Filosofía en sonido. Foto: Romain Guédé
Filosofía en sonido. Foto: Romain Guédé

Entrevista

Aho Ssan, las intensidades del encuentro y el deseo

Aho Ssan es el nombre artístico de Niamké Désiré, compositor residente en París que, tras estudiar diseño gráfico y cine, se introdujo en el universo de la música electrónica y en la creación de sus propios instrumentos digitales.

30. 11. 2023

El trabajo de Aho Ssan escapa a lo puramente musical; bandas sonoras y proyectos relacionados con el arte del sonido son parte de sus búsquedas, las cuales lo han llevado a construir piezas como “Simulacrum” (Subtext, 2020), que toma las ideas de Baudrillard para desarrollar conceptualmente el álbum. Ahora, a través del sello Other People, fundado y dirigido por el músico Nicolas Jaar, presenta “Rhizomes” (2023), proyecto en el que la filosofía, lo colaborativo y los formatos no convencionales son parte central de la entrega.

Aho Ssan es el nombre artístico de Niamké Désiré. El artista y músico francés ha conseguido concentrar en su sonido imágenes y, en ellas, la posibilidad de romper la mordaza del silencio, aunar la singularidad propia y la voz de otros, abriendo discursos, ideas y posiciones políticas. Entre paisajes, texturas e intensidades, su música opera como una máquina de deseo; un diagrama que no representa lo real ni lo refiere, sino que lo interviene, creando, como escribieron los filósofos franceses Gilles Deleuze y Felix Guattari, una máquina-órgano para una máquina-energía, donde siempre hay flujos y cortes.

En “Rhizomes” todo es movimiento, desestabilizar la norma y las formas habituales en que la música se presenta como producto. La publicación es un soporte en el que confluyen sus búsquedas musicales junto a su interés por los nuevos lenguajes e inquietudes, que van más allá de lo puramente sonoro. El proyecto se inspira en el concepto “rizoma”, acuñado y desarrollado por Deleuze y Guattari; un modelo estructural en constante evolución y permanente movimiento, que se expande en todas direcciones al mismo tiempo sin un principio ni final, sino en un estado que le permite siempre posicionarse en una zona “entre”, a través de la que crece y se desborda. 

“Le tremblement” (feat. Nicolas Jaar), vídeo dirigido por Sevi Iko Dømochevsky.

La idea del “rizoma” confluye en varios aspectos, siendo los más visibles la creación de un soporte que va más allá de la tradicional manera en que se presenta un álbum; cambiando el formato vinilo por un libro, el cual contiene un conjunto de ilustraciones a cargo de Kim Grano, donde los dibujos se convierten en un lenguaje híbrido en el que cada uno de ellos es una posible respuesta emocional a la música. Asimismo, las ideas compositivas buscaron descentralizar la idea creativa, donde el autor es el centro, propiciando un entramado que se cruza y contamina a partir de asociaciones musicales y artísticas de diferentes procedencias, consiguiendo un proyecto donde el carácter colaborativo es fundamental.

Nyokabi Kariuki, Josefa Ntjam, Blackhaine, Nicolas Jaar, Resina, Rắn Cạp Đuôi, Richie Culver, clipping., Lafawndah, KMRU, Kassel Jaeger, 9T Antiope, James Ginzburg , Exzald S, Valentina Magaletti, Madre Mora, Angel Bat Dawid y Mondkopf conforman esta comunidad y dan vida a la raíz de este proyecto, brindando instancias donde el deseo no está sujeto a la producción sino que es un devenir vital, donde la unión se transforma en su fuerza de acción. Todo es encuentro en este trabajo en el que el grado de potencia cambia según cuántas y cómo sean las pasiones que se reúnen en él.

“Las buenas maneras de leer hoy consisten en llegar a tratar un libro como se escucha un disco, como se mira una película o un programa de televisión, como se recibe una canción: todo tratamiento del libro que reclame para él un respeto especial, una atención de otro tipo, viene de otra edad y condena definitivamente al libro”, escribió Deleuze. Y “Rhizomes” es un fiel reflejo de esta idea.

