Aunque ya era sobradamente conocido como autor de novela negra –de su primera novela, “Memento mori” (SUMA, 2013), se ha hecho también una serie de televisión homónima de seis capítulos, estrenada en octubre del año pasado en Amazon Prime y protagonizada por Yon González, Francisco Ortiz y Juan Echanove–, recibir en enero el prestigioso premio Nadal por “Bajo tierra seca” (Destino, 2024) no hizo sino acrecentar aún más la fama de César Pérez Gellida (Valladolid, 1974).
Para nuestro interlocutor la música no es un mero divertimento, sino algo fundamental en su vida. Tanto, que las andanzas del protagonista de su primera trilogía de novelas, el asesino en serie Augusto Ledesma, están ambientadas con música de Héroes del Silencio, Bunbury, Nacho Vegas, Vetusta Morla, Love Of Lesbian, Depeche Mode, Rammstein o El Columpio Asesino, que es, además, la música favorita del escritor.
A esa primera trilogía, titulada “Versos, canciones y trocitos de carne” y formada por las novelas independientes “Memento mori”, “Dies irae” (SUMA, 2013) y “Consummatum est” (SUMA, 2014), le siguió una segunda –“Refranes, canciones y rastros de sangre”, formada por “Sarna con gusto” (SUMA, 2016), “Cuchillo de palo” (SUMA, 2016) y “A grandes males” (SUMA, 2017)– también protagonizada por las referencias musicales, aunque en este caso eran las de su nuevo protagonista, el inspector de policía Ramiro Sancho, mucho más rockeras.
Oí por casualidad una entrevista que te hacían en Radio 3 a propósito de “Bajo tierra seca” y te escuché comentar que necesitas trabajar con ruido blanco. Dejando a un lado los gustos musicales que expones en otras de tus novelas, ¿eres también aficionado al ruidismo? ¿Merzbow, Z’ev, Esplendor Geométrico, Puce Mary…?
Efectivamente, trabajo con un secador de pelo enchufado, pero no tiene nada que ver con que me guste el ruidismo. El ruido del secador me relaja, me aísla del exterior y me facilita mucho concentrarme para avanzar en la historia y meterme en la piel de los personajes. Yo tengo siempre muy presente la música: se me pueden olvidar las llaves de casa, pero los auriculares es muy difícil que me los olvide. Siempre que estoy por la calle voy escuchando mi música y por eso están las referencias musicales de mis novelas. En “Memento mori” todos los títulos de los capítulos son partes de letras de Héroes del Silencio o Bunbury. En el segundo libro, “Dies irae”, los títulos de los capítulos son partes de letras de canciones de Vetusta Morla, y en el tercero, “Consummatum est”, son de Love Of Lesbian. Al margen, todas estas novelas tienen su “banda sonora” porque a la hora de poder transmitir las emociones del protagonista, que es un sociópata narcisista, utilizo canciones antes, durante y después de que cometa los crímenes. Y así surgió lo de publicar con Warner un triple álbum de banda sonora de la trilogía.
¿Cómo surgió esa idea? ¿Quién lo propuso?
La idea de la banda sonora surgió de Warner. Su director artístico, Alfonso Pérez, gran aficionado a la literatura negra y a mis novelas, se puso en contacto conmigo y me propuso crear ese álbum. No quería que fuera solo un recopilatorio: para la creación del disco, Alfonso me propuso trabajar con Iván Ferreiro y él se encargó de juntarnos. Me fui a su casa, en Gondomar, y allí hicimos tres temas inéditos, que se titulan como las novelas, “Memento mori”, “Dies irae” y “Consummatum est”. Yo trabajé en la letra y él en la composición musical junto a su hermano Amaro. Iván también metió “Dies irae” en su álbum “Casa” (2016) y lo toca muchas veces en directo, y Amaro metió “Consummatum est” en su álbum “Biólogo” (2016). También hay por ahí una versión de “Dies irae” en la que cantan Enrique Bunbury y Santi Balmes de Love Of Lesbian, que apareció en el disco ese de temas raros e inéditos de Bunbury, “Archivos vol. 1. Tributos y BSO’s” (2016).
Los artistas que aparecen en tu lista de reproducción son los de ese triple álbum. ¿Son realmente tus favoritos?
Sí, Héroes del Silencio y Bunbury, y Love Of Lesbian, fundamentalmente.
¿Cómo fueron tus inicios musicales?
A mis padres, a ambos, les gustaba mucho la música. Yo recuerdo, siendo muy muy pequeño que los sábados por la mañana mi madre, cuando se ponía a limpiar la casa, ponía discos de la Pantoja, de Raphael, de Francisco, de Mocedades, etc. Siempre he tenido la música asociada a algo que me acompaña allá donde voy. Cuando empecé a escuchar música de forma compulsiva fue con Héroes del Silencio y, a partir de ahí, mucho rock español. Luego también, desde el descubrimiento de Depeche Mode, que es el grupo extranjero que más me ha influido, mucho pop-rock británico. Pero si tengo que elegir un grupo o un artista que marcara mi infancia es Héroes del Silencio y Enrique Bunbury como frontman de esa banda. Y lo sigue siendo, porque no hay disco de Bunbury que se publique que yo no tenga. He tenido la oportunidad de conocerlo en persona y tener contacto con él varias veces. Si tengo que citar un ídolo musical, me quedo con Enrique Bunbury.
