Creatividad a tres sin limitaciones. Foto: Daniel Boud
Creatividad a tres sin limitaciones. Foto: Daniel Boud

Entrevista

Dirty Three: la mano del príncipe

Warren Ellis lleva más de tres décadas contemplando la arena del rock desde las pasarelas más elevadas. A pesar de ser reconocido como el escudero de lujo de Nick Cave, desde 1992 forma parte de Dirty Three, trío que publicó el pasado junio su noveno álbum, “Love Changes Everything”. Hablamos con él sobre el disco, su creatividad géiser, su conexión con Cave y otras cuestiones musicales que se cruzan por su frenético flujo mental.

17. 10. 2024

Warren Ellis (Ballarat, 1965) tiene un físico intimidante que no se entiende como ningún director de cine ha querido o sabido explotar. Tupida y afilada barba y melena vikinga que contrarresta con sus incipientes entradas frontales. La misma cabellera que hace ondear al viento sobre escenarios de medio planeta cuando desgarra el violín más agresivo que haya deparado el continente rock. Aunque si por algo sobresale el multinstrumentista y compositor australiano es por una dilatada y robusta carrera en distintas formaciones.

Con una de ellas pasó a convertirse en el más fiel aliado de Nick Cave; en algo más que su mano derecha. Su relación artística se remonta a 1994, cuando Cave lo invita a tocar con los Bad Seeds. Desde entonces, su vínculo creativo se ha materializado en distintas encarnaciones: los mentados Bad Seeds, los desbandados Grinderman –subgrupo salido de los primeros– o mano a mano con el líder en discos sublimes como “CARNAGE” (2021) o bandas sonoras como las de “La proposición” (John Hillcoat, 2005), “El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford” (Andrew Dominik, 2007), “La carretera” (John Hillcoat, 2009), “Comanchería” (David Mackenzie, 2016), “Blonde” (Andrew Dominik, 2022) y muchas otras. Lejos de apoltronarse en su condición de protegido del príncipe de la tinieblas –y de la luz, como demuestra el último trabajo de Cave y los Bad Seeds, “Wild God” (2024)–, Ellis ha encontrado el escape del dominio de su compatriota mediante alguna incursión en solitario, pero especialmente con Dirty Three, el trío que lo une con Mick Turner (guitarra) y Jim White (batería).

Formado en 1992 en Melbourne, Dirty Three rompió el pasado junio un hiato de doce años para publicar “Love Changes Everything” (Anchor & Hope-Bella Union-Music As Usual, 2024), disco instrumental que bascula entre lo delicado y lo crudo a través de las confrontaciones entre guitarra, batería y violín/viola, las últimas dominadas por el entrevistado. Un notable trabajo que sirve para accionar el disparador verborreico del australiano, un conversador locuaz capaz de ahorrarme la mitad de las preguntas en sus saltos de un tema a otro, versado en los intrínsecos musicales, generoso en explicar su metodología y, en definitiva, un artista entusiasta capaz de deleitarse hablando de John Coltrane, Ennio Morricone, su amigo y partner creativo Nick Cave y hasta del chicle de Nina Simone que puso nombre a su aplaudido libro.

Un trío muy peculiar. Foto: Prudence Upton.
Un trío muy peculiar. Foto: Prudence Upton.

¿El amor lo puede cambiar todo?

¿Es una pregunta?

Sí, lo es.

Puede, por supuesto. Quiero decir, claro que lo cambia. ¿No crees?

Sí, no sé si todo, pero sí, es un sentimiento transformador.

