Resistencia psicodélica. Foto: Óscar García
Resistencia psicodélica. Foto: Óscar García

Entrevista

Minibús Intergalàctic: querido siglo XX

La militancia en un sindicato estudiantil cimentó la amistad de los cinco integrantes de Minibús Intergalàctic, banda fundada en Girona a principios de década que cultiva el noble arte de la psicodelia en su álbum de debut. Fans de The Brian Jonestown Massacre, tienen también en su radar códices medievales y hasta a Fidel Castro, a quien citan en la entrevista. Los minibusers han esparcido en las diez canciones del disco un espíritu hedonista, vía de escape ante la desorientación que generan los roles imperantes en nuestros días. Apolíticos, absténganse.

26. 09. 2024

El calor pega con ganas, pero esto no es California, sino un anodino bar barcelonés. Y los que ahora entran por la puerta tampoco son los Alegres Pillastres, aunque algo de ese espíritu hay en la buena y franca vibración que se establece desde el primer saludo con la gente de Minibús Intergalàctic, grupo radicado en Girona que recientemente ha publicado su primer álbum, el psicodélico “Meditacions des dels miratges mercúrics” (NEU! 2024).

Integran la banda Ícar Iranzo (voz, teclados), Santi Fonfría (voz, guitarra), Aram Figueras (guitarra), Ivette Roig (bajo) y Edu Lazo (batería). El primero de ellos es psiquiatra, el resto historiadores, y tienen entre 26 y 34 años. Aunque las letras son de Iranzo y Fonfría, todos los del grupo firman conjuntamente las canciones por “una cuestión ética”. El nexo que los unió fue su militancia en el Sindicat d’Estudiants dels Països Catalans (SEPC), organización que forma parte del conglomerado de la izquierda indepe. Además de territorios ideológicos, también comparten pasión por grupos como The Brian Jonestown Massacre. Es el primer nombre de la larga lista de referencias musicales que irán saliendo durante la conversación, ya sean recopilatorios como “Nuggets. Original Artyfacts From The First Psychedelic Era” (1972) o “Back From The Grave” (1983-2015), pasando por Spacemen 3, The Beatles, los Pink Floyd de la época Syd Barrett o héroes locales como Pau Riba, Pep Laguarda, Ia & Batiste… y Els Surfing Sirles, a los que adoran especialmente “tanto por su polo psicodèlico como por la parte punk”, explicitan.

El grupo empezó a hacer sus primeros ensayos justo antes de la pandemia de 2020, y de entrada no puedo evitar preguntarles cómo se les ocurrió el vistoso nombre de Minibús Intergalàctic. Fue una ida de olla, admiten, “aunque la idea de viaje nos gustaba, y el término intergaláctico también porque nos remite a Sisa y su ‘Galeta galàctica’”. En cuanto a los miratges mercúrics a los que alude el título del disco, desvelan que en este caso han querido reflejar “la escapada hedonista de una realidad que no nos gusta, evadirnos de esos espejismos mercúricos y tóxicos”. ¿Tan jodido está el mundo como para quererse evadir? Ellos tienen claro que sí: Nos ha pillado la pandemia, la resaca del ‘procés’... Catalunya desaparece, la gente viste con chándal y Fidel Castro está muerto. Es la muerte del siglo XX”.

“La empatía y la ilusión que había en el mundo en los años sesenta, aquella idea de prosperidad que se alargó durante las décadas posteriores, incluso hasta los noventa aunque fuera a un nivel más superficial… todo eso ya ha muerto”

Tiene gracia que, siendo aún jóvenes, nuestros minibusers añoren la pasada centuria, pero su argumento al respecto también es interesante: “Nos gusta el siglo XX, y vemos que ya no existe ni con antiguas ni con nuevas formas. Y no solo a nivel musical, sino también ideológico. La empatía y la ilusión que había en el mundo en los años sesenta, aquella idea de prosperidad que se alargó durante las décadas posteriores, incluso hasta los noventa aunque fuera a un nivel más superficial… todo eso ya ha muerto”, lamentan sin perder la sonrisa.

“Un gos” es la primera de las diez canciones que desfilan por este álbum: dos minutos de recorrido con el sitar que toca el propio productor del álbum, el ex-Carrots Vicente Maciá “Pigmy”, y el poema que ha escrito y recita un amigo de la banda, Adrià Valero. La música de esta pieza tiene algo de telúrico, y no es de extrañar, ya que está basada en el “Stella splendens” del “Llibre vermell de Montserrat”, códice de 1399 donde conviven textos teológicos, danzas y canciones. La idea era unir la ‘espiritualidad psicodélica’ catalana desde esa época hasta ahoraTampoco es tan nuevo. Ritchie Blackmore también tiene una versión del ‘Stella splendens’”, afirman, refiriéndose a “Locked Within The Crystal Ball”, en el disco “Secret Voyage” (2008) de Blackmore’s Night.

