en general a todo puertorriqueño de clase trabajadora. Un canto que encarna ese amor hacia el pasado y decepción ante el futuro que define “DeBÍ TiRAR MáS FOToS”: el disco más oscuro de Bad Bunny pese a los ritmos festivos que emplea. Un disco de folclore crítico con la instrumentalización capitalista del género, en el que el puertorriqueño no da puntada sin hilo sobre todos esos pensamientos que, aunque en su cabeza durante mucho tiempo, nunca había logrado desarrollar con tanta coherencia como hasta ahora. ∎
Para poder leer el contenido tienes que estar registrado.
Regístrate y podrás acceder a 3 artículos gratis al mes.