Una nueva luz. Foto: Alexandra Waespi
Una nueva luz. Foto: Alexandra Waespi

Entrevista

Arlo Parks en busca de equilibrio

En la antesala de su presentación en el festival Primavera Sound de Barcelona, entrevistamos a la cantautora británica acerca de su último disco “My Soft Machine”, un álbum donde quiso sumergirse en los grandes contrastes de la vida en busca de equilibrio y extender su nocturnidad neosoul a sonidos más abrasivos. “En lugar de ser una observadora, me centré en entender cómo procesaba lo que estaba atravesando”, afirma.

05. 07. 2023

“Desearía no tener moretones (...) / Desearía que mis ojos aún estuvieran abiertos”, dice Arlo Parks en “Bruiseless”, el tema de apertura de su nuevo disco, “My Soft Machine” (Transgressive-[PIAS] Ibero América, 2023). Justo antes de subir al escenario de Primavera Sound Barcelona, conversamos con la cantautora británica acerca de esta suerte de declaración de intenciones y sus nuevas exploraciones vitales y sonoras, en entrevista conjunta con el suplemento ‘ICON’ de ‘El País’.

“Hay artistas que parecen captar lo que es el espíritu del momento de una forma más universal, pero las historias que cuentan son mayormente de sus vidas. Yo he hablado sobre las inquietudes de mi generación, pero principalmente hablo de las personas que me rodean y de mi experiencia. No pretendo hablar en nombre de alguien más, reitera ante quienes insisten en identificarla como la voz de la llamada generación Z, por su EP debut “Super Sad Generation” y el aclamado “Collapsed In Sunbeams” (Transgressive-[PIAS] Ibero América, 2021), ganador del Mercury Prize, el premio al mejor disco del año que otorga la industria discográfica de las Islas Británicas.

A punto de cumplir 23 años, Anaïs Oluwatoyin Estelle Marinho –así figura en su partida de nacimiento– persiste en sumergirse en la introspección emotiva, el dolor, la ansiedad y el desasosiego. Pero en “My Soft Machine” equilibra la inmersión intimista con escenas más luminosas y alegres, seguramente atizadas por su nueva vida en Los Ángeles y la relación con Ashnikko, que también es músico. Además, extiende las sonoridades neosoul de su pop nocturno, con mayor potencia en sintetizadores y guitarras, ecos de rock indie de los noventa, elementos de música disco, boom bap adormilado y trip hop.

Revelación sin prisas. Foto: Alexandra Waespi
Revelación sin prisas. Foto: Alexandra Waespi

“En este disco he cambiado de perspectiva. He pasado de ser una observadora a mirar más dentro de mí”, comenta. “Quería ser agridulce, explorar luces y sombras, buscando balances”, abunda. El título del disco, extraído de la película “The Souvenir” (2019), de la cineasta Joanna Hogg, refiere precisamente esos contrastes: “La suavidad es la exploración de esa sensación de ternura, gentileza y compasión, yuxtapuesta a la máquina, que evoca imágenes de acero y frialdad”, explicó anteriormente al presentar el disco. “Capta el hecho de que es un álbum de luz y sombra. Trata de la insensibilidad, pero también de la hipersensibilidad, de la extroversión frente a la introversión profunda, de la comunidad frente a la soledad”.

Tus canciones se antojan muy personales. Pero el proceso de creación de un disco toma su tiempo y puede ser muy intenso. Ahora que ya salió “My Soft Machine”, ¿cómo sientes sus canciones? ¿Todavía te reflejan o más bien parecen de una antigua Arlo o de un lugar en el que ya no estás?

Es interesante porque me siento como otra artista. Una crea esta cosa –ya hace un año y medio de eso– y te emocionas, la trabajas, haces el trabajo visual y todo lo que se requiere, la empiezas a promocionar… Y para el momento en que ya lo tienes, piensas: “OK, amo esta pieza, pero en mi cabeza ya estoy en el siguiente proyecto, viendo hacia el futuro”. De alguna manera, ya está allí y ya no es tuyo. Entonces, cuando comienza la gira, tienes que hacer un esfuerzo por estar presente, por volver a sintonizar con aquello y disfrutar con lo que has creado.

“En este disco he cambiado de perspectiva. He pasado de ser una observadora a mirar más dentro de mí... Quería ser agridulce, explorar luces y sombras, buscando balances”

Creaste “Collapsed In Sunbeams” en plena cuarentena de la pandemia, un álbum delicado e íntimo que también sedujo por sus arreglos lo-fi. Seguramente las condiciones del momento impusieron ciertos límites. Ahora disponías de mucho más tiempo y posibilidades. ¿Qué cosas nuevas quisiste explorar? ¿Algún nuevo enfoque o experimentación?

Definitivamente. “Collapsed In Sunbeams” tenía una sensación de minimalismo. Esta vez sentía una necesidad de aventura, de experimentación. Quería que la producción tuviera más contraste, que hubiera más flujos y reflujos sin perder la calidez. Estaba en una sala con gente tocando la batería, manipulando sintetizadores… músicos especializados en sus instrumentos. Con ellos podía tener esos momentos de improvisación. Eso de que tú estás haciendo algo y una melodía resuena contigo y te arrastra hacia otra cosa. Con este álbum quería poner la instrumentación en primer plano. Y me involucré más en la producción, aportando referencias que siempre me habían gustado, pero que no había incluido. Hay una canción como “Devotion” que está inspirada en Deftones y Smashing Pumpkins, otras en Massive Attack, en My Bloody Valentine o en la música pop… Quería partir de allí, de todas las cosas que me inspiran y poder ser completamente yo misma. Tenía todas estas voces y guitarras alrededor mío, todos estos recursos… Fue como un patio de juegos, donde yo solo corría y exploraba para ver qué pasaba.

