En España existieron algunas revistas culturales en la época de la transición que fueron un pulmón, puro oxígeno para la libertad, para el descubrimiento cultural de otros enfoques, disciplinas, materias y formas de vida que cuestionaban una dictadura que estaba en su recta final. Pepe Ribas (Barcelona, 1951), licenciado en Derecho, fue el director de una de esas publicaciones, ‘Ajoblanco’, que nació en 1974 en una explosión libertaria que se expandió con identidad y convicción. La editorial Libros del K.O. publicó el otoño pasado “Ángeles bailando en la cabeza de un alfiler. La explosión libertaria de 1976-1977”, en la que Ribas cuenta aquellos tiempos convulsos y excitantes.
“Aprendí a hacer revistas, y a hacer de todo, sin tener ni idea”, comenta Ribas en una librería del centro de Madrid. Había algo revelador, por querer crear algo nuevo y abrir camino. Desde niño, Ribas tenía esa curiosidad cultural, ese impulso artístico. Montó obras de teatro con 10 años, empezó a escribir sus diarios con 11 o formó un grupo de rock con 15 años. También fue delegado en la facultad de Derecho, mostrando una facilidad para dialogar, para trabajar en equipo y tomar decisiones. “Llegó un momento que en Derecho ya no pude más porque era una mentira. Me di cuenta de que los que iban de comunistas lo único que ambicionaban era tomar el poder, gente tipo Solé Tura, Molas, Saja... Ahora soy más claro porque digo nombres. Creo que la generación que tiene diez años más que yo es responsable de lo que está pasando ahora”, subraya Ribas.
Es un momento clave, como dices. Creo que los historiadores y la gente más joven que ha hablado sobre esta época… Algunos lo han negado, como si no existiera, porque, claro, es muy peligroso. Y otros lo han manipulado y lo han juntado con otras cosas que tienen que ver, pero no tal como lo cuentan. Los que nacimos entre 1948 y 1954 nos encontramos en un momento único gracias a que no creíamos en ningún tipo de autoritarismo, cosechamos por nosotros mismos la libertad y los espacios de libertad. Y los creamos porque no había otra solución, porque teníamos a los franquistas o teníamos a la extrema izquierda o a los comunistas. De alguna forma, ni unos ni otros nos convencían, porque no nos dejaban ese espacio de libertad para poder experimentar y crecer.
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