¿Una nueva banda formada por los ilustres Stephen Malkmus, Matt Sweeney y Jim White, junto con Emmett Kelly, ha grabado un disco completo y va a salir de gira? Pues sí, es cierto: el álbum homónimo de The Hard Quartet se publicó el pasado viernes. Matt Sweeney nos cuenta amablemente los entresijos de tan productiva reunión desde su casa en Nueva York, por videollamada.
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staba el mes de julio casi finiquitado cuando el lanzamiento de un single, “Earth Hater”, de una nueva banda, The Hard Quartet, pilló por sorpresa al mundillo del rock alternativo. Después, en agosto, llegó “Rio’s Song”, otro avance estimulante. Y en septiembre empezamos a disfrutar de “Our Hometown Boy”, en clave jangle pop. El grupo está formado por tres ilustres músicos como Stephen Malkmus de Pavement, Matt Sweeney de Chavez y Superwolf –su proyecto a medias con Bonnie Prince Billy– y Jim White, batería de Dirty Three al servicio de músicos destacados como PJ Harvey o Mark Kozelek, entre otros. El cuarto miembro, Emmett Kelly, muy respetado por sus colegas, ha compartido banda con ellos tocando para el citado Will Oldham o Bill Callahan y lidera su propio e interesante grupo, The Cairo Gang.
“The Hard Quartet” (Matador-Popstock!, 2024) incluye quince canciones y en él se nota la complicidad entre los músicos, pues suena como si fuera una banda con años de ensayo y muchos bolos en su haber, aunque realmente nunca habían tocado los cuatro juntos, sino en grupos de dos o tres. La primera cara suena más directa, con trallazos de rock neoyorquino con inspiración del punk inglés y el garage australiano, con distorsión controlada, mientras que en la segunda impera el ritmo calmado y sin prisa, y se nota más tanto el bagaje reciente de los cuatro músicos con sus proyectos personales como el de los artistas punteros del folk-rock americano a los que han acompañado. Se alternan a las voces, con un mayor número de canciones para Malkmus –con su estilo personal e intransferible– y otras para Sweeney y Kelly. Quizás el sereno modo de tocar la batería de White sea el cemento que logra consolidar todo el conjunto.
Aunque los cuatro están muy implicados con el proyecto, ellos prefieren la denominación de banda, Matt Sweeney ha sido el instigador y aglutinador del grupo, por lo que es una suerte contar con él para esta entrevista. Nos habla, contento, desde la soleada sala de su casa, por la mañana, en Nueva York.
¿Cómo disteis el paso de montar una banda y grabar un disco después de tantos años de compartir escenario o backstage ocasionalmente?
Los cuatro habíamos coincidido por separado en distintos proyectos, pero fue hace cinco años, grabando el “Traditional Techniques” (2020) de Stephen Malkmus en Portland, cuando le comenté que podíamos hacer algo parecido con Emmett y Jim. Pero no fue hasta hace un año y pico, cuando coincidió que los cuatro estábamos en Nueva York y me enteré de que el estudio Strange Weather de Brooklyn –donde yo solía grabar, un sitio precioso– iba a cerrar. Solo quedaba una semana y les comenté “vamos a grabar algo ahí los cuatro para despedir ese magnífico lugar”. Los cuatro trajimos ideas y, desde el primer segundo, como nos conocemos muy bien, empezaron a surgir cosas. Daniel Schlett, el ingeniero, no nos presionaba para conseguir sonidos, sino que se dedicaba a cambiar los micrófonos de sitio y demás. El segundo día, escuchando lo grabado la primera jornada, nos gustó el resultado y nos pusimos a hacer más música. El quinto día ya teníamos once temas, así que, emocionados cuando acabó la semana, decidimos seguir la grabación con Daniel unos meses más tarde, en un estudio en Malibú, California.
En el disco se nota de alguna forma el buen ambiente entre vosotros.
Totalmente. Mira, el estudio de Malibú estaba en la misma playa y se pasaron por allí familiares y muchos amigos comunes; mi novia y mis colegas de Chavez, la hermana de Emmett, los hijos de Stephen, etc. Trabajamos cinco semanas a lo largo del año y quedamos muy satisfechos. A Matador también le gustó lo que le mostramos, así que no lo rematamos con prisa porque queríamos que fuese como que esta va a ser nuestra banda principal para los próximos años.