Rizomas y simulacros.
Rizomas y simulacros.

¿Cuándo y cómo surgió este trabajo?

Empecé a pensar este álbum justo después de recibir un encargo en el Festival de Donau. Creo que fue hace casi tres años. En ese mismo momento hablé con Nicolas Jaar sobre la idea de hacer algo colaborativo para Other People. Durante ese tiempo estaba leyendo mucho sobre Édouard Glissant, en especial su poesía. Y sentí que era la ocasión perfecta para desarrollar algo en torno a su escritura. Al mismo tiempo comencé a leer a Deleuze y eso me abrió un mundo que se fue desarrollando orgánicamente. Aunque Glissant es el centro, porque es complejo abordar un libro como “Mil mesetas” (1980); hay que tener todo un bagaje previo, hay muchos elementos, diálogos y referencias que orbitan alrededor de ese libro. Creo que Glissant me permitió una entrada más amable a este tipo de pensamiento.

¿Podrías explicar cómo la obra de Édouard Glissant se ha integrado en la tuya?

En realidad, es muy difícil entender cómo la poesía puede aparecer en la música, cómo dejar que se exprese más allá de las palabras y cómo se pueden exteriorizar esas emociones que hay detrás del sonido de un modo distinto al que nos entregan las palabras mismas. En “Rhizomes” intenté que eso se hiciera posible introduciendo signos a través de un libro; la idea era buscar distanciarme de la forma habitual del lenguaje. Exploré tratando de encontrar la belleza de la poesía, así como esa fuerza potente que existe en las imágenes del cine; tratando de capturar el silencio, siendo más minimalista dentro de mi propio maximalismo, dando espacio a otros artistas para que expresaran las palabras que yo no puedo expresar con mi música. En este álbum hay muchas palabras y voces. No fue fácil encontrar el equilibrio perfecto para dejar espacio a que otros se expresaran.

“Exploré tratando de encontrar la belleza de la poesía, así como esa fuerza potente que existe en las imágenes del cine; tratando de capturar el silencio, siendo más minimalista dentro de mi propio maximalismo, dando espacio a otros artistas para que expresaran las palabras que yo no puedo expresar con mi música”

¿Cómo se desarrolla la colaboración en “Rhizomes”?

Envié correos electrónicos a los artistas que conocí durante los años previos y de ese modo se fue construyendo todo. Cada artista es una especie de cartografía, un mapa de filiaciones, de amistades que conocí durante años. Sentí que todo esto era la idea y combinación perfecta. Fue emocionante trabajar con ellos en un momento en el que era realmente difícil conocer gente y trabajar todos juntos. Pero diría que todos cambiaron y dieron forma al álbum. Hay muchos artistas en él y estoy enamorado de cada uno de ellos. Así que fue una manera de mostrar el amor que tengo por cada uno. Eso me permitió trabajar de forma drásticamente diferente. Es muy distinto estar en tu propia habitación solo que compartir esa misma habitación con otros. Cuando recibes algo de alguien, te cambia de muchas maneras. Cada artista dio forma al álbum de diferentes maneras; con la amistad, la conversación y el tiempo que me dedicaron.

¿Crees que ese mapa de filiación del que hablas se transforma en una forma de representar el “rizoma”?

Sí, por supuesto, el “rizoma”, para mí, es una forma de entender el mundo. Invitar a estos músicos se transformó en una manera más horizontal y menos jerárquica de trabajo. Esta idea fue al mismo tiempo un camino para establecer una idea política en torno a él. No hay arriba, no hay abajo, todo puede ir en todas direcciones porque hay infinitas formas e infinitas entradas y salidas, donde todo está orgánicamente unido. Cuando haces de este modelo una forma de pensar y lo confrontas con las diferentes culturas o interpela al arte, toma un cariz mucho más político. Este álbum busca eso: hacer visibles distintas culturas, pensamientos y formas de abordar la música bajo un contexto no jerárquico, en el que todos trabajan desde su singularidad.

