ace tiempo di de comer en mi casa una sopa de plátano a uno de los hermanos Torres, estos cocineros de Barcelona que son muy conocidos. Fue a Sergio (su hermano gemelo se llama Javier), que vino con mi amigo Guilly a casa un día de otoño de 2012. Vinieron de improviso, lo que tiene infinitamente mucho más mérito: me refiero a que yo tenía hecha una sopa de plátano, sí, no la hice con anterioridad para epatar a los hermanos Torres (lo que habría sido divertido aunque un probable desastre).
Toda la familia de mi mujer, Anita, es colombiana. Ella y su hermano, aunque nacieron en España, tienen la doble nacionalidad. Y mi padre nació en Bogotá y vivió allí hasta los 12 años. Así que mi ascendencia colombiana es importante. La comida colombiana me encanta. Y cocinar siempre me ha gustado, aprendí sobre todo de mi madre y de mi abuela materna. Y luego siempre me ha gustado leer y buscar cosas de cocina. (Realmente puede que tenga sazón, que se me dé más o menos bien, pero no tengo nada de técnica ni demasiado repertorio, solo cocino unos cuantos platos ricos y generalmente más bien sanos). Hay platos típicos colombianos que los hago bien, eso dicen los propios colombianos: ajiaco, arepas, patacones, sopa de plátano… Creo que no sé hacer ningún plato colombiano más. La sopa de plátano lleva (hablo de memoria) plátano verde, cebolla (yo le pongo blancas y rosadas), zanahoria, patata (varios tipos y tamaños, eso siempre es importante) y carne. Y con el cilantro, como siempre, con cuidado.
Nelson, nuestro hijo mayor, tenía tan sólo unos meses porque Anita estaba en casa de baja de maternidad. Se había publicado esa primavera mi disco “Una araña a punto de comerse una mosca”. Estábamos en casa una tarde cualquiera, yo creo que era un jueves. Llamaron al telefonillo y era Guilly, un amigo nuestro de toda la vida; venía con alguien. Nos presentó a Sergio, a quien no conocíamos en persona pero sí que sabíamos que era cocinero, y puede que supiéramos que salían en la tele, aunque nunca hemos visto la tele. Me acordaba de que Guilly nos había contado en algún momento algún negocio que tenía con los hermanos Torres, que eran amigos y que nos caerían bien. Venían de fiesta, de algún sitio. De hecho, de varios sitios en un plural numeroso, de encadenar algunos vinos y lo que fuera. Estaban contentos, divertidos, claro que en una onda muy diferente a nosotros solos en casa con un niño de tan solo unos meses y probablemente escuchando a Vashti Bunyan. Pero en seguida conectamos, nos hizo gracia su historia, Sergio nos cayó muy bien. Y les ofrecimos algo de comer. Tenían mucha hambre, les venía bien comer. Y propuse:
– Tengo una sopa de plátano de ayer.
A Sergio le sorprendió, y dijo que qué maravilla, que parecía todo un poco milagroso. Recuerdo que les gustó mucho.
Los hermanos Torres son muy musiqueros, son muy amigos de algunos artistas, creo que sobre todo flamencos. Recuerdo que nombraron a Vicente Amigo. Así, hablamos de su familia, de comidas, de sus restaurantes, y de Brasil, donde tenían negocios Guilly y él. Quedamos en que un día iríamos a su restaurante y así ellos nos daban de comer. Hasta ahora no se ha dado la ocasión, pero espero que este 2023 sea el año.
Coda:
Una cosa que me gustaría mucho hacer es una selección musical “perfecta” para un restaurante. Como hizo hace poco Ryuichi Sakamoto con su restaurante preferido, Kajitsu, en Nueva York. Ahí lo dejo. ∎
Para poder leer el contenido tienes que estar registrado.
Regístrate y podrás acceder a 3 artículos gratis al mes.