A pesar de la cancelación del partido del Barça contra el Osasuna, por el fallecimiento de Carlos Miñarro, doctor y miembro del staff de los locales, por cada intersección de la montaña de Montjuïc siguen apareciendo hooligans con las camisetas de sus equipos: la selección argentina, la española, la catalana, el Barça y el Boca Juniors. Por un momento el Sant Jordi Club parece La Bombonera, el estadio que da fama al bonaerense barrio de La Boca. Trueno ha conseguido su misión, sentir que a cada concierto que da está entre las gradas de su campo favorito, con las insignias y sus propios hinchas. Pero él no es una estrella de fútbol, es una estrella del rap. Es la penúltima fecha de su gira española, que termina el próximo jueves 13 de marzo en otro pabellón, el Movistar Arena de Madrid. Se despide así de “El último baile” (2024), tercer disco que celebra el 50º aniversario de la creación de la cultura hip hop, desde las block parties hasta el rap de inicios de los dosmil; el drill y el trap ya los abrazó con su debut, “Atrevido” (2020). Los 50 años que están por venir hasta completar el primer siglo de este movimiento cultural serán un call and response del sur hacia el norte, devolviendo a los maestros afroestadounidenses todo lo aprendido. Esta vez con Latinoamérica en el top.
Para quien no lo conozca en profundidad, Mateo Palacios Corazzina, Trueno (Buenos Aires, 2002), tiene un linaje musical. Su madre, Juliana Corazzina, es artista y fue directora de murgas. Su abuelo Yamandú Palacios, cantautor protesta, se exilió en España y llegó a colaborar con Joaquín Sabina y Joan Manuel Serrat. Y su padre, el MC Pedro Peligro, aupó la voz del barrio con su combo Comuna 4 y en la escena Buenos Aires Hardcore. De su primera canción, “Trueno de madrugada”, toma el alter ego su hijo, el que es hoy protagonista del escenario y de la velada. Aunque deja que su padre, Peligro, y su mejor amigo, KMI420, con sus envidiables 75.000 seguidores en redes, enseñen sus propios temas en el calentamiento, anunciado a ultimísima hora, pero que ya congrega a buena afición de este sold out.
La masterclass de historia del hip hop empieza puntualisima, con un ghetto blaster en las pantallas donde se intercalan una ristra de clásicos del rap, entre los que se incluye Tego Calderón, porque el reguetón, como defiende Trueno, también es la música de las marquesinas. El artista aparece con su look de trencitas bantúes vistiendo merch oficial de la gira y se pega un repaso a sus orígenes con la viral “BZRP Freestyle Sessions #6” –también apareció en la #16– y “Fuck el police”, su homenaje a N.W.A. en el que colaboró con los míticos Cypress Hill, para él los responsables de traducir los códigos al español. Junto a Vico C, son sus “voceros del gueto” de referencia.
El show se transmite por las pantallas como si fuera una película de los ochenta, con sus claroscuros y luces petadas. Trueno desglosa todo el grueso de su tercer disco acompañado de una banda de rock con extra de percusiones y la ocasional ayuda de sus teloneros y coristas. A pesar de que podría haber invitado a los locales Beny Jr –dice que La Florida es La Boca barcelonesa–, Leïti Sen o Nathy Peluso al concierto, en esta ocasión sube una esperadísima Bad Gyal para cantar “Angelito”, provocando desmayos que Trueno gestiona eficazmente desde el escenario, pidiendo que se forme un pasillo y lanzando botellas de agua.
Cabe recordar que para este trabajo ha contado con las caras ocultas del género para sus colaboraciones estrellas: los productores. En el énfasis de la selección incluye algunos nombres clave nacionales como El Guincho, Fakeguido, Víctor Martínez y pablopablo aka Pablo Drexler, que han sabido ahondar en referencias a Wu-Tang Clan, Rock Master Scott & The Dynamic Three o The Neptunes e incluso un cameo del magnate del dancehall Sean Paul. Pero con o sin invitados visibles, Trueno se desenvuelve cómodamente sobre el escenario, llegando a marcarse un freestyle para recordar su despunte en las batallas de gallos, donde fue campeón de Red Bull Batalla y FMS Argentina. Luego hay un crescendo de BPMs con una versión a ritmo de cuatro por cuatro de “Mamichula” –donde se distorsiona y reduce al mínimo la aportación de su expareja y también artista argentina Nicki Nicole–, “Cuando el bajo suena” y “Atrevido”. Da cierre al concierto demostrando que, a sus 22 años, ya es un hito intergeneracional, poniendo a jóvenes y padres a bailar con “Dance Crip”, al más puro estilo “Rapper’s Delight”, “para todos los guachos a los que le gusta el hip hop de verdad”, que ya vienen siendo unos cuantos en estas cinco décadas de trayectoria. ∎
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