Imagino que es una cosa general, me refiero a un tipo de amor universal. Si te aproximas a las cosas con esa idea esparcida en tu corazón vas a tener diferentes repercusiones en la gente y las cosas. Si actúas desde un lugar promovido por la ira o el rencor, los resultados serán diferentes. En cambio, si actúas desde un lugar –y me refiero a un amor general y universal, no a algo específico–, eso realmente cambia el resultado de las cosas de forma positiva. Supongo que no es una idea nueva ni nada, pero sentí que era algo que resumía la intención del disco. Haces música y luego tratas de averiguar qué haces con ella. Cuando entro en el estudio no tengo realmente una idea de lo que va a surgir al final de todo el proceso. Ningún disco en el que he estado involucrado ha seguido ese principio. Tienes que dejar que el disco encuentre su propio camino. Y eso es parte del fascinante proceso que la gente desconoce. El oyente siempre obtiene el resultado final, pero hay todo un esfuerzo cuando tratas de hacer las cosas. Y a veces hay algo bonito en esa lucha. El disco nunca se revela a sí mismo hasta cerca del final. Y no sabes qué será. Lo he visto en películas y lo he comprobado cuando escribo un libro. Y esa es una de las partes más hermosas del proceso creativo, la duda y el esfuerzo y el descubrimiento de lo que realmente es, o si realmente es algo. Desde mi experiencia, nunca acabas de saberlo. Tienes algunas cosas que funcionan y otras que no. Y algunas que creías que eran realmente buenas puede ser que no encajen. Si hay algo de lo que estoy realmente confiado, no me va satisfacer, porque no hay misterio en eso. Así que no fue algo premeditado, en plan “vamos al estudio para hacer un álbum sobre esto”. Se reveló a medida que el álbum se desarrollaba, porque fuimos al estudio durante cuatro días y simplemente comenzamos a tocar. Pero, ya sabes, necesitábamos algo, necesitábamos un título. Y el título te da algo, tal vez sea una forma de entrar en el disco, en cómo lo escuchas. Pero al final la decisión fue no poner títulos a las canciones, como si fueran diferentes movimientos, diferentes expresiones, bajo el paraguas de esta idea, que creo que es cierta, de que el amor lo cambia todo. Cambia la manera en que te aproximas a las cosas.

Han pasado más de diez años desde vuestro último disco. ¿Por qué este largo lapso de tiempo entre los discos de Dirty Three? Imagino que el hecho de que cada miembro viva en un país diferente debe influir.

Creo que la principal razón es la vida, la vida te lleva por determinados sitios. Y también está lo de que cada uno vive en un territorio diferente. Pero he estado sacando más discos que nunca y trabajando más que nunca. He lanzado bandas sonoras. He hecho discos con los Bad Seeds. He hecho discos con Nick. He escrito un libro y he trabajado en una película que llegará el próximo mes. Mi implicación con el proceso creativo se ha acelerado más que ralentizado. Pero las cosas deben también esperar al momento idóneo para que ocurran. Creo que llegamos a un punto en que la banda necesitaba un descanso. No uno propiamente de la música, porque cada uno ha seguido haciendo cosas. Jim ha estado haciendo cosas por su cuenta. También Mick. Creo que nos dimos cuenta desde el principio, una vez que todos comenzamos a hacer proyectos diferentes, de que eso era fundamental para la supervivencia de la banda. Si solo hubiéramos estado tocando con Dirty Three, no hay forma de que hubiera podido seguir. Acabo de terminar una gira de dos semanas y me alegré de que fuera el final, porque hoy en día me requiere mucho y necesito otras cosas para satisfacer mis impulsos creativos. Y estoy muy agradecido porque Dirty Three forme parte de esto. A mi edad te das cuenta que diez años no es tanto. Pasan bastante rápido. Estuvimos trabajando incansablemente durante quince años. Y entonces tuvimos que tomarnos una pausa.

“Cuando entro en el estudio no tengo realmente una idea de lo que va a surgir al final de todo el proceso. Ningún disco en el que he estado involucrado ha seguido ese principio. Tienes que dejar que el disco encuentre su propio camino. Y eso es parte del fascinante proceso que la gente desconoce”

Warren Ellis

Has dicho que el disco fue grabado en cuatro días. Escuchándolo me daba un poco la sensación de que se había planteado como una sesión de jazz improvisada. Todo suena muy orgánico.

¿Qué entiendes por sesión de jazz?

Bueno, en el sentido de no tener un guion de antemano. De unos cuantos músicos reunidos en el estudio y construyendo el sonido sobre la marcha y sin demasiada producción.

