a identidad es un tema clave. En lo importante esto es lo que más me ha gustado últimamente: Judith Butler. En mi ámbito, una diferencia grande con mis colegas es que yo firmo todo como Remate. No solo toda la música que haga, sino todo lo que escribo, por ejemplo esta columna, claro. Habría firmado como Remate sin dudarlo hasta unos audiologos (clave para la identidad de las marcas) en los que trabajé hace unos pocos años, encargo de Lovemonk, pero los míos no fueron los preferidos de la marca del proyecto, luego se quedaron inéditos en mi disco duro. Desde entonces hasta ahora he aprendido tanto de ingeniería musical y producción que hoy creo que ganaría ese concurso. Lo que hice no era malo en lo musical, probablemente, pero me faltaba ese acabado (del que ya soy capaz) que hoy sí inspiraría esa “confianza” y demás pilares intangibles de los consejeros delegados. Barrunto.
El primer disco de Smog en su entonces nuevo no-alias de Bill Callahan iba a ser “A River Ain’t Too Much To Love” (2005), su decimoprimer álbum. El primero con su nombre real. Eso leí en una entrevista. Pero su discográfica, Drag City, tuvo miedo de que los fans no identificaran al autor y le pidieron que cambiaran de nombre en el siguiente álbum, “Woke On A Whaleheart” (2007). Así tenían tiempo de planificarlo. Parece hasta raro que eso ocurriera en el ámbito probablemente más independiente, que es el sello Drag City. Otro músico que me gusta mucho, Daniel Lopatin (Oneohtrix Point Never), firma indistintamente, y no sé bien a qué criterio responde, con su nombre del DNI o con su alias. Hay bandas sonoras con un nombre y otras con el otro, incluso si se trata de BSO para los mismos cineastas, Josh Safdie y Benny Safdie. ¿Lo hace como juego? A mí me parece muy bien. Mi amigo Wild Honey, Guillermo Farré, hace nada, para firmar la música que compusimos para la serie “Esto no es Suecia” decidió por primera vez separar su alias de canciones del de las bandas sonoras (ya había aparecido antes en bastantes trabajos para cine, conmigo y él solo, como Wild Honey). Como trabaja también de productor de cine, resulta que nadie lo identificaba como Wild Honey en ese ámbito. Y también de algún modo quería separar en su cabeza el pop del score. Mis hijos sin embargo lo conocen como Wild Honey; Guillermo Farré no saben quién es. El último caso en mi entorno hasta ahora sería el de Steve Lean (Esteban Correa), con quien he trabajado durante un año, y ha sido genial, en una nueva banda sonora, “Enemigos”. Desde los 14 años es Steve (¿o quizá desde antes?). Mis hijos también lo conocen como Steve, y su nombre de nacimiento no parece indicar quién es o en quién se ha convertido.
Mi ejemplo favorito es el de mi también amigo Felipe Almendros, como siempre en otra dimensión. Una vez adquirió prestigio con sus primeras novelas gráficas, lo ficharon en Random House Mondadori para su siguiente libro, esa joya que es “R.I.P. (Rest In Peace)”. Felipe decidió firmarlo con el nombre de su padre, Alfonso Almendros, que es de quien trata la historia. No sé cómo le dejaron. Pero respetaron esa idea artística de que, de alguna manera, la obra se autofirmara y el autor “desapareciera”. Maravilloso.
Yo donde vivo soy el padre de N., M. y E., mis hijos. Esa probablemente es mi identidad favorita. Luego los hay que me llaman Fernando porque creen que así están más cerca de mí –error–. Salvo los amigos de toda la vida que sí me conocieron así; aunque muchos de ellos tampoco me conocen con ese nombre porque realmente en la familia me llaman Coco desde que nací: supuestamente me parecía al hijo de Popeye (Cocoliso, así me llamaron un tiempo hasta que se acortó). Cuando tocamos unas canciones juntos Coque Malla y yo hace unos años en el festival de Navidad del colegio de mis hijos (nuestros hijos eran de la misma clase), yo fui quien presenté el pequeño show:
–Hola a todos, somos los padres de... y vamos a cantar unas canciones de Navidad.
A los profesores del colegio y hasta a la directora les pareció perfecto que nos presentáramos con esa identidad. No tenían ninguna duda de quiénes éramos.
Este verano me han picado cuatro avispas, la última ayer, en el empeine. Me dolió mucho más la de la palma de la mano, pero en el pie izquierdo (donde me picaron a poca distancia también las otras dos, todas en un radio muy pequeño) presento aún unas marcas raras. Supongo que me convertiré en superhéroe. Y será mi nueva identidad. ∎
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