Álbum

PiL

End Of WorldPiL Official, 2023

15. 09. 2023

Lo contaba a principios de febrero, cuando me encargué de seleccionar las principales noticias de la semana: John Lydon, el que fuera cantante de los Sex Pistols y fundador de Public Image Ltd. (PiL), se presentó como candidato a representar a Irlanda en el próximo festival de Eurovisión… pero su otrora famoso nombre ya no significa nada para las nuevas generaciones, y la canción, “Hawaii”, no resultó elegida en el concurso televisivo similar al Benidorm Fest que realizó la televisión irlandesa.

La canción era un declaración de amor a su mujer desde 1979, Nora Forster, aquejada de Alzhéimer desde hace años y fallecida, finalmente, pocas semanas después, el 6 de abril. Lo que no sabíamos entonces es que Lydon había interrumpido los preparativos de “End Of World” en 2018, al detectarse los primeros síntomas de la enfermedad de su mujer, y la noticia del lanzamiento de este disco se anunció apenas cinco días después del fallecimiento de Nora. Después de un silencio discográfico de ocho años, la pregunta sería… ¿quién espera ahora, en 2023, un nuevo álbum de PiL…? Contamos, además, con el precedente del bastante mediocre “What The World Needs Now?” de 2015… Por si fuera poco, en estos últimos años Lydon se ha quedado a gusto con declaraciones aparentemente reaccionarias, como si ser punk actualmente pasara por declararse pro-Trump, pro-Brexit y antijuventud… Y, de hecho, así sigue en algunas de las letras de las nuevas canciones: en “Being Stupid Again”, donde clama contra valores de pancarta que ya defendían los hippies –“salvad a las ballenas”, “prohibid las bombas”, o el “Give Peace a Chance” de John Lennon con Yoko Ono–… En realidad, no ha cambiado: en el no future del punk, los que teníamos veinte años entonces ya nos reíamos de esas proclamas idealistas y lo que queríamos era la aniquilación total de la sociedad, su destrucción completa, la muerte de la despreciable raza humana. Una oda absoluta al nihilismo.

Lo curioso, ante la pregunta retórica realizada unas cuantas líneas más arriba, es que el disco no es prescindible ni olvidable. “End Of World” es un álbum, eso sí, irregular, que empieza con “Penge”, una magnífica carta de presentación –“Gather little children / Gather around me / Don’t tell your parents / They’ll steal your destiny” [Juntaos, pequeños / Juntaos a mi alrededor / No se lo digáis a vuestros padres / Ellos os robarán vuestro destino”]–, aunque, desgraciadamente, no mantiene el mismo nivel todo el rato… Eso sí, termina con un broche de oro impactante, con “L F C F”, “North West Passage” y el emocionante recuerdo a su mujer que es “Hawaii”.

La segunda y la tercera canciones –“End Of World” y “Car Chase”– son verdaderamente estimulantes. La que da título al disco está llena de excitantes guitarras funk con la voz de Lydon en todo su esplendor. Es cierto que la edad ha cambiado la voz más rabiosa de la historia del rock, pero su singularidad sigue siendo edificante, y el estribillo que repite –“No surrender / To the end of the world”– es un magnífico eslogan de resistencia, más pertinente en 2023 que el trillado “No future” de finales de los setenta. “Car Chase”, por su parte, es una de las más brillantes y combativas del disco, uno de esos momentos en los que Lydon parece querer asumir todavía su papel de abanderado, de luchador contra la tibieza y la cobardía. La canción trata de un amigo de Lydon al que ingresaron en una residencia de ancianos y por la noche se escapaba para sembrar el caos, robando coches y atracando supermercados… con 79 años.

Musicalmente, en cambio, “Walls”, “Strange” y “Down On The Clown” son un bajonazo para el álbum, con su poco imaginativas orquestaciones. En “Walls”, sin embargo, Lydon se dedica a meter de lleno el dedo en la llaga, con el tema de los “muros” literales que se levantan entre naciones, arremetiendo contra la hipocresía de los defensores de la libertad, al mantener tener cerradas las puertas de su casa y no acoger a refugiados pese a manifestarse en contra de las leyes contra la inmigración ilegal…

En “Dirty Murky Delight” Lydon rapea sobre un fondo jazzístico, en una órbita no muy lejana de lo que hacía Iggy Pop en la pasada década. No resulta deplorable, incluso puede resultar curiosa, pero no es el tipo de cosa por la que alguien se plantea escuchar a Iggy o a Johnny ex-Rotten. Sobre un riff casi alegre, que también recuerda en algo al “Lust For Life” de Iggy Pop, “The Do That” tampoco es de los temas por los que Lydon será recordado, aunque lo que aborda es su desprecio por los periodistas estadounidenses que aseguran que el punk surgió en Nueva York, en torno a Patti Smith, y no en Reino Unido.

La cosa mejora en la recta final del disco, con “L F C F” (las iniciales de liars, fakes, cheats y frauds: mentirosos, farsantes, tramposos y estafadores, que imaginamos como un ajuste de cuentas con sus antiguos compañeros de los Pistols, con los que llegó a los tribunales… ¡y perdió!), en la que Lydon expresa el placer que siente por ser odiado: “Well I like it, oh, how you hate me / Love it, when you slate me, ah-ha-ha-haa” [“Me gusta cómo me odias / Me encanta cuando me pones a parir, ah-ha-ha-haa”]. Los dos últimos temas del álbum dejan, definitivamente, un buen sabor de boca. La primera es “North West Passage”, mecánicamente funk (no es peyorativo) y obsesivamente histérica, terriblemente actual y en perfecta sintonía con el trabajo de gente como Fat White Family: ¡hubiera sido fabuloso que todo el álbum hubiera sido tan potente! Y nos despedimos de una forma sentimental, con “Hawaii”, una canción de amor de gran ternura de John a Nora, su esposa durante casi cuarenta y cuatro años –en el estribillo se canta la palabra hawaiana “aloha”, que sirve tanto para decir “hola” como “adiós”–. Hawái era donde Lydon hizo escala al acabar una gira por Japón y decidió quedarse allí unos días. Nora se le terminó uniendo y allí pasaron unas vacaciones estupendas. La lástima es, que sin conocer el contexto, la pieza pierde gran parte de su encanto y, simplemente, resulta extraña en la trayectoria del hombre que en sus dos primeros discos –“First Issue” (1978) y “Metal Box” (1979)– convirtió a Public Image Ltd. en una banda mítica. ∎

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