El sonido del disco llama la atención; suena rugoso, nítido y cálido al mismo tiempo, sin contar con un productor externo.
Gracias. Lo cierto es que casi todos hemos producido discos anteriormente, por lo que con Daniel como ingeniero y a las mezclas era suficiente. En los créditos se indica que están a cargo de Matt Sweeney y The Hard Quartet porque quizá yo, como impulsor de la idea, he estado un poco más pendiente de dichas tareas.
Respecto al repertorio, ¿eran canciones en la recámara de cada uno de vosotros o las componéis ex profeso para el álbum?
Algunas canciones las trajimos cada uno más o menos hechas, pero la mayoría fueron completamente transformadas tocando juntos en el estudio, como “Chrome Mess”.
¿Teníais alguna referencia previa del tipo de música que queríais hacer juntos?
No del todo. En algunos temas, como en “Renegade”, nos inspiramos en el punk inglés de clase trabajadora de los setenta o en grupos de punk australiano como Venom P. Stinger, en los que estuvo Jim White, con ese loco rugido suyo. Otros, como “Action For Military Boys”, quizá sea más como Wire o algo así. Otra banda que nos atraía a todos era The Saints, uno de esos grupos que tienen un mundo propio, que pueden cambiar pero siempre sabes que son ellos. Por otra parte, tenemos tan asimilados nuestros gustos comunes que no necesitamos decirnos si algo tiene que sonar como, por ejemplo, The Velvet Underground.
Como si tocarais juntos con los ojos cerrados…
Por supuesto. Como te decía, nos conocemos tanto que podemos tocar como una banda de free jazz, en la que nadie necesita hablar y todos siguen el hilo. De ahí nuestro nombre, The Hard Quartet, que no es casual, ya que nos hemos sentido así tocando juntos, como un cuarteto de jazz.
¿Qué me dices de las letras, hay algún hilo conductor común?
Respecto a las letras todos tuvimos una mentalidad receptiva. Por ejemplo, en “Rio’s Song” yo solo tenía un verso –“Rio left New Orleans, do you know what that means?”– que quería que estuviera en la canción, pero les dije a los chicos que no quería que sonara tan triste; porque iba de Rio, mi mejor amigo, que murió recientemente (se refiere a Rio Hackford, actor fallecido en 2022 que tenía un par de clubes de jazz en Nueva Orleans). Ellos fueron muy comprensivos y me dijeron que me tomara mi tiempo y, una vez acabado el proceso de grabación, tuvimos un par de días para rematar detalles. Allí surgió la idea de cómo hacerla, una canción celebratoria. Nunca había sido tan transparente en una letra y espero no volver a escribir una canción así. Emmett también estuvo días con la letra de “North Of The Border” y al final la clavó en una toma.
El vídeo de la canción enfatiza la parte celebratoria y el lado cómico con ese guiño al “Waiting On A Friend” de los Rolling Stones, pero con esto que cuentas cobra un nuevo sentido.
Sí, esa era la idea, que fuera algo así como ligero y profundo al mismo tiempo. Es curioso, porque yo hago de Mick Jagger y mi amigo Rio era amigo de Keith Richards, cuyo papel hace Stephen. A él le hubiera encantado. Era muy divertido, era capaz de imitar perfectamente los movimientos de Jagger en el escenario.
Mencionabas antes a Emmett Kelly; de los cuatro miembros del grupo es el menos conocido, al menos aquí en Europa. Acabo de escuchar los discos de The Cairo Gang y tienen buena pinta…
Es una lata. No entiendo cómo no ha tenido más reconocimiento, porque sus discos son realmente buenos. Aunque es cierto que no ha tenido un sello consistente detrás y que él casi siempre ha estado en la carretera tocando para otros. A veces la música buena acaba saliendo a la superficie, pero a veces no. Por ejemplo, ahora mismo estoy flipando con lo bueno que es todo lo que saca el sello Celluloid Lunch de Montreal, y no mucha gente lo conoce.
Vosotros crecisteis en los noventa, con cierto éxito en el mundo alternativo con vuestras respectivas bandas, tras la explosión del grunge y el indie rock y mucha música de guitarras pegando fuerte. En la actualidad, el asunto es muy diferente, con otros estilos de música que han tomado el relevo. ¿Cómo ves este presente musical?