Eso no es exclusivo del jazz. Es una decisión artística. Creo que a veces se confunde. Hay jazz como el de John Coltrane. Pero luego hay otro tipo de jazz también, donde tocan una melodía y luego improvisan alrededor de ella y después vuelven a ella. Y es muy estructurado y muy formal. No creo que la palabra “jazz” sea la correcta en absoluto. Es más sobre cuál es el impulso creativo del proyecto, que es encontrar un lugar donde sientas que puedes tomar riesgos. Dirty Three siempre fue eso: un ambiente donde tomar riesgos. Tengo este enfoque con los Bad Seeds en las etapas iniciales con Nick. Quiero decir, entro con muy poco e intento vivir en el momento y estar abierto al fracaso y, con suerte, a algún éxito. Ahora se trata de estar con las personas adecuadas con las que puedes tomar este tipo de riesgos. No teníamos ideas, pero acumulábamos treinta años tocando juntos. Y no es solo entrar y crear cosas esperando que algo suceda. Siempre tenemos una estructura para nuestras cosas. Quiero decir, este trabajo fue en gran parte improvisado, pero también requiere usar tus oídos y tocar en respuesta a las cosas. Y ese es un lugar increíble para estar cuando eres músico. Es muy diferente a tener una canción que está escrita y luego trabajar en cómo tocarla y hacer toma tras toma hasta que sientas que lo has conseguido. Nunca he trabajado así en una banda, los Bad Seeds nunca han sido así. Pero son este tipo de músicos los que me atraen. Nunca me ha gustado estar en algo tan rígido, pero todo tiene su razón de ser. Quiero decir, entrar en el estudio para mí es como una forma de meditación. Pero a la vez en algún momento tienes que empezar a darle forma y a estructurar, a tomar algunas decisiones, como hicimos con este disco. Fue grabado en cuatro días, pero luego me quedé con él durante una semana y pude encontrar un orden en las cosas. Luego corté secciones y las repetí. Tuve como referencia “Bitches Brew” (se refiere a una de las obras maestras de Miles Davis, publicada en 1970) y cosas así. ¿Conoces “In A Silent Way”, el disco de Miles Davis?”

Sí…

Ese disco, cuando escuchas lo que hicieron, es como un puñado de jams sin fin. Y la genialidad es que Teo Macero las hilvanó todas de una forma majestuosa. Las sesiones originales resultan menos interesantes. Simplemente, decir que es algo de jazz me parece incorrecto y también, ya sabes, un prejuicio. No sé. No sé si entiendes lo que estoy diciendo.

Warren Ellis, Jim White y Mick Turner.
Warren Ellis, Jim White y Mick Turner.

Sí, sí, te entiendo. Hay canciones y pasajes del disco que me remiten al wéstern, no muy alejadas del trabajo que hiciste con Nick para la banda sonora de “La proposición” o “El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford”. ¿Buscabas un acercamiento similar?

No, no, en absoluto. Nunca pensé en el wéstern para este trabajo, pero tampoco pensé en este cuando hacía las bandas sonoras que has citado. Si pienso en el wéstern, creo que me saldría una caricatura. Y nunca pienso en eso. Creo que se escucha la música junto a la película, y entonces sabes que es un wéstern. Y luego llegan las generalizaciones. Pero es como la música de Ennio Morricone, que se asocia indudablemente a este género. Pero en su tiempo fue tan revolucionaria porque no sonaba a música de wéstern para nada. Y si escuchas esa música sin pensar de dónde viene, te das cuenta de que es muy radical lo que hacía. Morricone cambió por completo el paisaje sonoro del wéstern. “Jesse James…” y “La proposición…” no tienen los sonidos de un wéstern tradicional. Siempre hay algo en el acercamiento que hago en mi trabajo, es confiar en el proceso. Y eso implica sentirse vulnerable y tomar riesgos. Y cuando entro en el estudio voy equipado con muy poco. Porque eso es lo que busco… cosas que no existan.

Has hablado un poco sobre tu relación con Nick Cave. Has trabajado con él durante tres décadas, vuestra historia va más allá del vínculo creativo. ¿Cómo definirías tu relación con él?