¿Qué relación tenéis ahora? ¿Sois amigos?
Amigos no diría, pero tenemos cierta relación y cuando viene a España y pasa por Madrid trato de verlo y quedar con él en el ámbito del concierto: es decir, pasarme un rato antes por el camerino y tener una charla. Viví una temporada en Buenos Aires y cuando dio un concierto ahí, en el Luna Park, también quedamos. Y cuando él está en Valladolid, por supuesto. Nos vemos las veces que se puede, que no son muchas, porque ya sabes que vive en Los Ángeles.
¿Y qué paso con Iván Ferreiro? ¿La relación se quedó en esa colaboración para escribir juntos tres canciones?
No, con Iván la relación sí es de amistad. Yo no lo conocía personalmente antes de que fuera a su casa para escribir las canciones, pero después nos hemos visto decenas de veces. Cada vez que voy a Galicia trato de verlo y cada vez que él viene a Valladolid quedamos también. Y hablamos mucho por teléfono. Hay una buena relación.
Y, después de ese primer momento de escribir letras de canciones con Iván Ferreiro, ¿no lo has vuelto a intentar?
He escrito unas cuantas. Además de novelas escribo poesía, que es un lenguaje que manejo, y recientemente he escrito una letra para el grupo Siloé, que también es de Valladolid. Tengo muy buena relación con ellos y le puse letra hace nada a una melodía de Fito (se refiere a Adolfo Robles, el cantante y principal compositor de Siloé). También hay otra canción que hice para un booktrailer de “A grandes males”, una de mis novelas, que hice con Julián Saldarriaga de Love Of Lesbian e Iván Ferreiro. No es mi dedicación, pero es algo que me gusta y me distrae… ¿por qué no?
¿Se podría decir que tienes más amigos en el mundo de la música que en el de la literatura?
No. En el mundo de la literatura conozco a más gente, pero en el mundo de la música me relaciono también con bastantes: con Jesús Cifuentes de Celtas Cortos, con Santi Balmes y Julián Saldarriaga de Love Of Lesbian, con Ricky Falkner, con Iván Ferreiro… Al final unos son amigos de otros y los vas conociendo. Por cierto, he tenido ya el privilegio de poder escuchar completo el nuevo LP de Love Of Lesbian, el que sacarán en noviembre, y ¡es una puta pasada!
¿No tuviste nunca un grupo en tu adolescencia o primera juventud?
No, no. Mis dos hermanos, Mar y Javier, tienen los dos la carrera de piano, completa, pero no son músicos, Es decir, no se dedican a la música. Yo también estudié, pero me quedé en tercero de piano y en quinto de solfeo. Ahí terminó mi andadura en el mundo de la música.
¿Y de dónde os venía esa dedicación por la música?
De mi madre. Tanto mi padre como mi madre eran profesores, pero mi madre consideraba la música una parte importante de la educación y nos metió a los tres en clases de música. En casa había un piano vertical, de pared, y ahí tenía cada uno su turno para ensayar y tocar el pianito.
¿Terminaste odiándolo?
No, pero a mí me atraía mucho más el deporte. En aquel momento jugaba balonmano y me divertía muchísimo más el deporte que estar leyendo partituras y tocando el piano en casa.
He leído muy poca de tu producción y no sé si las referencias musicales se limitan a la primera trilogía o si en tus otros libros también las hay.
Están en la primera y en la segunda trilogía, pero en esta, que se titula “Refranes, canciones y rastros de sangre”, ya no son del personaje de Augusto, que ya está muerto, sino que son las referencias musicales del personaje de Ramiro Sancho y cambian mucho: Sancho es más de rock de los años noventa o de principios de este siglo. De esa segunda trilogía no hay un álbum, pero sí he colgado una lista de reproducción en Spotify, con el nombre de “Refranes, canciones y rastros de sangre”. Ahí hay canciones de Guns N’ Roses, Nirvana, Extremoduro, Ilegales, The Smiths, Golpes Bajos, Aerosmith, Calle 13 o La Dama Se Esconde. Pero, indudablemente, lo que más me gusta es la lista del personaje de Augusto: Depeche Mode, Rammstein, Placebo, El Columpio Asesino, Héroes del Silencio, Bunbury, Nacho Vegas, Love Of Lesbian, etc.
Tu primer libro es de 2011. ¿Qué has ido incorporando a tus gustos en estos últimos trece años?
De los que no existían por aquel entonces, seguiría por la parte indie: Viva Suecia, Arde Bogotá, Shinova, Siloé…
Aunque soy mayor que tú, también tienes ya una edad. Veo que la mayoría de mis amigos de hace 40 años se han quedado en seguir escuchando a Los Rodríguez, Los Secretos o el heavy de los años setenta. ¿Crees que se vive más intensamente la música cuando se tienen 20 años o también es posible seguir manteniendo la pasión a los 40 y 50?