No lo sé. Es curioso, porque en los noventa se hizo un montón de magnífica música, pero en aquel momento no me sentí como en medio de una época dorada. Si miras lo que era realmente grande en aquel momento, había también mucha mala música con malas vibraciones. Siempre parece que es peor en el momento. Lo único que ha cambiado es que el rock ya no es el motor o la fuerza dominante del pop como lo era en los noventa, y eso deja espacio para una gama más amplia de sonidos y personalidades. Creo que es genial. Por ejemplo, escucha a una banda de Montreal llamada Feeling Figures del sello que mencioné antes. Son realmente buenos y su música podría haber salido en cualquier época de los últimos cincuenta años.
Por cierto, en 2017, tras veinte años sin publicar, grabaste “Cockfighters”, un EP de tres canciones con Chavez que sonaba muy bien. ¿No habéis pensado en grabar un álbum completo o salir de gira?
Me encantaría, pero por una parte es difícil reunirnos porque vivimos en distintos lugares y, por otra, nuestra música se basaba en una batería realmente potente todo el tiempo. Cuando conseguimos juntarnos para hacer las tres canciones del EP y comentamos de hacer unas cuantas más, James Lo, el batería, dijo que no podía más, que estaba reventado (se ríe). No tenemos problemas entre nosotros, somos grandes amigos; James sale en el vídeo de “Rio’s Song” también.
Pero sí que habrá gira de The Hard Quartet…
Por supuesto, la idea es presentarlo en Los Ángeles, Nueva York y Londres en octubre (actuarán el 10, el 17 y el 22 de este mes, respectivamente, en las tres ciudades). Luego ir a Australia, volver a Estados Unidos y el año que viene girar por Europa, quizá por España también; me encantaría ir. Esta banda va a ser nuestra prioridad el año que viene. ∎
Como en cualquier supergrupo que se precie, pese a la desigual fama y aportación artística de cada uno de ellos, todos en The Hard Quartet han realizado discos que merecen mucho la pena. Repasamos a continuación cinco muestras de su talento por separado. No habéis perdido la cuenta, son cuatro miembros, pero en el caso de Malkmus la impronta de su larga carrera en solitario y el peso de su grupo Pavement merece un capítulo más. De Sweeney, White y Kelly, puesto que fuera de sus grupos Chavez, Dirty Three y The Cairo Gang se han dedicado a colaborar o a tocar para otros artistas, traemos una recomendación por cabeza.
En cualquier lista de los mejores discos de los años noventa, “Slanted And Enchanted” (1992) y “Crooked Rain, Crooked Rain” (1994) se disputan la cuota de Pavement en la lista, a no ser que salgan los dos. El primero era el desaliñado y eufórico; el segundo, el melódico y redondo. Al año siguiente de este, salía el imperfecto “Wowee Zowee”, que con sus dispares 18 canciones ofrecía el aspecto de un recopilatorio de descartes y caras B. Quedó emparedado entre los mencionados y “Brighten The Corners” (1997), el favorito de quienes prefieren la parte más pulida y pop de la banda. Para los acérrimos, sin embargo, es un festín en el que la banda suena libre sin buscar una coherencia de conjunto, tirando en cada tema por donde les pidió el cuerpo. Desde la desnuda y hermosa “We Dance” a la construcción sin prisas de “Grounded”, puro Pavement, el exabrupto punk de “Serpentine Pad”, el indie rock de college radio de “Best Friends Arm”, la belleza pop de “AT&T”, el toque oscuro de “Kennel District” o el pop psicodélico próximo al Beck de “Odelay” (1996) en “Western Homes”. Un surtido de variopintos recursos que ensanchaba el campo de juego de la banda.
De los nueve álbumes de su carrera como solista, en cinco de ellos Stephen Malkmus acredita a The Jicks como banda acompañante. Más allá de los miembros, hay una continuidad sonora entre ambos. Siempre entregando notables trabajos, se achacaba a su conocida pereza por buscar la perfección que no hubiera conseguido una obra maestra. En “Sparkle Hardle”, con los mismos mimbres de siempre, se aprecia un acierto melódico superior y un cuidado artesanal en el desarrollo instrumental de cada canción, sin abandonar esa pequeña sensación de déjà vu que acompaña a las piezas de muchos artistas de dilatada carrera y gran personalidad, que genera una rápida sensación de familiaridad con las canciones y les confiere un aura de clásico instantáneo. Era el caso de la delicada “Solid Silk”, la bonita “Middle America” o el encanto noise de “Shiggy”. En el resto se le notaba cómodo, entre su lado eléctrico y el folk rock americano que bordaba en “Refute”, con Kim Gordon de voz invitada. El veterano mago revisitando sus mejores trucos.