Creación horizontal.
Creación horizontal.

¿Cómo operó esa horizontalidad?

El modelo del “rizoma” permite exponer toda la información y sus raíces, primando eso único que hay en cada colaborador, con todas sus historias, culturas y experiencias. Así que también hay mucho de mí, mucho de mi pasado, muchas de mis raíces procedentes de África, Ghana, Europa, Oriente. Esa horizontalidad es totalmente política en este trabajo. Y no solo desde ese lugar, sino también desde lo musical, intentando abordarlo de la forma más abierta posible; trabajando con mucha colaboración, dejando a un lado el ego y distanciándome de la idea de centro. Intento, en la medida de lo posible, apartarme de la ecuación, ponerme lejos y aprender a distanciarme del control de las cosas. Fue totalmente libre y orgánico trabajar con tantos artistas diferentes que venían de lugares y culturas distintas. Aprendí mucho sobre mí, sobre ser paciente, sobre cómo la música puede ser también imagen; por eso hay mucha importancia en lo visual y por eso este álbum es un libro. Fue una manera de acercarnos tanto a la imagen como a lo sonoro y entender cómo todo puede mezclarse.

En tus trabajos ahondas en la filosofía. Por ejemplo, en tu anterior álbum trabajaste la idea de “simulacro”, que viene de Baudrillard.

Sí, es superinteresante. En realidad, creo que hay una gran conexión entre Baudrillard y lo que hice con “Rhizomes”. Son muy similares en muchos aspectos. Pero ahora la idea de hacer un álbum está menos centrada en mí, y más enfocada en mi vínculo con la otra gente, los otros artistas, mi conexión con la conversación y establecer un diálogo con otros. Hablé mucho con Nicolas Jaar alrededor de esta idea del “rizoma”, así como también lo hice con Kim Grano, quien hizo el libro.

“Este trabajo tiene mucho de cine, jazz, electrónica y de tantas músicas que influyeron de muchas maneras, así como del arte en general y la conversación, que fueron factores determinantes en la creación. Busqué que este disco tratara, más que de encontrar una respuesta, de hallar más preguntas”

¿Por qué optaste por el formato libro para esta publicación?

Desde el principio sabía con certeza que quería una manera de dar palabras sonoras y visuales a quien pudiera escuchar este trabajo. El vinilo no permitía eso, aunque para todos es algo muy importante y un hermoso objeto, pero el libro fue la mejor forma que encontramos de continuar el viaje de la música. Incluso antes de pensar en ella hablamos de lo visual, porque esto puede cambiar el álbum de muchas maneras; buscamos crear una especie de lenguaje que permitiera una nueva forma de relación con la música. Después de muchas conversaciones, llegamos a la conclusión de que el mejor modo de hacerlo era a través de algo más abstracto. Hubo mucha investigación en torno al lenguaje, porque la música no es palabra ni imagen, es frecuencia. La pregunta fue cómo poner esto en el mismo nivel de abstracción y emotividad, pensando en el vínculo que existe entre ellas.

¿Cuáles son las referencias que orbitan en el momento de hacer música?

Tengo muchas influencias en realidad. Por supuesto la poesía de Glissant, artistas como Mark Fisher también. También mucho cine. Ahora soy un gran fan de directores como Apichatpong Weerasethakul. Él tuvo una influencia inmensa en el álbum. Este trabajo tiene mucho de cine, jazz, electrónica y de tantas músicas que influyeron de muchas maneras, así como del arte en general y la conversación, que fueron factores determinantes en la creación. Busqué que este disco tratara, más que de encontrar una respuesta, de hallar más preguntas. Más que encontrar una sola idea quería que despertara la curiosidad y que fuera desencadenando más y más información. Es una forma hermosa de ver las cosas. Esa es la manera en que me gustaría que se entendiera este álbum, como la experiencia de compartir, romper con lo individual y encontrar un modo de ver las cosas que fuera mucho más comunitario. ∎

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