Después del relativo batacazo que supuso “Spirit Box” (2024), último EP con música original de Flying Lotus bastante centrado en un deep house, R&B con toques jazzy y lounge algo carentes de alma, el productor californiano vuelve a la faceta en la que más cómodo se siente en los últimos tiempos, la de compositor para el audiovisual. Y lo hace, además, poniéndole música al que es su debut, debut –porque mejor no contar ese inconexo esperpento de body horror que fue “Kuso” (2017)– en la dirección de largometraje, la cinta de horror sci-fi “ASH”: un híbrido espiritual entre “Alien” y “2001: Una odisea en el espacio” en el que FlyLo da rienda suelta a todas sus filias por el género sin inventar nada verdaderamente original.
Lo mismo vale para la banda sonora: inspirada según él mismo “por el trabajo de otros compositores centrados en sintetizadores, como John Carpenter, Akira Yamaoka, Angelo Badalamenti o Vangelis”, el score de “ASH” renuncia en general a las cuerdas –tan solo hay un momento más sinfónico en “STRAY”– y tira también del piano –regidor total de temas como “13 HOURS”, que se llevan las brumas de “Silent Hill” al espacio exterior– para dotar de profundidad emocional a un recorrido que, en esencia, responde sin demasiadas salidas de guion a las reglas canónicas del ambient espacial y del terror de ciencia ficción.
No es malo per se, y Flying Lotus se muestra muy atento y metódico en su composición y, especialmente, en la conformación de una atmósfera que le sirva para potenciar las imágenes del filme, pero también para explicarlo. Él mismo lo ha contado: en muchos momentos fue precisamente la música lo que condujo a la película, no al revés, y hay un momento infartante en “UNUSUAL ACTIVITY” en el que las alarmas de la estación espacial, avisando de un peligro inminente, se mezclan incidentalmente con una pista machacona y opresiva; “YOUR CANDELABRA”, por su parte, introduce un tic-tac y unos bajos colapsantes que recuerdan al Hans Zimmer de “Interstellar”.
Esos pulsos, entre la angustia, el misterio, la tensión y el suspense, definen en general “ASH”, y especialmente a través de momentos contemplativos como “INTRIGUE AND WINDOW”, que convoca el suspense con una pieza que por dentro es gótica y organística pese a su revestimiento aeroespacial, o “HOLE”, pura fricción de chelos y violas. También hay composiciones más industriales, como “HORIZON”; momentos de puro space ambient en “IMMOVABLE OBJECTS” o “A TEEBS DREAM (EARTH VERSION)”, y pasajes más relacionados con un dark ambient suavecito y más misterioso que terrorífico en “QUESTIONABLE SANDSTORM” o en “SONATINE”. Hacia el final, donde todas las tensiones empiezan poco a poco a relajarse, “SURFACE::LEAVING” destaca por incorporar unas atmósferas jazzy que sí son más fáciles de reconocer en Flying Lotus, dejando un breve momento de afrofuturismo.
En cualquier caso, es en los momentos de mayor agresividad, acción y peligro donde más brilla “ASH”: en “IMMEDIATE DANGER”, los rugidos industriales sirven de propulsor para un alucinado arpegio de piano que homenajea a Carpenter y a “El exorcista”, y “REBIRTH” replica esa urgencia que también podemos asociar al techno industrial; “CONFRONTED” es puro glitch, y forma con la maquinística “GREEBLES” y con “MOUTH BLOOD”, más cercanas a la IDM, la mejor sección del score, su piedra angular.
Para los títulos de crédito queda“OBEY”, con la voz de Niki Randa, que aguanta como una buena canción cinematográfica pero no mucho más. En definitiva, Flying Lotus cumple de sobra para ambientarse su propia epopeya sci-fi, pero en este campo le sigue faltando colmillo. ∎
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