“Devotion”, vídeo dirigido por Joel Barney y Ali Raymond. Y Arlo Parks, con camiseta de Sebadoh.

Si nos dejamos llevar por los títulos, pasaste de ver una generación supertriste (“Super Sad Generation”) a estar colapsada por rayos de sol (“Collapsed In Sunbeams”), lo que parece un giro luminoso. Ahora hablas de tu “Soft Machine”. ¿Te sientes en tiempos más suaves o llevaderos? Si es así, ¿cómo es para ti cantar desde la “felicidad”? “Dog Rose” y “Pegasus”, por ejemplo, suenan más optimistas, pero la ansiedad y el dolor siguen presentes, hasta el punto de iniciar el disco con la frase: “Desearía no tener moretones”.

Para ser honesta, se siente muy liberador. Creo que en este disco realmente quería ser agridulce, como buscando un balance. Quería cantar a la alegría, a la comunión, a sentirme libre corriendo a través de Los Ángeles, disfrutando de la vida. Pero también hay otra cara, hay dolor y confusión. En el primer álbum era una especie de observadora, hablaba de estos personajes a los que les pasaban cosas, describía escenas. En el segundo es más verlo desde dentro, procesar lo que yo estaba atravesando, pensar en qué me crea ansiedad o cómo me enamoré, en lo sensible que soy, pero también en la ansiedad, la tristeza, el sinsentido y la angustia de encontrar tu lugar en el mundo. Y es realmente agradable poder cantar esas canciones, interpretarlas en directo todos juntos y tener esa sensación de celebración y energía vital que casi no pude obtener en el primer disco.

“Creo que en el directo aporto más energía a mi música de una manera más inesperada. Como en todos esos conciertos de bandas de los noventa que veo en YouTube. Hay una sensación de locura y libertad. Yo le doy eso a mi música”

En tu música hay una nocturnidad, una poesía del desamparo e introspección que apela a ambientes más intimistas. ¿Cómo haces para llevarlo al directo, especialmente al entorno de un macrofestival? ¿Adaptas las canciones? ¿Cómo cuidas que esa vulnerabilidad no se quiebre?

Antes de subirme al escenario trato de ponerme a mí misma en la situación, en el sentimiento que tenía cuando escribí la canción y busco la manera de encarnar eso, de sintonizar con esa emotividad. También se trata de conectar con las personas, de mirarlas a los ojos, traerlas a ese mundo y ser honesta acerca de lo que soy. Hay una gran diferencia entre producir una canción en mi habitación, en mi pequeña burbuja, y tocarla frente a miles de personas. Tienes que meterte más en situación y hacerte dueña del espacio, especialmente cuando es enorme. No puedes quedarte quieta. Tienes que ir de lado a lado. Creo que en el directo aporto más energía a mi música de una manera más inesperada. Como en todos esos conciertos de bandas de los noventa que veo en YouTube. Hay una sensación de locura y libertad. Yo le doy eso a mi música.

Dosificando la energía. Foto: Alexandra Waespi
Dosificando la energía. Foto: Alexandra Waespi

En la canción “I’m Sorry” dices: “He estado trabajando sin cesar, como una avispa, sintiéndome atrapada y enloquecida”. En septiembre del año pasado, cancelaste varias fechas de tu gira porque te sentías “quemada y agotada”, según comentaste en Instagram. Sam Fender y Wet Leg, por ejemplo, admitieron estar en situaciones similares. ¿Es esto un signo de los tiempos o solo nos hemos dado cuenta ahora?

Cuando hay un período en el que todo el mundo se ve obligado a quedarse quieto y callado y este finalmente termina, la mayoría de la gente se lanza a un ritmo que el ser humano no puede seguir. Con suerte, la gente ha sentido que era demasiado y está tratando de tener más descanso. Tenemos que priorizar al ser humano detrás del artista, hacer pequeñas cosas por ti de manera consistente. Además del éxito de tocar en grandes salas y estar constantemente ocupado, necesitas mantener el equilibrio, especialmente si vas a ser un artista por diez, veinte o treinta años. No puedes estar un año dando conciertos todos los días, porque acabas agotado y te desenamoras de lo que has hecho.

¿Cómo desconectas de todo esto ahora y logras relajarte?

Es difícil cuando estás en un festival y estás rodeada de tanta gente (risas). Creo que mi espacio para sentirme a salvo es con mi banda: solo sentarnos juntos, cantar o tomar el té callados, sin nadie más en la habitación, solos con esa sensación de fluir juntos, de emocionarnos juntos. Eso me calma. En términos de redes sociales, para mí es bastante fácil poner una barrera saludable. Me siento muy agradecida porque la gente se conecta tan profundamente conmigo. Es precioso. Pero como yo me sumerjo tanto y tengo la piel tan fina respecto al mundo, siento como si todo me inundara todo el tiempo, así que tengo que mantener algunas cosas sobre mi vida en privado. Tengo que tomarme un tiempo lejos de internet y no puedo contestarle a todo el mundo. Tengo que mantener algo de energía solo para mí. ∎

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