Santi Fonfría, Edu Lazo, Ícar Iranzo, Ivette Roig y Aram Figueras. Foto: Óscar García
Santi Fonfría, Edu Lazo, Ícar Iranzo, Ivette Roig y Aram Figueras. Foto: Óscar García

En el álbum figura también una versión del afilado “Romanço del fill de vídua” que Els 3 Tambors grabaron en 1966, tomando prestada la letra al poeta Pere Quart y la música a Bob Dylan, y en cuya pista suena una dulzaina reproducida del revés. En la versión original del tema, se hablaba con retranca de cantantes de la época como Josep Guardiola, Lita Torelló y Dodó Escolà, nombres que ellos han sustituido por Txarango, Manel y “els de les arts” en referencia a Els Amics de les Arts. Update elaborado, admiten,con un punto de crítica. Durante mucho tiempo, en Cataluña ha parecido que solo se podía hacer canciones o como muy intimistas o introspectivas, tratando de manera aparentemente muy seria los sentimientos y la cotidianidad, o bien algo así como una reivindicación un tanto vacía y festiva. Y se pueden hacer más cosas. Pero la retranca no es tanto sobre los grupos que citamos como sobre sus fans”.

Hablando de la cuestión: ¿cómo se sitúa Minibús Intergalàctic en el panorama de la música catalana? “Debajo de la mesa”, dice uno de ellos, y el resto dispara carcajadas. Recuperado el resuello, citan a otras bandas con las que comparten onda: “Están Remei de Ca la Fresca, Filipin Yess… Nos parece que hay un cierto renacimiento de la psicodelia underground en Cataluña. También está Azul, y La Ludwig Band ha vuelto a poner de moda el rock-pop con guitarras, de lo que nos alegramos un montón, porque son los putos amos”.

“Durante mucho tiempo, en Cataluña ha parecido que solo se podía hacer canciones o como muy intimistas o introspectivas, tratando de manera aparentemente muy seria los sentimientos y la cotidianidad, o bien algo así como una reivindicación un tanto vacía y festiva. Y se pueden hacer más cosas”

Los músicos destacan el importante papel de acicate que ha jugado Vicente Maciá a la producción: “Teníamos muy claro que queríamos hacer un disco currado, que los temas estuvieran elaborados al máximo. Y Pigmy era quien avivaba el fuego diciéndonos ‘bueno, dadle otra vuelta a esto o a aquello’”. El proceso fue intenso: “Tuvimos que hacer un aprendizaje serio. Hay que tener en cuenta que ninguno de nosotros es músico como tal. Somos gente que ha aprendido el instrumento en su infancia o adolescencia y que ha tomado algunas clases, pero somos más melómanos y frikis que técnicamente virtuosos. Escuchamos a músicos que nos dan veinte mil patadas, intentamos hacer lo que nos gusta, y es evidente que a nivel técnico no llegamos a concretar ciertas cosas. Aunque a veces también es cuestión de pico y pala”.

El single elegido para que el álbum de Minibús Intergalàctic empiece a rular es “Drama nacional”, tema de tintes políticos que retrata a cierto perfil de ciudadano conformista y miedoso. “Habla de estar harto de toda la catalanidad en general. La letra puede parecer contradictoria a veces, pero es una crítica a la catalanidad y a Cataluña, aunque esta crítica tiene un origen muy claro, que es la opresión española. Es estar harto de no poder ser un país normal. Llevamos 150 años así, ahora con el añadido del ‘procés’, en el que estuvimos intensamente implicados, y que parecía que tenía que ser una cosa y ha acabado siendo otra…”.

La frontal retranca política de “Drama nacional”, vídeo grabado en las calles de Barcelona.

Entre el resto de canciones del álbum, llama la atención el juego de imágenes que desfila por “Dia estrany (“Diòptries relativament altes)”. Se adivinan alusiones a Pau Riba y a los oscuros Relatively Clean Rivers en una pieza en la que quisieron hacer “algo así como ‘La metamorfosis’ de Kafka. Ante lo absurdo de la realidad, te conviertes en un insecto y te vas. Te levantas, ves que algo no funciona y enseguida tienes claro que la mejor opción es dejarlo correr y transformarte”. “Lucideses d’una sobretaula de diumenge” es, cuentan, el fruto de una sobremesa lisérgica compartida por algunos de ellos en tierras castellonenses: “Hay una canción de Kim Fowley, ‘The Trip’, que inspiró bastante la letra, porque habla de ‘purple clouds’ y contiene imágenes surrealistas-lisérgicas que describen bastante bien la situación”.

Completando un muy somero vistazo al disco, destacan asimismo “Desig, rebuig i jo al mig”, en la que abordan la fina línea que separa el deseo de la culpa, el hedonismo del arrepentimiento, y “A la mort de la meva mare”, adaptación del poema homónimo de Jacint Verdaguer. También “Desorientació”, tema en el que plantean “una crítica a la sociedad posmoderna. Ya no hay grandes cosmovisiones que nos ayuden a entender el mundo, y eso desorienta y es desalentador, pero al final de la canción tiene un punto no conformista, sino redentor. Es como decir ‘bueno, el mundo es una puta mierda, pero al fin y al cabo tenemos el amor, tenemos la amistad, y tenemos el rock’n’roll’”. Lo que tampoco está tan mal. ∎

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