¿Cómo la defino? Hemos creado una asociación creativa donde ambos sabemos que podemos tomar riesgos. Las cosas que hacemos complementan al otro. Él hace una cosa, yo hago otra y juntos hacemos otra cosa. Y el tiempo que llevamos colaborando juntos me sorprende, la verdad, pero siempre acabamos haciendo algo juntos. Y mientras siga ocurriendo, yo seguiré estando muy contento de que siga sucediendo. Pero si no sucede, entonces sería el momento de revaluarlo, o ni siquiera eso, sino intentarlo de nuevo o lo que sea. Más allá de eso, él es un querido amigo y también mantenemos ese vínculo fuera del estudio. También me ocurre con Jim y Mick, llevamos treinta años tocando juntos. Y es muy emocionante para mí. Fue conmovedor que de forma instantánea surgiese un sonido y una amistad con ellos. La misma que hemos ido construyendo a lo largo de tres décadas.

“Dirty Three siempre fue eso: un ambiente donde tomar riesgos. Tengo este enfoque con los Bad Seeds en las etapas iniciales con Nick. Quiero decir, entro con muy poco e intento vivir en el momento y estar abierto al fracaso y, con suerte, a algún éxito. Ahora se trata de estar con las personas adecuadas con las que puedes tomar este tipo de riesgos”
Warren Ellis

Siempre he tenido curiosidad por saber cómo determináis el formato con el que sacáis vuestra música. ¿Cómo decidís si un trabajo debe desarrollarse con los Bad Seeds o bien solo vosotros dos o incluso en solitario o vuestros otros proyectos?

Cuando entro a trabajar en un proyecto estoy ahí trabajando en eso. Generalmente, con cosas de películas, podría tener ideas que están flotando y que no he usado, pero una idea de Dirty Three permanece en Dirty Three, y lo mismo con los Bad Seeds. Esas cosas se quedan ahí y las cosas de películas son un poco más fluidas. He tomado ideas para una banda sonora de película y las he llevado a una sesión de Bad Seeds. Y, ya sabes, hay algún tipo de movimiento entre ellas, pero en realidad acaba dependiendo del proyecto. Pero no pienso en eso. Solo entro ahí para tratar de crear algo, y las personas a mi alrededor influyen en eso. Todo me parece parte de lo mismo.

Entonces, ¿no cambias tu mentalidad según el proyecto con el que estás desarrollando tu trabajo musical?

Bueno, sí, pero depende más de lo que el proyecto requiera. Como por ejemplo con el trabajo más reciente que he hecho para el cine. Es un documental sobre un santuario animal abierto en Sumatra. No necesita guitarras distorsionadas. Hay ciertas cosas que tienes que respetar cuando trabajas en algo concreto, según lo que el proyecto demande. Pero incluso así, espero ir con el mismo espíritu, abierto a que ocurran cosas. Y he descubierto que, cuanto más mayor me hago, más abierto estoy a que pase. Y cuando trabajo en cine ocurre eso. Tienes que crear algo sin el confort ni el soporte del sonido de una banda o las restricciones que implica tocar en un grupo, porque las hay. Un filme de repente reclama cosas muy distintas de ti. Cuando trabajo con Nick hay vocales de por medio, lo que marca de entrada la colaboración en el sentido de que en determinados aspectos dicta lo que vas a hacer, pero espero acudir siempre con el mismo espíritu.

Solo nos da tiempo a una última… ¿Conservas aún el chicle de Nina Simone?

Sí. Está a salvo en este momento. Forma parte de una exhibición sobre Nick, pero regresará pronto. Y es curioso, porque le estoy dando vueltas a dónde ponerlo, le tengo que encontrar un sitio. Porque es interesante, tiene cierto valor ahora. Creo que el libro atrajo la atención sobre eso y el seguro siguió subiendo y subiendo, y es hermoso. Porque es solo un objeto, ya sabes, y eso es lo que me encanta de él. Quiero decir: eso es parte de todo el asunto. Pero sí, sí, todavía lo tengo, estoy buscando un lugar adecuado para él. ∎

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