La música es absolutamente atemporal, con lo cual la intensidad no depende de los años, sino del período vital que cada uno esté viviendo. No depende de si tienes 20, 30 o 47… Yo siempre trato de seguir descubriendo nuevos grupos y me fio mucho de recomendaciones de amigos. Lo pruebo y si me gusta pasa a formar parte de mi repertorio musical.
¿Utilizas Rockdelux en esa búsqueda de novedades?
La verdad es que no… Me gustaría decirte lo contrario, pero lo que hago es indagar por mi cuenta, por lo que veo en redes sociales o lo que me recomiendan amigos. Esa es la forma que yo tengo de investigar.
Otros, cuando hemos descubierto un artista que nos gusta, lo que hacemos es seguir el rumbo de sus influencias o referentes. ¿Qué son para ti The Beatles, The Rolling Stones, The Who, Bob Dylan, David Bowie, Michael Jackson, Bruce Springsteen, Sex Pistols, Deep Purple, Led Zeppelin, U2, la música negra entera…?
Algunos de estos que dices me gustan y los conozco, porque son inmortales de la música, pero otros no. Depende… Lo que no hago es ir a buscar los referentes musicales que tienen los grupos que son afines a mí. Simplemente los conozco y en algún momento de mi vida he caído en ellos. Pero, como te digo, algunos me gustan y otros no.
No son, en ningún caso, santo de tu devoción…
Santos de mi devoción, no, pero sí me gustan algunas canciones de esos artistas. De los Beatles no, porque nunca he conectado con ellos, pero de los Rolling Stones o Deep Purple, sí, igual que de AC/DC o Aerosmith. O Bob Dylan, por ejemplo. Pero, te repito, algunos sí y otros no, y con algunos tan solo determinadas canciones.
¿Y los de la generación de la movida: Alaska, Mecano, Tequila, Radio Futura, Nacha Pop, Siniestro Total, Loquillo, Ilegales?
Lo mismo: algunos sí y otros no. Mecano hubo una época en que me gustaba mucho y luego me dejó de gustar, y me pasó lo mismo con Hombres G. Con 11 o 12 años yo creo que todos escuchábamos a Hombres G en el colegio, pero luego me dejaron de gustar. Radio Futura, en cambio, me gustaron siempre. Primero los escuchaba mi hermana y, por contagio, luego me gustaron a mí. Ilegales también me gustaron durante un tiempo y luego desaparecieron y me dejaron de gustar.
Lo que sí me sorprendió es no haber encontrado en los libros de tus dos trilogías ninguna referencia a Los Planetas, que podría ser el gran referente español de la música noventera.
Sí, la verdad es que de Los Planetas sí hay bastantes temas que me gustaban, pero en aquel momento, en la elaboración de los libros, una escena me llevaba a una canción y no se dio que cuando estaba escribiendo algo me llevara a alguna canción suya. Pero sí me gustan y los he visto varias veces en directo; hay canciones de Los Planetas que forman parte de mi vida musical.
¿Y del momento actual? ¿C. Tangana, Rosalía…?
¡Cero! De esos que acabas de citar no consumo absolutamente nada. No porque tenga nada en contra, simplemente no me llegan. Yo sigo mucho la música “indie” y voy a muchos festivales.
En ese sentido, ¿cuál es tu opinión sobre el eterno debate acerca del fin del rock’n’roll?
Yo creo que el rock se lleva dentro. A mí me parece que no se ha terminado. Otra cosa es que haya menos grupos en la escena musical actual que hagan lo que entendíamos como rock puro. A mí me parece que tiene una vida larga y sana.
Para finalizar, “Bajo tierra seca”, tu novela más reciente, con la que ganaste el Nadal, está ambientada en la Extremadura de principios del siglo XX. Ahí no había mucha música que investigar. ¿Por qué situaste la novela ahí?
Estaba investigando sobre asesinos en serie y me di cuenta de que había muy pocas mujeres en ese ranking, pero sí encontré el nombre de una inmigrante de Noruega que terminó estableciéndose en Estados Unidos, en una zona muy rural, y se dio cuenta enseguida de que lo del sueño americano no se iba a cumplir. Entonces trazó una línea recta entre el pozo de miseria en el que se encontraba y donde quería llegar. Esta historia lo que he hecho es “españolizarla” y llevarla a un entorno muy parecido, que es la Extremadura de principios del siglo XX.
Cuando era pequeño recuerdo que se hablaba de crímenes muy antiguos, como el de Jarabo. Se tenía la sensación, antiguamente, de que había pocos casos de grandes asesinos. Estaba Landru, el doctor Petiot… ¿Tú crees que ahora se mata más que antiguamente?
¡No! Se mata igual, lo que pasa es que ahora la repercusión mediática es infinitamente mayor. Los crímenes de antes se quedaban en su ámbito local. Ahora con las redes y los medios de comunicación da la sensación de que se mata más, pero no: el ser humano ha cambiado muy poco y se sigue matando lo mismo. ∎
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