Aunque en el presente siglo Matt Sweeney ha colaborado con Bonnie Prince Billy, Bill Callahan y artistas por lo general de músicas atemperadas, en los noventa, con Chavez, dio salida a su faceta eléctrica y desbocada. Publicaron dos álbumes –“Gone Glimmering” (1995) y “Ride The Fader” (1996)– más algún single suelto y dieron por acabada su carrera con “Better Days Will Haunt You”, sin disputas de por medio. Con este recopilatorio que ofrecía todo su material grabado en orden cronológico, todo de gran nivel, lo pusieron fácil. En una entrevista en el blog de Kiko Amat, Nueva Vulcano elegía diez discos que les habían marcado como banda e incluían este. Artur Estrada los definía muy bien: “Lo suyo de hacer un rollo de ‘rock de estadios’ en broma… Eso es Nueva total. Lo de hacer una cosa como épica, como de The Who de los setenta, pero en lo-fi. En sala pequeña. Como de coña”. No eran post-hardcore ni math rock, e indie rock sería una etiqueta vaga. Podían compartir fans con Superchunk y Jawbreaker. Quizá ellos hacían subir la tensión de los temas sin llegar del todo al estallido, con la desgastada voz nasal de Sweeney al límite y las guitarras abriendo claraboyas en el techo por su cuenta.
En distintas entrevistas con diferentes músicos que han tocado con Jim White, destacan que su forma libérrima y personal de tocar la batería marca por completo el sonido de las canciones en las que participa. Con una larga carrera en distintas bandas del rock australiano, su proyecto más asentado en el tiempo ha sido el trío de música instrumental Dirty Three, junto a otros dos correcaminos como Warren Ellis (violín) y Mick Turner (guitarra). Es difícil elegir un álbum porque el nivel mantenido en sus once trabajos es muy alto; para muestra, el publicado este año, “Love Changes Everything”. Algunos preferirán el lirismo apesadumbrado de “Ocean Songs” (1998), pero en “Horse Stories” mostraban cierta garra asilvestrada –“Red” es el mejor ejemplo– que lo hacía sonar como un disco en directo. White mantiene esa tensión parsimoniosa esparciendo sus golpes de baqueta, alterando el ritmo a su libre albedrío como si improvisara en todo momento. La guitarra de Turner suena cruda y aporta el filo sobre el que el violín de Ellis borda esas melodías tabernarias de marineros beodos de absenta que tan bien evocaba Matt Elliott en “Drinking Songs” (2005). “At The Bar” y “Warren’s Lament” son muestras de ello. Aunque sin voz, también podían compartir espacio con grandes del slowcore como Low o Codeine.
Apuntaba Matt Sweeney en la entrevista que la única explicación que encontraba a la poca repercusión del grupo de Emmett Kelly, The Cairo Gang, es la escasa dedicación a la promoción y a tocar en directo con el grupo para mantener en activo a The Double, The CIA o Clinamen, además de sus múltiples compromisos como músico para artistas como Bonnie Prince Billy o Ty Segall. Este último le devuelve el favor produciendo y tocando la batería en “Untouchable”, sexto álbum de la banda. De sonido muy cuidado y clásico, evoca a distintos magos de la melodía afligida a la par que dulce –como Big Star, George Harrison, Phil Seymour o Elvis Costello–, entre el folk-rock americano y el power pop. En primera escucha, “Real Enough To Believe” trae a la mente el lado pop de The Shins. “In The Heart Of Her Heart”, la más acelerada, es una muestra enérgica de new wave. Canciones bien hechas que parecen haber estado siempre ahí y que gustarían a los numerosos fans de los artistas citados o a cualquier aficionado a la combinación de guitarras con melodía. Ahora Kelly vuelve a interrumpir su carrera, esta vez para dedicar tiempo a The Hard Quartet, pero habrá que estar atento a lo próximo bajo este alias. ∎
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