icimos un disco por amor al arte –“Somersaults” (2009), Muni Camón y Remate–, o sea, como siempre; solo que quizá esta vez era casi tangible el amor y muy evidente lo artesanal. Con nuestras manos lo empaquetamos en un CD diseñado por The Guinea Pig (Pablo Errea), una joya preciosista en sí misma, aun antes de escucharlo. Con una foto pegada en la contraportada. Antes de eso, lo volcamos a mi iPod (realmente era de Anita) y se lo pasamos a Nacho (Vegas) porque pensamos que quizá él quisiera escribir algo acerca de ese disco en el que yo había logrado un verdadero hito, del que me siento (todavía hoy) especialmente FELIZ: que Muni volviera a grabar un álbum, en primer plano, los focos alumbrando su voz magnética. Compuse las canciones para ella. Nacho apreciaría ese momento tan especial, creíamos, en el cosmos que rodea a Paco Loco (un cosmos XXL: por su estudio han pasado cientos de músicos y muchos de ellos han querido que cante Muni en sus canciones; algunos lo consiguieron, pero yo llegué mucho más LEJOS). Eso todos lo saben.
Ese iPod llegó a manos de Christina Rosenvinge, de quien en algún momento recibí un mensaje de “no paro de escuchar tu iPod, me encanta toda la música que tienes”. Aunque parezca increíble (han pasado quizá quince años), y no por su culpa, el iPod ya se lo quedó ella. ¿Dónde estará mi iPod ahora? Varias veces hablamos de quedar y que de paso me lo devolvería, pero nunca lo hicimos. Seguro que por despistes míos. Además ya es suyo legalmente (ha prescrito la propiedad; y nunca se lo pediría porque me parecería muy feo).
Tengo un recuerdo muy nebuloso, pero estoy casi seguro de que al principio de los tiempos, primeros 2000, le mandé mi disco “Ballads Don’t Change Things” a Christina, porque no sabía muy bien con quién podría encontrar cierta empatía, compartir un código, preguntar dudas, sobre lo que yo pretendía hacer (un poco a ciegas) con mis canciones. No sé cómo di con su dirección de correo postal. Nunca supe nada hasta mucho tiempo después. Pero le llegó. Solo que me lo dijo años después y ya no es que yo no tuviese dudas ni preguntas, pero quizá eran otras.
El disco “Somersaults” tiene algo de mágico en mi memoria. El halo de cómo compuse las canciones con Muni en mi guion, esa perspectiva, cómo lo grabamos en el estudio de Paco… Son marido y mujer y tuvieron que “olvidarse” durante un tiempo (al menos mientras estábamos en el estudio) de sus roles naturales: tanta confianza al principio parecía una dificultad para dar con las mejores tomas y las maneras adecuadas de envasar las canciones. Sin embargo, en un día o dos, esa confianza entre ellos, una vez interiorizados los roles de cada uno en la grabación del disco, cuando ya todos aterrizamos plenamente en nuestras posiciones, fue la clave del aura que en mi opinión aún recorre estas canciones que hablan de una pareja enloquecida. ∎
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