El sonido de la zona muerta. Foto: Timon Benson y Luc Jones
El sonido de la zona muerta. Foto: Timon Benson y Luc Jones

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Blackhaine, danza negra para los no lugares

No hay demasiado margen de encaje para el multidisciplinar artista inglés. Rapero, coreógrafo y agudo observador de la más cruda realidad de la calle, Tom Heyes plasma en un sonido entre el drill, el noise industrial, el ambient y el spoken word una de las alternativas más feroces a la cultura mayoritaria británica.

26. 04. 2023

Tom Heyes, Blackhaine, bailando para el vídeo de “Nauseous / Devilish”, de Vegyn, en la azotea de un aparcamiento en el centro de la ciudad. Vestigios de la puesta en marcha del brutalismo arquitectónico. Monstruos gigantescos de hormigón armado, restos de un urbanismo utópico, símbolos de ciudades sombrías y deshumanizadas. De estos entornos de desamparo y hastío surge este MC y coreógrafo, que toma su nombre artístico del negro de la desolación y el haine de ese sentimiento que la película “El odio” (“La haine”; Mathieu Kassovitz, 1995) retrató en una banlieue parisina: la pobreza y la violencia que marcan paisajes durante generaciones.

Como el paisaje del Lancashire natal de este artista multidisciplinar nacido en Preston y criado en el pequeño pueblo de Chorley, aunque ahora afincado en Mánchester. Un no lugar: zonas muertas, vacíos urbanos, allí donde el tejido social está más desgastado. Paisajes del mundo moderno sembrados de viejos almacenes abandonados, centros comerciales desiertos, parques de oficinas fantasma y aparcamientos que se caen a pedazos. La realidad circundante, el dónde y el cuándo como parte de nuestra vida, produjo en Blackhaine un arroyo de consciencia. Desánimo, desaliento y abatimiento, dos años de trabajo como guardia de seguridad en una estación de tren que Tom Heyes volcaba en versos hacia el anonimato, hasta que su excompañero de clase y ahora colaborador y productor habitual, Rainy Miller, lo animó a grabarlos.

El baile llegó en Blackhaine como algo natural y ya es una forma esencial de su expresión. Ha trabajado con Mykki Blanco y Flohio y sus particulares movimientos llamaron la atención de Kayne West, para el que colaboró tras noches de empalme y ensayos en una iglesia en ruinas de Gorton. La plaga del spice de finales de la pasada década, la “droga zombi” entonces legal que agravó todavía más la problemática de los sintecho que vagaban por el centro de Mánchester, inspiró parte de sus movimientos convulsionados y contorsiones.

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